Visiones Urbanas y Pensamiento Social: Del Utopismo a la Modernidad

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En el séptimo y último periodo, el de la armonía, se destaca la propuesta de Charles Fourier: el Falansterio. Esta ciudad de la armonía, concebida como un edificio comunal (cuya idea fue posteriormente retomada por Le Corbusier), estaba diseñada para albergar a 1620 personas. Este número tan preciso se justificaba por la necesidad de satisfacer una serie de categorías y cruces de pasiones individuales, con el objetivo de evitar su represión.

En la Falange, el espacio central del Falansterio, se ubicaban las caballerizas, lavanderías, cocinas, entre otros servicios, de manera similar a la ciudad de Owen. Los habitantes residían en el perímetro del Falansterio, distribuidos por edades: los ancianos en la planta baja, los niños en la primera planta y los adultos en la segunda. Su actividad cotidiana se desarrollaba en el interior, donde se encontraban los edificios comunales centrales. La vida en el Falansterio estaba rigurosamente reglamentada, incluso en aspectos como el sexo y el amor. Las personas trabajaban en función de sus capacidades y recibían en función de sus necesidades.

Jean-Baptiste Godin: La Armonía Social sin Separación Familiar

Este pensador francés, a diferencia de los dos anteriores, no planteaba la separación de las familias. Sin embargo, también defendía la idea de edificios comunales de población reducida. Godin proponía ubicar las actividades consideradas desagradables, como la industria o los hospitales, fuera de la ciudad, separadas por un cinturón verde.

Étienne Cabet y la Utopía Icariana

Étienne Cabet se acercó notablemente a las ideas de Tomás Moro. Su propuesta se materializó en la nación Ícaro, con su capital Icaria, cuyos habitantes eran conocidos como icarianos. Cabet proyectó una metrópoli rigurosamente geométrica, con casas idénticas desde el interior hacia el exterior, incluyendo la homogeneidad en el mobiliario.

La ciudad de Icaria estaba organizada en torno a una serie de calles centrales que conectaban los setenta barrios, cada uno representando a una de las setenta grandes naciones de la época. Al igual que en otras propuestas utópicas, los edificios con funciones desagradables (hospitales, industria) se situaban fuera de los márgenes de la ciudad.

El Legado de Cabet: De las Comunidades a la Influencia Política

En Estados Unidos, los seguidores de Cabet, los icarianos, fundaron una comunidad que, con el tiempo, se fragmentó y se redujo a dieciséis casas. Actualmente, la influencia de Cabet persiste en diversas esferas, no solo en el urbanismo, sino también en el ámbito político y social.

El planteamiento de Cabet se puede ver muy bien ejemplificado en la ciudad china de Nanjing: todas las casas iguales, con los mismos muebles, y por supuesto, todas con el libro de Mao.

Georg Simmel: Ciudad y Modernidad

Georg Simmel, contemporáneo de Max Weber y amigo suyo, experimentó un destino académico diferente. Mientras Weber triunfaba en el ámbito universitario, Simmel fue, en parte, rechazado. Según la mayoría de los autores, esto se debió a su origen judío y a que su estilo de escritura se adaptaba menos a los cánones académicos de la época.

Simmel poseía un estilo casi periodístico y mantenía una excelente relación con sus alumnos. Ha sido considerado el sociólogo de lo formal, prestando gran atención al protocolo y las formas sociales. Sin embargo, también ha sido descrito como un sociólogo impresionista, ya que se fijaba en cada detalle; todo parecía captar su atención y despertar su interés. Tendía a ver las dos caras de la misma moneda en muchos fenómenos.

Realizó un diagnóstico muy acertado de la modernidad. Sostuvo que su época se caracterizaba por lo siguiente:

  1. Un nuevo paradigma en la posición de los individuos: A principios del siglo XX, la posición social de los individuos ya no se definía por su lugar en la cadena de producción, sino por su capacidad de consumo. Simmel, en su obra La filosofía del dinero, argumenta que esta época se define por la capacidad del dinero, de lo monetario, para transformar las relaciones sociales.

    El dinero puede, y de hecho lo hace, nivelar la relación entre los individuos; la estandariza al eliminar aspectos sociales o políticos en la definición de la posición social, independientemente del origen familiar. Esto significa que las homogeneiza y estandariza, pero a la vez revela su lado oscuro: relaciones sociales frías, ajenas al afecto. Simmel estudió todo esto a través de la gran ciudad, el espacio donde se producen estas transformaciones en las relaciones sociales en virtud de la economía monetarista.

  2. Ideas fundamentales sobre la ciudad:

    • A) Distinción entre pequeña ciudad y metrópoli: Simmel no establece una diferencia entre ciudad y zona rural o campo, sino entre pequeña ciudad y metrópoli o gran ciudad.

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