La Trascendencia Humana: Fundamentos Filosóficos y Evidencias Existenciales
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La Trascendencia del Ser Humano: Origen, Sentido y Destino
La palabra trascendencia, referida al ser humano, evoca un elemento intrínseco de su naturaleza, aquello que lo constituye como tal. Este elemento está configurado por la cuestión de su origen, su sentido y su destino. Solo estas interrogantes confieren al ser humano su carácter trascendente, al abrirlo al misterio del ser y de la realidad misma.
El Origen como Fuente de Trascendencia
En primer lugar, lo que confiere al ser humano su carácter trascendente es su procedencia: nadie se ha dado el ser a sí mismo; lo hemos recibido. De este modo, el ser humano, al recibir su existencia de un Otro, es trascendido; es decir, no agota la realidad de sí mismo ni se explica por sí solo. Aunque cabría objetar que el ser es el final de un proceso evolutivo, el ser humano se interroga, busca y se pregunta por el Ser del cual deriva su propia existencia, y lo hace con una mirada que trasciende lo mundano, intuyendo que la respuesta a su origen no reside en el mundo inmanente.
La Trascendencia más allá de la Interpretación Religiosa
Es crucial señalar que, si bien en la cultura occidental la trascendencia a menudo se asocia erróneamente con una mera interpretación del hecho religioso, su concepto no está intrínsecamente ligado a la religión desde sus orígenes. Ya en la antigua Grecia, importantes filósofos reconocían al ser humano como un ser trascendente, evidenciando que esta noción precede y excede las formulaciones teológicas específicas.
Evidencias de la Trascendencia Humana
Diversos hechos y fenómenos de la experiencia humana expresan la dimensión trascendente del ser. A continuación, se presentan algunas de estas pruebas:
El Nacimiento
La llegada al mundo de un nuevo ser es un hecho que, por sí mismo, sugiere una existencia que va más allá de lo puramente inmanente. Aunque teorías como la del Big Bang expliquen el origen del universo como un proceso evolutivo cualitativo, finalista y azaroso, la emergencia de la conciencia y la individualidad en el nacimiento plantea interrogantes que trascienden la mera causalidad material.
La Dependencia y las Relaciones
Estos dos conceptos están interrelacionados y enlazados, ya que depender significa que no todo reside en nosotros (inmanencia) sino que gran parte de nuestra existencia se configura en relación con lo externo (trascendencia). Se manifiesta claramente en las relaciones afectivas. Uno de los males más destructivos del ser humano es el mensaje individualista y el subjetivismo, que promueven la autosuficiencia absoluta y el "no necesitar de nadie". Si bien estos mensajes son destructivos, una dependencia patológica también lo es. Lo correcto es el término medio, la interdependencia consciente y saludable.
La calidad de vida de una persona depende intrínsecamente de la calidad de sus relaciones. Una persona sin vínculos afectivos sólidos (un hecho observable) tiende a no ser saludable, no estar equilibrada y carecer de bienestar emocional. Nuestro ser personal tiene la capacidad de trascender, de mejorar, cambiar y tomar nuevas decisiones, lo que implica que no estamos meramente determinados por el destino.
El Hecho Religioso
La universalidad del fenómeno religioso a lo largo de la historia, en todas las épocas, culturas y sociedades, es un testimonio de la búsqueda humana de lo trascendente. No se trata de una mera construcción cultural, sino de un hecho universal que parece inherente a la naturaleza humana, evidenciando una inclinación hacia lo que está más allá de lo empírico y lo material.
La Muerte
La confrontación con la propia finitud y la inevitabilidad de la muerte nos obliga a mirar más allá de la vida inmanente. La incapacidad de decidir sobre su llegada y su naturaleza última impulsa al ser humano a reflexionar sobre el sentido de la existencia y lo que podría haber más allá. La muerte nos hace mirar más allá de la vida misma.
Argumentos a Favor y en Contra de la Trascendencia
Para comprender mejor la complejidad de este concepto, es útil considerar los principales argumentos que la apoyan y aquellos que la cuestionan:
Argumentos a Favor de la Trascendencia:
- El nacimiento y la emergencia de la conciencia.
- Las relaciones afectivas y la interdependencia humana.
- El hecho religioso como manifestación universal de una búsqueda de sentido.
- La confrontación con la muerte y la reflexión sobre la finitud.
Argumentos en Contra de la Trascendencia:
- El origen del universo explicado por teorías puramente materialistas, como la del Big Bang, que postulan que el universo y el ser humano proceden de un "superátomo" y procesos físicos.
- El materialismo, ejemplificado por la teoría marxista, que defiende que la mente es un mero epifenómeno de la especie y que la existencia se agota en la dimensión material.
La "Enfermedad del Sentido" y la Esperanza Incontenible
El ser humano, a lo largo de la historia, ha padecido una condición intrínseca que podríamos denominar la “enfermedad del sentido”. Esta se manifiesta en los interrogantes fundamentales que la realidad y la propia existencia nos plantean: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Qué hago aquí? ¿Qué me cabe esperar? Simultáneamente, esta "enfermedad" alberga los anhelos más profundos del corazón humano: un deseo insaciable de felicidad y de plenitud que ninguna realidad inmanente puede satisfacer por completo. ¿Quién deja en la vida de esperar? ¿Quién renuncia a la vida? ¿Quién no desea la plenitud? ¿Qué sentido tendrían el hombre, el mundo, la vida, las fatigas y las ilusiones si todo culminara en la nada de la muerte? Esta esperanza incontenible es, en sí misma, una poderosa evidencia de la naturaleza trascendente del ser humano.
Conclusión: El Ser Humano como Ser Trascendente
En definitiva, la trascendencia se revela como una dimensión inherente al ser humano, que no encuentra en sí mismo ni en el mundo inmanente el fundamento último ni la respuesta plena a su ser y existir. Esta apertura al misterio, manifestada en su origen, sus relaciones, su búsqueda de sentido y su confrontación con la finitud, lo posiciona como un ser intrínsecamente orientado más allá de sí mismo.