Urbanismo y Arquitectura del Siglo XIX: Transformación de Ciudades y Materiales
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Transformaciones Urbanas: Entre la Realidad y la Utopía
El urbanismo del siglo XIX se movió entre la necesidad práctica y la visión utópica. Con el fin de controlar más fácilmente los movimientos revolucionarios, se eliminaron las calles estrechas del centro de la ciudad, que facilitaban la construcción de barricadas. Paralelamente, se implementaron diversas infraestructuras urbanas esenciales:
- Instalación de sistemas de alcantarillado.
- Construcción de escuelas y hospitales.
- Apertura de bulevares y plazas que no solo facilitaban el tránsito, sino que también permitían sanear el ambiente urbano.
En París, la ciudad fue distribuida en 20 distritos (arrondissements). Para llevar a cabo estos ambiciosos planes urbanísticos, se derribaron antiguas murallas en ciudades como Barcelona, con el famoso plan del Ensanche (Plan Cerdá), y también en Madrid. En Viena, la desaparición de las murallas permitió la urbanización del Ringstrasse, donde se construyeron nuevos y emblemáticos edificios públicos como el Parlamento y el Ayuntamiento.
Proyectos Utópicos: Mejorando la Vida Obrera
Junto a estas transformaciones pragmáticas, aparecieron los proyectos de los llamados urbanistas utópicos. Este grupo de pensadores propuso modelos para mejorar el sistema de vida de los obreros mediante la creación de colonias industriales y residenciales. Charles Fourier, por ejemplo, creó los llamados falansterios, y Jean-Baptiste André Godin implementó una idea similar con los familisterios.
Arquitectura: Recuperación del Pasado y Nuevos Materiales
La arquitectura del siglo XIX fue una disciplina adaptada a las necesidades de una nueva sociedad industrial y burguesa. Se caracterizó por la mezcla de numerosas propuestas:
- Se recuperaron estilos arquitectónicos del pasado (historicismo).
- Se revalorizó la arquitectura popular y vernácula.
- Se exploraron las posibilidades de los nuevos materiales, dando lugar a la destacada arquitectura de hierro.
Con todo esto, surgieron dos tendencias arquitectónicas clave hacia finales de siglo: el Modernismo (conocido como Art Nouveau en Francia y Bélgica) y la Escuela de Chicago.
El Eclecticismo de la Arquitectura Historicista
El eclecticismo, entendido como la mezcla de estilos arquitectónicos diversos, tiene su precedente y máxima expresión en la arquitectura historicista del siglo XIX. La elección del estilo a menudo respondía a criterios simbólicos:
- El Neogriego se empleó para edificios como el Parlamento de Viena, por ser Grecia considerada la cuna de la democracia.
- El Neorrenacimiento se aplicó a edificios como universidades o museos, evocando la época del Humanismo y el florecimiento cultural.
- El Neogótico fue uno de los estilos más importantes y difundidos, utilizado tanto para edificios religiosos (como la Iglesia Votiva de Viena) como civiles (como el Parlamento de Londres).
Las Nuevas Posibilidades del Hierro y el Vidrio
Factores Impulsores
La adopción de nuevos materiales como el hierro y el vidrio respondió a varias necesidades de la época:
- A) El rápido aumento de la población urbana requirió construcciones más rápidas y económicas.
- B) Los nuevos medios de comunicación, especialmente el ferrocarril, exigieron la edificación de estaciones, puentes y otras grandes obras públicas de ingeniería.
- C) Las nuevas industrias necesitaban instalaciones de características y dimensiones específicas, adecuadas a los procesos productivos y como símbolo de progreso cultural y educativo.
Evolución y Aceptación
La nueva concepción arquitectónica fue protagonizada, en gran medida, por el vidrio y el hierro colado. Al principio, el hierro fue utilizado principalmente con pretensiones de modernidad en ingeniería, pero a menudo fue rechazado por los arquitectos academicistas y destinado a construcciones industriales o utilitarias. Sin embargo, a partir de mediados del siglo XIX, se construyeron impresionantes pabellones de hierro y cristal para las Exposiciones Universales (como el Crystal Palace de Londres en 1851), demostrando sus enormes posibilidades estéticas y funcionales.
Finalmente, las estructuras metálicas pasaron a ser el soporte principal de muchos edificios, lo que permitió limitar la función estructural de los muros tradicionales. El vidrio se utilizó extensivamente a modo de una"pie" translúcida para sustituir al muro opaco. A finales del siglo XIX, se añadió el cemento armado, material constructivo que se volvería dominante en la arquitectura del siglo XX.