El Viraje Conservador y la Paralización de Reformas en la Segunda República Española (1933-1935)

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) La Paralización de las Reformas durante el Bienio Conservador

El nuevo gobierno, presidido por Alejandro Lerroux, inició su mandato paralizando una buena parte del proyecto reformista anterior. En el campo, se frenó la reforma agraria: se fijó la devolución de tierras a la nobleza de Extremadura y se concedió total libertad de contratación.

Freno a la Reforma Agraria y Conflictos Regionales

  • La cuestión agrícola también enfrentó al gobierno central con la Generalitat de Cataluña, en manos de los republicanos de izquierda, a raíz de la promulgación de la Ley de Contratos de Cultivadores. Esta ley buscaba que los arrendatarios pudieran acceder a la propiedad de las tierras que trabajaban pagando a los propietarios unos precios tasados. Los propietarios catalanes, organizados alrededor de la conservadora Lliga Catalana, buscaron el apoyo de la mayoría conservadora en las Cortes. El gobierno de la Generalitat no aceptó la anulación y aprobó una nueva ley prácticamente idéntica, dejando el conflicto en una situación crítica.
  • Por otro lado, el gobierno central también se enemistó con los nacionalistas vascos al paralizar la discusión del proyecto de estatuto vasco impulsado por el PNV.

Contrarreformas en Ámbitos Clave

  • El gobierno también intentó contrarrestar la reforma religiosa aprobando un presupuesto de culto y clero e iniciando negociaciones para firmar un concordato con la Santa Sede.
  • En cuanto al ejército, se aprobó una amnistía para los sublevados.
  • En materia de educación, se respetaron los cambios del gobierno anterior, aunque se redujo considerablemente el presupuesto.

Consecuencias y Radicalización Política

El viraje conservador y la obstrucción de las reformas impulsadas en el bienio de izquierda tuvieron como consecuencia una radicalización del PSOE y de la UGT. El sector radical del PSOE y los anarquistas declararon una guerra abierta contra el nuevo gobierno, que se materializó en la proliferación de huelgas y conflictos.

Ante esta situación, la CEDA endureció su posición y reclamó una acción más contundente en materia de orden público, exigiendo participar directamente en el gobierno bajo la amenaza de retirar su apoyo parlamentario. El jefe del gobierno, Lerroux, accedió a estas peticiones y otorgó tres carteras ministeriales a la CEDA.

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