El Viaje de Shon: Refugio, Misterio y un Encuentro Inesperado

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La Travesía de Shon

El joven Shon se encontraba caminando por los valles que rodeaban un castillo. Era alto, de pelo oscuro y largo, bastante musculoso, de tez trigueña, usaba barba y llevaba una capa de viaje que le rodeaba todo el cuerpo. Caminaba con viento en contra, tapándose con sus grandes y fuertes manos, mientras buscaba una casucha para protegerse de la tormenta inminente, que amenazaba con ser bastante fuerte.

Vio una casa a lo lejos y se acercó. Recordó a un antiguo amigo que había tenido hacía años y que solía vivir en aquella gran construcción de concreto, una casona bastante cómoda y bonita, según recordaba Shon. Esperanzado, el joven se acercó a la casa y golpeó la gran puerta doble, construida con la más pura de las maderas de roble. Incluso con el fuerte ruido que hacía el viento, Shon sintió un fuerte eco que retumbó dentro de la casa tras sus golpes y temió.

Después de esperar un momento, se dio cuenta de que la casa estaba vacía; ya no había nada ni nadie ahí. ¿Qué habría sido de su amigo y su familia? Shon no lo sabía. Siguió caminando por el gran valle que se extendía a su alrededor en busca de refugio. Con dificultad, apenas podía distinguir su propia silueta.

Encontró una cabaña y recordó a otra persona a la que había ayudado, que se suponía que vivía en esa cabaña. Golpeó la puerta con fuerza, pero no hubo respuesta. Lo intentó varias veces sin éxito. Fue entonces cuando se preguntó: «¿Dónde estará mi gente? ¿Aquella que con tanto afán me escuchaba? ¿Esos que me pedían consejo o ayuda? ¿Por qué no me ayudan ahora?»

El Encuentro Inesperado

—¡Muchacho! ¿Estás loco? ¿Cómo puedes estar ahí con la tormenta que se acerca?

—Busco refugio, buen hombre. ¿Puedes ofrecérmelo?

—Las puertas de mi casa siempre estarán abiertas para la gente que sepa pedirlo. ¡Vamos!

El gran y robusto hombre que le habló a Shon tenía el porte de un leñador. Su pelo era una melena castaña, llevaba una poblada barba con unos grandes bigotes, de manos poderosas y actitud segura. Shon dedujo que sería un leñador.

Refugio en la Tormenta

—¿Qué hace un leñador en las llanuras? —le preguntó Shon cuando hubo llegado a la casa del hombre.

La tormenta había estallado. La lluvia era fuerte y no parecía que fuera a parar; el viento se veía extremadamente peligroso. Pero todo esto era ya ajeno a Shon, quien estaba sentado en un gran comedor donde todos los muebles eran de madera, dentro de una pequeña casa de madera pero bastante sólida. Tenía una chimenea de piedra que daba bastante calor, y estaba tomando una sopa que le había obsequiado el leñador.

La Búsqueda del Leñador

—Eres observador, muchacho. Hace algún tiempo que dejé el oficio para buscar a una persona.

—¿Y de quién se trata?

—El tipo es una leyenda, ya ni siquiera creo que exista. Me he rendido hace poco, no sé cómo encontrarle.

—Pero sigues sin responderme.

—Le llaman Shon. Dicen que viaja por estos lugares.

—Vaya, ¿y para qué querría un leñador a un viejo contador de historias?

—La verdad es que nadie sabe si es viejo o joven, lo describen de tantas formas distintas que no sé cómo encontrarle. Quiero pedirle consejo y saber si le interesa la historia de un leñador que solía vivir solo.

La Identidad Revelada

—Pues, dado que dicho leñador le ha dado techo y comida, le ayudará, pues me has ayudado y te devolveré el favor. Yo soy Shon.

—¡Vaya! ¿Tú eres Shon? ¡Es un gusto!

—Lo es igualmente para mí el conocer gente tan amable como tú. Tú dirás en qué te sirvo.

—Verás, tengo un gran problema y me dijeron que si de problemas sin solución se trata, tú eres el mejor.

—Bueno, no sé si eso es verdad, pero si puedo, te he de ayudar.

—Verás, yo no sé...

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