Victoria en Maratón: El Triunfo de Atenas sobre los Persas
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La Batalla de Maratón: El Valor de los Atenienses
El Coraje de los Ancestros
20. Pues ciertamente, también como ellos producen bien por naturaleza y conocen la concordia, los antepasados de entre los que aquí yacen realizaron cosas buenas y maravillosas, y los que nacieron de ellos dejaron trofeos inolvidables y grandes por causa de su virtud. Pues solo se arriesgaron en favor de toda la Hélade contra muchas miríadas de bárbaros.
La Estrategia de Atenas
21. Y ellos, como consideraban que, si hubieran hecho que esta ciudad o una amiga voluntaria o la hubieran sometido por la fuerza, fácilmente dominarían la mayor parte de la Hélade, partieron hacia Maratón, pues pensaban así: que los griegos estarían muy privados de aliados, si atacaban cuando la Hélade aún estaba en desacuerdo; convenía de alguna manera rechazar a los atacantes.
22. Pero aún sobre ellos, de las anteriores hazañas sobre la ciudad, esta opinión había sostenido: que, por un lado, si iban antes contra otra polis, lucharían contra aquellos y contra los atenienses, pues vendrían con buena voluntad prestando ayuda a los agraviados; por otro lado, que si llegaban antes, ningún otro de los griegos se atrevería a salvar a otros para conseguir una enemistad manifiesta contra aquellos en favor de ellos.
El Espíritu Indomable de los Atenienses
23. Pues bien, ellos tenían esto en mente y nuestros antepasados, que no conocían los peligros de la guerra, sino que consideraban que una muerte gloriosa deja tras de sí una fama inmortal sobre las hazañas nobles, no tuvieron miedo de la multitud de enemigos, sino que confiaron más bien en su propia virtud. Y como sentían vergüenza de que los bárbaros estuvieran en su propia tierra, no esperaron a que los aliados se informaran y ni siquiera les prestaran ayuda, ni tampoco pensaron que era necesario agradecer la salvación a otros, sino que los otros griegos se lo debían agradecer a ellos.
La Determinación de la Victoria
24. Por esto, estando presentes todos, con una sola intención salían al encuentro unos pocos contra muchos; pues consideraban que, por un lado, el morir emparenta a ellos con todos, por otro lado, que el ser buenos emparenta a ellos con pocos, y consideraban, por un lado, que tenían unas vidas extrañas por causa de la muerte, pero que dejarían un recuerdo insólito de las empresas peligrosas. Y pensaban que los que no vencían solos, ni podrían vencer con los aliados; ni, por un lado, habiendo sido vencidos por poco tiempo morirían antes que los otros, y venciendo también liberarían a los otros.
El Triunfo sobre los Bárbaros
25. Y los hombres, como son valerosos, y como no se cuidaban de sus cuerpos, y en favor de la virtud no tenían apego a la vida, pues sentían más vergüenza de sus leyes que temían el peligro de los enemigos, pusieron un trofeo de los bárbaros en ayuda de la Hélade en la de ellos, cuando se lanzaron por las riquezas hacia la tierra extranjera.
La Victoria Anunciada
26. (…) en las fronteras de su tierra, por un lado, así prontamente hicieron esta hazaña, de tal manera que ellos mismos anunciaron a los demás, por un lado, la llegada de los bárbaros, por otro, la victoria de los antepasados. Pues ciertamente tampoco nadie de los otros tuvo miedo por un futuro peligro, sino que, como lo sabían de oídas, se complacieron por su libertad. De modo que no es extraño que, aunque estas hazañas sucedieron hace tiempo, como si fueran recientes, todavía ahora su virtud también sea envidiada por todos los hombres.
La Ira de Jerjes
27. Y después de esto, Jerjes, el rey de Asia, habiendo mostrado desprecio por Grecia, frustrado en su previsión, deshonrado por lo sucedido, disgustado por la desdicha, irritado contra los culpables, y siendo desconocedor de los males y desconocedor de los hombres valerosos, él, habiendo preparado mil doscientas naves, llegó diez años después. Y conducía una multitud tan inmensa de ejército de infantería, de tal manera que…