El Universo Simbólico en la Poesía de Miguel Hernández: Imágenes Clave

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Imágenes y Símbolos en la Poesía de Miguel Hernández

Uno de los aspectos más relevantes de la poesía de Miguel Hernández es el uso continuo de imágenes y símbolos, cuya evolución observamos en sus distintos poemarios.

Perito en lunas (1933)

Los poemas de Perito en lunas (1933) son de claro influjo gongorino; las imágenes de la realidad inmediata del poeta se esconden bajo complejas metáforas, que hacen hermética esta poesía.

Así, por ejemplo, aparece la figura del toro, símbolo del sacrificio y de la muerte, sobre el que volverá de modo recurrente [1]. También encontramos:

  • La palmera, elemento propio del paisaje mediterráneo comparado con un chorro.
  • El gallo, que representa la virilidad.

Por otro lado, aparecen algunas imágenes muy de su tiempo, como la alusión a la bailarina Josephine Baker en «Veletas» [2].

El rayo que no cesa (1936)

El rayo que no cesa (1936), cuyo tema principal es el amor frustrado como causa de dolor, también está lleno de metáforas e ingeniosas comparaciones. Ya en el propio título, el rayo que representa el fuego, recuerda la Llama de amor viva de San Juan de la Cruz. A lo largo del libro aparecen reiteradamente objetos cortantes y punzantes (cuchillo, estalactita, espada…), instrumentos de las heridas del amor y de la muerte, que adquieren una expresividad dramática y agónica en la «Elegía» a Ramón Sijé. Nos encontramos otra vez con el toro que, en contraposición al buey, es viril y poderoso en libertad, pero lo espera un sino sangriento [5]. A su vez, «Me tiraste un limón» es una alegoría en que la sangre representa la pasión reprimida; la camisa, la masculinidad y el limón, el pecho femenino [3].

Viento del pueblo (1937)

Viento del pueblo (1937) es un ejemplo claro de poesía de propaganda, poesía empleada como arma, en que el viento, al igual que el ruiseñor, simboliza la voz del pueblo oprimido encarnada en el poeta. Para enfatizar el tono heroico que preside el poemario, se contrapone el buey, como símbolo de sumisión y cobardía, con:

  • El león
  • El águila
  • El toro

Estos representan la fuerza y el inconformismo, y con los que se identifica el poeta [6]. La amada, en cambio, deja de ser objeto de la pasión carnal y su vientre se convierte en el símbolo de la maternidad, como esperanza en las futuras generaciones. Asimismo, se identifica la tierra como madre. La dignidad del cuerpo humano y del trabajador queda reflejada mediante imágenes tales como las manos, el sudor, la hoz o la yunta [9]. Especialmente las manos marcan la diferencia entre ricos y pobres.

El hombre acecha (1939)

El hombre acecha (1939) coincide con los moldes métricos y estéticos del poemario anterior, pero cambia el tono y el tratamiento temático: el optimismo revolucionario desaparece al alejarse la esperanza de la victoria. Ahora el hombre se nos muestra como un animal, con sus colmillos y garras, y se compara con la fiera, el tigre, el lobo, el chacal, etc. También es importante el grupo de poemas que denuncian la barbarie de la guerra, y todo lo que esta conlleva: hambre, enfermedad, muerte… Entre otros está «El tren de los heridos» [11]. Por último, cabe señalar que el poemario se cierra con la «Canción última», un claro homenaje a Quevedo, en que la casa representa España, la patria [12].

Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941)

Finalmente, en el Cancionero y romancero de ausencias (1938-1941), Miguel Hernández evoca a su hijo muerto mediante imágenes intangibles y efímeras [13]. Por otro lado, el sufrimiento del poeta, su enfermedad y la inminente muerte quedan plasmados en símbolos como la sombra, el hoyo, el ataúd o la ausencia de sus seres queridos. La muerte también es representada por el mar, en homenaje a Jorge Manrique [18]. En contraposición a todas estas imágenes negativas, encontramos otras como el vientre, la luz, las aves y las alas, que simbolizan la esperanza y la libertad relacionados con el amor hacia la esposa y el hijo.

Conclusión

En definitiva, la poesía de Miguel Hernández deslumbra por su capacidad de crear imágenes originales con las que construye todo un universo simbólico absolutamente personal.

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