Valle-Inclán: Modernismo, Esperpento y Evolución Literaria

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El teatro de Valle-Inclán y la estética del esperpento

Valle-Inclán es una de las grandes figuras de la literatura española de todos los tiempos. En sus comienzos, compartió con Rubén Darío la estética modernista, pero su inquietud le llevó a fraguar un “arte de ruptura”. Fue más allá de las convenciones estéticas de su tiempo y no se doblegó ante los prejuicios de los públicos. Por ello es considerado como un "vanguardista" que se anticipa a las nuevas tendencias del teatro occidental posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

D. Ramón María del Valle-Inclán, nacido en Pontevedra en 1866, comenzó la carrera de Derecho, pero su espíritu aventurero le impulsó a marcharse a México. De regreso, llevó en Madrid una vida bohemia. Su fama fue creciendo, tanto por su arte como por sus excentricidades. Corresponsal de guerra en el frente francés durante la Primera Guerra Mundial, se declaró aliadófilo. En ese mismo año, ocupó la cátedra de Estética en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, que dejó pronto para dedicarse por completo a la literatura. Murió en Santiago de Compostela en enero de 1936.

Por sus orígenes y su sensibilidad, se mostró desde el principio anti-burgués. Se proclamaba “carlista por estética”. Pero a partir de 1915, dio un giro radical, abandonando la postura tradicionalista por posiciones revolucionarias. Se enfrentó de modo virulento al dictador Primo de Rivera, lo que provocó que sus esperpentos fueran censurados.

Sólo al proclamarse la República, se estrenaron algunas de las obras anteriormente censuradas. En 1933, llegó a ingresar en el Partido Comunista. La producción de Valle-Inclán es considerable y variada: novelas, cuentos, teatro, poesía... En todos los géneros se observa una singular evolución. Esta orientación hizo que Salinas viera en él un hijo pródigo del 98. Valle se sitúa en posiciones polarmente alejadas de las que adoptaron los noventayochistas en su madurez. Su trayectoria sería más bien paralela a la de Antonio Machado, aunque más renovadora y audaz en el campo de la expresión.

Por otra parte, su trayectoria se reduce a dos etapas: la modernista y la esperpéntica. Su primer libro, Femeninas, aparece en 1895. Se trata de una obra de influjo francés e italiano, a la que seguirán entre 1897 y 1904 otros libros de relatos. Pero la producción cumbre de sus inicios son cuatro novelas publicadas con el título conjunto de Sonatas. Con una frecuente aureola de leyenda y de misterio, se suceden aventuras y amores, episodios de exquisita elegancia. Es la exaltación de un mundo decadente, visto con una mirada entre nostálgica y distanciada. Por su estilo, suponen para la prosa española: es una prosa rítmica, refinada, rica en efectos sensoriales.

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