La Visión de John Stuart Mill: Libertad Individual y Límites del Poder Estatal

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La Filosofía de John Stuart Mill: Libertad Individual y Límites del Poder Estatal

Para John Stuart Mill, no existe un contrato social ni las llamadas obligaciones sociales que se desprenden de él. Sin embargo, lo que sí existe es una protección que brinda la sociedad al individuo, y este tiene que responder a ella de dos formas:

  1. No perjudicando los intereses y derechos del prójimo.
  2. Tomando parte en los trabajos y sacrificios para defender a la sociedad y sus miembros.

La sociedad tiene el derecho de imponer estas obligaciones, así como de castigar cuando no se cumplen; incluso, a veces, puede censurar y castigar con la opinión. No obstante, su poder no debe ir más allá de lo que no le incumbe. Puede y debe sugerir acciones para el comportamiento y la educación de sus miembros con el fin de evitar futuros problemas, pero siempre debe darle preeminencia a la libertad individual y a la responsabilidad que el individuo tiene sobre sus propios actos. Uno de los mayores peligros de la intervención pública en la conducta personal es que lo hace sin medida y fuera de contexto. Este tipo de intervención, para Mill, se ha convertido en una tendencia universal.

Las Dos Máximas de Mill sobre la Intervención Social

Mill retoma las dos máximas principales de su ensayo:

  1. La persona no tiene derecho a rendir cuentas a nadie mientras no afecte los intereses del otro.
  2. El consejo, la instrucción, la persuasión y el aislamiento social son los únicos medios legítimos que tiene la sociedad sobre el actuar individual.

El Rol del Gobierno y la Intervención Estatal

El gobierno debe evitar el crimen antes de que se cometa y solo en casos excepcionales podrá ejercer un uso legítimo de la violencia para evitar un mal no deseado. Sin embargo, sus atribuciones serán tan pocas que ni siquiera deberá imponer restricciones en el comercio, dejando este campo al libre intercambio. De la misma forma, el Estado tendrá la menor participación posible dentro de la industria, dejándosela a particulares. Cuando sea necesario, impondrá impuestos como medio de restricción al consumo y a los efectos de ciertos artículos, pero habrá de tomar en cuenta cuáles son los artículos más prescindibles en una sociedad.

La Educación según Mill

En cuestión de educación, Mill hace algunas observaciones importantes. Considera que el gobierno debe agotar las posibilidades de educar a las clases obreras y gobernarlas como si fuesen clases libres. Pero deberá exigir e imponer cierta educación a la totalidad de sus ciudadanos, limitándose a ayudar económicamente a quienes no dispongan de los medios necesarios para dar esa educación a sus hijos. Esta educación la podrán recibir donde y con quienes les plazca, pues el Estado no deberá tener el control de ella ni el poder de impartirla. Cualquier esfuerzo del Estado por influir en la educación y el pensamiento de sus ciudadanos es particularmente nocivo.

Límites a la Intervención Estatal: Razones Fundamentales

Finalmente, Mill recalca que ni siquiera en esos ámbitos en los que el Estado puede intervenir sin violar la libertad de los individuos es deseable su participación. Argumenta las siguientes razones:

  1. Hay cosas que el individuo puede hacer mejor.
  2. Es preferible que, aunque el gobierno pueda ser más eficaz, las cosas las hagan los individuos, ya que esto incrementa su independencia, experiencia y conocimiento.
  3. Es peligroso incrementar innecesariamente el poder del gobierno. Las burocracias adquieren tantas facultades que todo queda en sus manos.

La verdadera obligación del Estado es estimular la actividad de sus ciudadanos y no hacer todo por ellos, pues, a final de cuentas, como dice John Stuart Mill: “El valor de un Estado, a la larga, es el valor de los individuos que lo constituyen.”

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