Transición al Socialismo y Crítica Marxista del Capitalismo

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El capitalismo, basado en la propiedad privada de los medios de producción, enfrenta la "ley de la tendencia a la baja de las ganancias". La obsesión por aumentar los beneficios conduce a una crisis: mayor inversión en maquinaria, prolongación de las jornadas laborales, limitación de la plantilla y recorte de salarios. Esta contradicción, al empobrecer al proletariado, desencadena una crisis del mercado al dejar a las personas sin empleo. De esta situación de crisis, el proletariado toma conciencia de sí mismo, para dar fin al sistema. De esta forma, y gracias a la revolución que acabará con la superestructura existente, se dará el salto al socialismo, habiendo desaparecido la propiedad privada y las diferencias entre las clases sociales.

La Sociedad Comunista

La crisis del capitalismo, causada por la "ley de tendencia a la baja de las ganancias", y la creciente conciencia del proletariado conducirán a la transición hacia el socialismo mediante la revolución, eliminando la propiedad privada que genera las diferencias de clase. En este proceso, se establecerá la dictadura del proletariado, donde los trabajadores tomarán el control de los medios de producción y derribarán las estructuras estatales opresivas sin sustituirlas por nuevas formas de dominación. Después de este triunfo, los trabajadores podrían disponer de una única institución política, consecuencia de sus empresas, demostrando la democracia real. En la fábrica, por medio de unas elecciones, se elegiría a quienes hubieran de desempeñar una tarea.

Este enfoque llevará eventualmente a un Estado sin clases sociales, permitiendo la creación del comunismo, donde el desarrollo individual se convierte en la base para el avance de toda la sociedad hacia una igualdad plena y una libertad genuina.

Marx: Lucha de Clases y Alienación

A modo de introducción, Marx sostiene que la historia es esencialmente una lucha entre dos clases antagónicas: el proletariado y los propietarios de los medios de producción. Esta visión subraya que el conflicto de clases es fundamental para el progreso histórico y permite identificar injusticias en sociedades industrializadas, además de que el ser humano alienado recupere su verdadera personalidad. Nos sirve como criterio para evaluar y denunciar situaciones en que en países “fábrica” las personas son herramientas de otros Estados y grandes multinacionales.

Sin embargo, esta concepción de la historia, por un lado, reduce al ser humano a un homo faber al igual que al mundo. Por otro lado, las interacciones humanas van más allá de lo meramente productivo, y la historia no puede reducirse únicamente a lo económico y material.

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