Del Triunvirato al Imperio: Augusto, la Pax Romana y la Romanización de Hispania

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El Ascenso del Imperio Romano

Tras la muerte de Julio César, Roma conoció un nuevo reparto de poder a través de un Segundo Triunvirato integrado por Octavio, Marco Antonio y Lépido. Posteriormente, Octavio y Marco Antonio se enfrentaron; Octavio resultó victorioso, puso fin a la República y se nombró emperador.

Octavio Augusto: El Primer Emperador

Desde el año 27 a.C., Octavio pasó a ser conocido como Augusto (‘sacrosanto’ o ‘venerable’) y concentró todo el poder en Roma. Los poderes vitalicios del imperium y la potestad tribunicia, además de su nombramiento como Pontifex Maximus, le otorgaron un control soberano sobre la administración civil y militar, tanto en Roma como en las provincias. Octavio ostentaba el poder civil, militar, político y religioso en Roma y todas sus provincias.

La Paz Romana y la Administración Imperial

Bajo Augusto se inició un periodo de relativa estabilidad conocido como la Pax Romana. Los territorios conquistados fueron distribuidos en dos grandes categorías administrativas:

  • Provincias senatoriales: Aquellas que, por tener un carácter más sumiso al poder de Roma, no necesitaban vigilancia militar constante y eran administradas por el Senado.
  • Provincias imperiales: Territorios no totalmente pacificados o de importancia estratégica, donde se hacía necesaria la presencia de legiones que dependían directamente del emperador.

División Posterior: La Tetrarquía

A finales del siglo III d.C., ante las crecientes presiones internas y externas, el emperador Diocleciano instituyó un nuevo sistema de gobierno colectivo integrado por cuatro personas: la Tetrarquía. Contaba con dos ‘Augustos’ (Diocleciano y Maximiano) que actuaban simultáneamente en la defensa del imperio (uno en la parte oriental y otro en la occidental), auxiliados por otros dos gobernantes llamados ‘Césares’ (Galerio y Constancio Cloro), quienes debían sucederles, buscando asegurar así una mayor estabilidad política y administrativa.

La Conquista y Romanización de Hispania

Romanos y Cartagineses: La Segunda Guerra Púnica

Hacia mediados del siglo III a.C., los cartagineses, liderados por la familia Barca, ampliaron su presencia en la península ibérica para compensar la pérdida de territorios (Sicilia, Cerdeña, Córcega) tras su derrota frente a Roma en la Primera Guerra Púnica. Ante la expansión púnica, Roma promovió la firma del Tratado del Ebro (226 a.C.), que establecía este río como límite teórico de la expansión cartaginesa hacia el norte.

El asedio y destrucción por parte de Aníbal Barca de la ciudad de Sagunto (219 a.C.), aliada de Roma (aunque situada al sur del Ebro, Roma interpretó el ataque como una violación de sus intereses), fue considerado por Roma como casus belli (motivo de guerra). Al año siguiente (218 a.C.), comenzaron las hostilidades de la Segunda Guerra Púnica en territorio hispano.

Fin de la Presencia Cartaginesa e Inicio de la Romanización

Tras algunos reveses iniciales para Roma en la península, la situación cambió con la llegada de uno de sus militares más competentes, Publio Cornelio Escipión (posteriormente conocido como 'Africano'). Sus victorias culminaron con la toma de Gades (Cádiz) en el 206 a.C., fecha que se considera el fin de la presencia cartaginesa organizada en la península y el comienzo efectivo del largo proceso de romanización.

Resistencia Indígena y Avance de la Romanización

La conquista romana de Hispania no fue inmediata y encontró una fuerte resistencia por parte de diversos pueblos indígenas.

  • Viriato: Líder lusitano, se convirtió en el símbolo de esta resistencia. Con su eficaz táctica de guerrillas, causó innumerables problemas a las legiones romanas durante años, hasta su asesinato a causa de una traición (139 a.C.).
  • La importancia de las ciudades: La fundación de colonias y municipios, junto con la construcción de infraestructuras (calzadas, acueductos), fueron claves en el proceso de romanización. El desarrollo urbano y la administración romana darían paso al predominio absoluto del latín como lengua de comunicación, cultura y administración.

Organización Administrativa de Hispania

Tras la conquista definitiva (completada bajo Augusto con las Guerras Cántabras), la península fue reorganizada administrativamente. Hacia el año 14 a.C., Hispania quedó dividida en tres provincias:

  • Tarraconensis (capital en Tarraco)
  • Baetica (capital en Corduba)
  • Lusitania (capital en Emerita Augusta)

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