El viaje del capellán Julián Álvarez a los Pazos de Ulloa

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Capítulo I: El viaje del capellán

El capellán Julián Álvarez cabalga por una pendiente del Camino de Santiago hacia Orense. Al llegar a un llano, se encuentra con un peón de caminos que le indica la dirección hacia los Pazos de Ulloa. El peón le dice que aún le falta un "bocadito" para llegar, pero el capellán no sabe cuánto tiempo representa eso.

El capellán continúa su camino y llega a una casa de un labrador. Una mujer que amamanta a su hijo le indica que va por buen camino y que le queda "la carrerita de un can" para llegar. El capellán tampoco sabe calcular cuánto tiempo es eso.

El capellán encuentra una cruz negra con rayas blancas y reza, pues sabe que allí murió un hombre violentamente. Llega a un cruce y divisa los Pazos de Ulloa, un gran edificio con torres en el fondo del valle.

De repente, oye disparos y ve a tres cazadores. Uno de ellos reconoce al capellán por su forma de andar y el sello de su orden. El capellán pregunta si va por el camino correcto hacia los Pazos de Ulloa. Uno de los cazadores, que resulta ser el abad de Ulloa, lo reconoce como el capellán recomendado por su tío Lage.

El capellán les informa que llegó a Cebra en diligencia y desde allí cabalgó hasta allí. Les da noticias del señor Lage y otros familiares, y entrega al abad una carta de su tío en la que se presenta al capellán como Julián Álvarez.

Los cuatro se dirigen juntos a los Pazos de Ulloa.

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