Vivir con Autenticidad: Desafíos de la Influencia Social en la Felicidad y el Valor Personal
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La Esencia de Vivir: Más Allá de la Mera Existencia
Actualmente, el concepto de “vivir” se reduce simplemente al hecho de gozar de la vida, de estar, de coexistir, de respirar; en conclusión, de no estar muerto. Pero, tras estas afirmaciones, surge una pregunta a modo de inciso: ¿gozamos realmente de la vida? Las experiencias que hacen que la vida valga la pena residen en el poder gozar de esta.
El gozo es uno de los componentes más importantes de la felicidad. Yo, al menos, atribuyo el gozo a disfrutar el día a día con cada acto que realizamos, a hacer lo que nos es propio, lo que nos hace felices y a ser libres. Y con ser libre no hago referencia a hacer lo que uno quiera, sino a tener la capacidad de tomar nuestras propias decisiones sobre nuestra vida.
La Influencia Silenciosa de la Sociedad en Nuestra Percepción
Todos nosotros, o la gran mayoría, creemos que sí gozamos de la vida, que la vivimos, que la disfrutamos. Sin embargo, vivir algo va más allá de la mera existencia, pues vivir la vida es, básicamente, hacerlo de acuerdo con decisiones que se alinean con la esencia de quien uno realmente es. Y, desgraciadamente, muchos de nosotros vivimos según unos gustos, unas formas de vida, unas categorías que la sociedad, sin que seamos conscientes de ello, nos ha inculcado y nos sigue dictando.
La Construcción Social de Preferencias
Nuestro color favorito viene dado por experiencias que hemos vivido en la sociedad, experiencias que han determinado cuál es nuestro color favorito. Tal vez ni siquiera sabríamos responder a la pregunta “¿por qué es tu color favorito?” más allá de un simple “porque me gusta” o “porque es bonito”. Inconscientemente, nuestra mente se ha auto-imbuido de ese ideal por la influencia de las experiencias sociales.
La sociedad es un bucle que nos impone ideales, sentimientos u otras cosas inmateriales que no han surgido de forma propia de nosotros mismos.
La Devaluación de las Profesiones y el Valor Humano
Actualmente, numerosos trabajos se desvalorizan solo porque supuestamente son mucho más inferiores, se cobra menos o disponen de poco mercado laboral frente a otros. Los obreros, los mecánicos, los asistentes de limpieza: ¿por qué se les categoriza como personas inferiores a los médicos? Todo se resume a los estudios, ya que para llegar a ser médico debemos estudiar durante un largo periodo de tiempo y con gran dedicación, obtener notas elevadas y, por supuesto, realizar una carrera universitaria.
No deberíamos desvalorizar a las personas que trabajan en oficios para los cuales no se requieren estudios; es su trabajo y, por tanto, su sustento. Aseguro que muchas de las personas que trabajan en estos “trabajos inferiores” poseen muchos más valores morales y éticos que otras que ocupan “puestos más importantes”.
Pero, a pesar de todo esto, hay algo que sí impacta: que se preste más mérito a los futbolistas, que ganan millones y millones, como si fueran los reyes del mundo. Y déjenme decir que los verdaderos reyes del mundo son los profesores, personas que hacen posible la evolución académica, social y cultural en nuestra sociedad; en ellos recae una gran responsabilidad. La participación del maestro en las vidas de los jóvenes es, posiblemente, la más importante.
Conclusión: Redefiniendo el Valor Personal Más Allá de las Etiquetas Sociales
En conclusión, vivimos de acuerdo con los parámetros, formas de vida, leyes y actos que nos dicta la sociedad y/o el entorno en el que nos rodeamos. No gozamos completamente de la vida, pues muchas veces actuamos conforme a lo que la sociedad y nuestro entorno dictan como bueno o malo, lo que debemos o no hacer y cómo realizar ciertas cosas, en lugar de decidir y actuar según nuestra propia esencia.
Por tanto, vivimos en un mundo en el que todo ya está categorizado: mejor o peor, bueno o malo, pobre o rico, etc. Dividiendo así todos los trabajos y, por tanto, definiendo a las personas solo por la labor que realizan, y no por sus valores como individuos, que a priori —es decir, a simple vista— no podemos percibir.
Les asignamos valores éticos, morales o sociales solo por su trabajo, ya sea que tengan una fregona en las manos, un rodillo de pintura, una herramienta mecánica, unas botas de fútbol y un balón de oro, o un tensiómetro… ¡TU TRABAJO NO DEFINE TU VALOR COMO PERSONA, mucho menos el objeto que tengas en tus manos, o si vas de uniforme, con una placa, etc.!