Virtud, Felicidad y Vida Contemplativa en la Ética de Aristóteles
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En la Ética Nicomáquea (E.N.), Aristóteles aborda tanto el bien del individuo como el bien de la sociedad, entrelazando así la ética y la política. Estudia la acción humana en cuanto conduce a su fin: el bien en sociedad. Sin embargo, este fin no puede definirse con exactitud, como tampoco las acciones humanas.
Contra el Intelectualismo Moral y el Relativismo
Aristóteles, contra el intelectualismo moral de Sócrates, considera que el bien no depende de su conocimiento teórico, sino de la observación de los hechos morales en la sociedad. Y aunque reconoce que estos hechos morales son diversos, contra el relativismo moral de los sofistas, defiende que no todas sus prácticas son beneficiosas para el ciudadano y la polis.
La Virtud: Una Investigación Empírica
Aristóteles propone una investigación empírica de las acciones y las pasiones para determinar las condiciones prácticas de la virtud. Estas condiciones implican:
- Elegir conscientemente obrar el bien.
- Tomar una decisión voluntaria y deliberada.
- Actuar con firmeza y desinterés, considerando el bien como un fin en sí mismo.
Estas condiciones deben ser reforzadas hasta convertirse en hábitos del alma, ya sean de la voluntad o de la razón, dando lugar a dos clases de virtudes.
Virtudes Éticas: El Término Medio
Las virtudes éticas son hábitos de la voluntad ante las acciones y pasiones. Consisten en "una disposición a elegir" el término medio, relativo al sujeto, entre dos extremos viciosos: uno por exceso y otro por defecto. Este término medio es determinado por la razón del hombre prudente según las circunstancias.
Estas virtudes no pueden ser clasificadas exhaustivamente, ya que dependen de diversas acciones y pasiones. Además, muchas de ellas no admiten término medio porque son virtudes o vicios en sí mismas. No obstante, Aristóteles presenta algunos ejemplos:
- Valentía: Término medio entre la temeridad y la cobardía.
- Templanza: Término medio entre la incontinencia y la pasividad.
Virtudes Intelectuales: Hábitos de la Razón
Las virtudes intelectuales son hábitos de la razón, según su facultad teórica o práctica.
Virtudes Intelectuales Teóricas
- Ciencia: Conocimiento de las causas de algo por demostración.
- Inteligencia: Conocimiento de los primeros principios de la ciencia.
- Sabiduría: Cultivo de la filosofía primera, es decir, de lo eterno y necesario.
Virtudes Intelectuales Prácticas
- Arte: Conocimiento de las reglas para producir algo material.
- Prudencia: Deliberación sobre los pros y los contras en la elección de los mejores medios para obrar un fin bueno.
La prudencia conlleva el dominio de las virtudes éticas y asume el primer principio práctico: "haz el bien y evita el mal". Según el bien que persigue, la prudencia se divide en:
- Sabiduría práctica: Si busca el bien del individuo.
- Economía: Si se ocupa del bien de la familia.
- Política: Si persigue el bien de la polis.
La Felicidad (Eudaimonía): Actividad y Fin en Sí Misma
Aristóteles define la felicidad (eudaimonía) como una actividad, elegida como un fin en sí misma, que consiste en la práctica de las virtudes. Precisa que la felicidad no consiste en:
- Riqueza: Porque es un medio, no un fin.
- Honor: Porque depende de los demás.
- Placer sensual: Porque animaliza al hombre.
Sin embargo, admite los placeres espirituales de la vida virtuosa y de la auténtica amistad entre hombres buenos.
La Vida Contemplativa: La Eudaimonía Perfecta
Aristóteles considera que la eudaimonía perfecta del hombre, la que más lo asemeja a los dioses, es la vida contemplativa del buen sabio. Esta vida implica cultivar ociosamente las virtudes intelectuales, empleando con moderación los bienes materiales. Es superior porque:
- Es duradera.
- Proporciona autonomía.
- La razón es la facultad más excelsa del hombre.