Las Cinco Vías de Santo Tomás de Aquino para Demostrar la Existencia de Dios
Clasificado en Filosofía y ética
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1. La Vía del Movimiento
Este fragmento trata sobre el concepto del movimiento y la necesidad de un primer motor. La primera premisa establecida es que en el mundo hay movimiento, y todo lo que se mueve es movido por otro. Se argumenta que para que algo en potencia se mueva a acto, debe ser movido por algo que ya esté en acto. Se ilustra este punto con el ejemplo del fuego que hace que la madera pase de estar en potencia de ser caliente a estar en acto de ser caliente.
Además, se explica que algo no puede estar simultáneamente en potencia y en acto respecto a la misma cualidad, pero sí respecto a diferentes cualidades. Se sostiene que todo lo que se mueve necesita ser movido por otro, lo que conduce a la necesidad de un primer motor que sea capaz de mover sin ser movido por otro. Este primer motor es identificado como Dios.
2. La Vía de la Causa Eficiente
Este fragmento trata sobre la idea de la causa eficiente y la necesidad de una primera causa. Se argumenta que en el mundo sensible existe un orden de causas eficientes, pero ninguna de ellas puede ser causa de sí misma, ya que sería anterior a sí misma, lo cual es imposible. Se enfatiza que en las causas eficientes no se puede proceder indefinidamente, ya que hay un orden: la primera causa es responsable de las causas intermedias, y estas a su vez son responsables del último efecto. Si no existiera la primera causa eficiente, no habría efecto último ni causa intermedia, lo cual se considera falso. Por lo tanto, se concluye que es necesario admitir la existencia de una causa eficiente primera, que todos reconocen como Dios.
3. La Vía del Ser Necesario
Este fragmento aborda el concepto de lo posible y lo necesario, concluyendo en la necesidad de un ser necesario. Se comienza observando que las cosas pueden existir o no existir, pueden ser producidas o destruidas, lo que implica que es posible que existan o que no existan. Se argumenta que si todas las cosas llevan en sí mismas la posibilidad de no existir, entonces hubo un tiempo en que nada existió, lo que llevaría a la imposibilidad de que algo empezara a existir.
Por lo tanto, se concluye que no todos los seres son solo posibilidad, sino que es necesario que exista algún ser necesario. Se señala que todo ser necesario encuentra su necesidad en otro o no la tiene, pero no es posible que este proceso de búsqueda de causa se prolongue indefinidamente, como se demostró al tratar las causas eficientes. Por lo tanto, se establece la necesidad de admitir la existencia de algo que sea absolutamente necesario y que sea causa de la necesidad de los demás, al cual todos reconocen como Dios.
4. La Vía de la Jerarquía de Valores
Este fragmento trata sobre la jerarquía de valores que encontramos en las cosas y concluye en la existencia de un ser máximo, Dios. Se observa que diferentes valores como la bondad, la veracidad, la nobleza, entre otros, se encuentran en las cosas en distintos grados. Estos grados de bondad o veracidad se refieren a la medida en que las cosas se aproximan más o menos a su máximo.
Se argumenta que existe algo que es muy veraz, muy bueno, muy noble, y por lo tanto, es el máximo ser, ya que las cosas que son sumamente verdaderas son seres máximos. Se establece que, al igual que en cualquier género lo máximo se convierte en causa de lo que pertenece a ese género, como el fuego que siendo el máximo calor es causa de todos los calores, de la misma manera hay algo que en todos los seres es causa de su existencia, de su bondad y de cualquier otra perfección. A este ser se le denomina Dios.
5. La Vía del Ordenamiento de las Cosas
Este fragmento aborda el ordenamiento de las cosas y llega a la conclusión de la existencia de un ser inteligente, Dios. Se observa que hay cosas, como los cuerpos naturales, que carecen de conocimiento, pero que actúan con un propósito. Esto se evidencia al observar cómo estas cosas actúan de manera consistente o frecuente para lograr lo mejor posible.
Se infiere que no actúan al azar, sino de manera intencionada para alcanzar su objetivo. Se argumenta que las cosas carentes de conocimiento no pueden tender hacia un fin sin ser dirigidas por alguien que posea conocimiento e inteligencia, como una flecha que es dirigida por un arquero. Por lo tanto, se concluye que debe existir un ser inteligente que dirige todas las cosas hacia su fin. A este ser se le llama Dios.