Los Últimos Días de los Romanov: Cautiverio, Ejecución en Ekaterimburgo y el Misterio de Anastasia

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El cautiverio de los Romanov: De Tobolsk a Ekaterimburgo

En la imagen aparecen sentados en el tejado de un edificio de la finca de Tobolsk, donde fueron retenidos desde el verano de 1917 hasta la primavera de 1918.

Las condiciones del cautiverio de los Romanov empeoraron progresivamente desde que, en el verano de 1917, abandonaron el palacio Alexander con destino a la localidad siberiana de Tobolsk. Los Romanov fueron trasladados durante la primavera de 1918 a Ekaterimburgo, ciudad conocida por su fervor antizarista. Les confiscaron las cámaras fotográficas y no ha llegado hasta nosotros ninguna imagen de la familia tomada en la casa donde fueron asesinados.

La Casa Ipatiev: Últimos días y ejecución

En Ekaterimburgo, la familia real se alojó en la casa Ipatiev. La rodeaba una empalizada de madera, tan alta que desde el interior no se podían ver las copas de los árboles que estaban fuera; unos días después de su llegada, sus carceleros pintaron de blanco los cristales de las habitaciones de la familia. Allí, en junio, cumplieron años sucesivamente la zarina Alejandra (46), Tatiana (21), Anastasia (17) y María (19). El 14 de julio, un sacerdote local, el padre Storozhev, fue requerido para oficiar una misa; fue una de las últimas personas del exterior que vio con vida a la familia imperial. Apenas tres días más tarde, en la madrugada del 17, los Romanov y sus cuatro sirvientes fueron asesinados en una habitación situada en el sótano.

Anastasia Romanov: Supervivencia, mito e impostores

La leyenda de la supervivencia

Muchos impostores se hicieron pasar por hijos de los zares, aprovechando el misterio que envolvió la desaparición de la familia real. La más joven de las hijas de los zares, Anastasia, aparece a los 13 años en una foto de 1914. El mes anterior a su muerte había cumplido 17 años.

Anna Anderson: La impostora más famosa

Quizás el caso más famoso de impostura fue el de una mujer rescatada de las aguas del Landwehrkanal de Berlín en 1920. Ingresada en el hospital, y sin documento alguno encima, la mujer acabó por manifestar, de forma reticente, que era Anastasia Romanov, y relató una historia detallada sobre cómo había conseguido escapar de la matanza. Más tarde se mudó a EE.UU., se hizo llamar Anna Anderson y mantuvo que era Anastasia hasta su muerte en 1984. En realidad, se trataría de Franziska Schanzkowska, una obrera polaca mentalmente desequilibrada.

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