La vida picaresca de Diego Carriazo y Tomás de Avendaño
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Diego Carriazo y Tomás de Avendaño son dos jóvenes de buena familia que abandonan a sus familias y estudios para dirigirse a las almadrabas y dedicarse a la vida picaresca. Engañan a sus padres con el anuncio de que quieren trasladarse a Salamanca a estudiar. En el camino, engañan al ayo que los acompaña y, libres, se dirigen hacia el sur. En Toledo deciden hospedarse en la Posada del Sevillano para ver a la más hermosa fregona que se sabe. Avendaño se enamora pérdidamente de la moza, por lo que deciden quedarse en la ciudad. Avendaño trabaja en la posada como mozo de la cebada y Carriazo se emplea de aguador. Avendaño se declara a la fregona, por medio de una argucia: le promete una oración para el dolor de muelas, pero en realidad le escribe una epístola amorosa. De nada sirve, pues ella se muestra fría y distante. La irrupción del Corregidor da pie al relato del posadero en el que se descubrirá que Constanza es de noble nacimiento, hija natural del padre de Carriazo. La aparición repentina de los padres de Avendaño y Carriazo hace posible el reconocimiento de la verdadera identidad de los mozos, por lo que nada impedirá que Avendaño se espose con la ilustre fregona. Carriazo, a su vez, se casa con la hija del Corregidor.