Urbanismo Barroco en Roma: La Transformación de Sixto V (1585-1590)

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Introducción al Contexto Histórico-Artístico del Barroco Temprano

Entre 1584 y 1624, se desarrolla un estilo de transición conocido como "estilo calmado", que marca el paso del Manierismo al Barroco. Este período está profundamente influenciado por varios acontecimientos históricos clave.

En 1527, el Saqueo de Roma por las tropas imperiales de Carlos V desplazó el centro artístico principal hacia Venecia, que había ganado importancia desde finales del siglo XV y principios del XVI. Roma, relegada temporalmente, se vio en la necesidad de un renacimiento cultural y artístico.

La Contrarreforma, formalizada en el Concilio de Trento (1545-1563), también jugó un papel crucial. El Concilio recomendó a la Iglesia reafirmar su doctrina a través de las "Historias de Misterios de nuestra redención". Los artistas, en respuesta, crearon obras de temática religiosa con un fuerte componente didáctico, destinadas a recordar y reforzar la fe de los creyentes.

Figuras como Felipe II y las órdenes religiosas, especialmente los Jesuitas, tuvieron una gran influencia. El mecenazgo, tanto eclesiástico como secular, fue fundamental para el patrocinio de las obras de arte.

  • El Papa, como máxima autoridad del mundo católico, ejerció una influencia considerable sobre el arte de la época.
  • Además, los artistas contaban con una clientela poderosa, incluyendo a grandes figuras políticas, que encargaban la decoración de palacios y capillas privadas.

Estos mecenas, personas cultas y refinadas, no solo financiaban las obras, sino que también influían en su concepción y contenido.

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Reforma Urbanística de Sixto V (1585-1590)

Tras el Concilio de Trento, los papas sucesivos emprendieron una ambiciosa reforma urbanística de Roma, con el objetivo de convertirla en el centro indiscutible de la cristiandad.

Ya en el siglo XV, Sixto IV había iniciado la apertura de varias avenidas para facilitar el acceso al Vaticano. Su residencia, el Castillo de Sant'Angelo, se conectaba con la ciudad medieval a través de un puente, desde el cual se abrían tres vías principales: la de los Peregrinos, la Papalis y la Recta.

Durante los años siguientes, los papas Julio II, León X, Paulo III, Julio III, Pío IV, Pío V y Gregorio XIII continuaron la reforma, creando nuevas vías que comunicaban las basílicas e iglesias más importantes de Roma.

La gran transformación, sin embargo, llegó con Sixto V. Aprovechando la relativa decadencia de Felipe II, Sixto V se propuso convertir a Roma en la capital del mundo católico. Justificó todos sus proyectos con un propósito religioso. Su principal objetivo era crear avenidas que conectaran las basílicas entre sí, facilitando el recorrido de los peregrinos y creando un espacio urbano dinámico a través de puntos focales estratégicamente ubicados.

La Strada Felice, construida con la colaboración del arquitecto Domenico Fontana, fue una de sus obras más emblemáticas. Esta vía unía la Plaza del Popolo con la Basílica de Santa Cruz de Jerusalén, pasando por Santa María la Mayor, por la que Sixto V sentía una especial predilección. La finalización de Santa Cruz de Jerusalén fue otra de sus prioridades.

Los puntos focales, imbuidos de un fuerte simbolismo religioso, eran principalmente obeliscos y las dos grandes columnas conmemorativas romanas del Foro. Sixto V coronó los obeliscos con cruces, simbolizando el triunfo del cristianismo sobre las antiguas religiones paganas, y colocó estatuas de San Pedro y San Pablo en la cima de las columnas romanas, representando el triunfo de la Iglesia de Cristo sobre el antiguo mundo romano.

La altura de estos puntos focales creaba un espacio dinámico y una imagen impactante para el peregrino, que podía divisar desde un obelisco el siguiente, guiándolo a través de la Strada Felice hacia Santa Trinidad del Monte.

Se abrieron plazas que generaban un urbanismo dinámico, en contraste con el urbanismo estático del Renacimiento. Se buscaba un movimiento interior, una experiencia visual y espiritual en constante cambio para el peregrino y el habitante de la ciudad.

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