La Voluntad de Poder y el Eterno Retorno: Claves del Pensamiento de Nietzsche
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La Voluntad de Poder
La voluntad de poder es la fuerza motriz que impulsa al superhombre a la creación de nuevos valores. Representa el deseo de ser más, de superarse constantemente. Esta voluntad creadora se asemeja a la del hombre en su estado de niño, caracterizado por la inocencia y la capacidad de dictar nuevos valores.
En esta concepción, Dios ya no es el límite, sino la tierra. El pecado, que antes se dirigía contra Dios, ahora se concibe como una ofensa contra la tierra. El mundo, el hombre y la vida misma son manifestaciones de la voluntad de poder. La vida, en esencia, es voluntad de poder, entendida como el impulso de vivir más, superarse y demostrar una fuerza en constante crecimiento; en definitiva, es la voluntad de crear valores.
Como afirma Zaratustra: "Soy aquel que es impelido a superarse a sí mismo constantemente". Por ello, una definición estrictamente "biologista" de esta voluntad (Nietzsche critica a Darwin) o una interpretación política o racista resultan inadecuadas.
El Valor y la Creación
El profundo interés de Nietzsche por los valores morales convierte la voluntad de poder en una voluntad creadora de valores, que implica también el aniquilamiento de los valores preexistentes. En sus fragmentos póstumos, esta voluntad adquiere una dimensión más general y cósmica: toda la naturaleza se supera a sí misma a través de la creación y la auto-reflexión. La "cosmología" de Nietzsche es vitalista y se opone a la mecanicista. En este contexto, se introduce otro tema fundamental de su pensamiento: el eterno retorno.
La voluntad de poder está intrínsecamente ligada al nihilismo, concepto previamente abordado.
El Eterno Retorno
Ruptura del Tiempo Lineal
El eterno retorno supone una ruptura con la concepción lineal del tiempo judeocristiano, que postula un principio (la creación) y un final (el Juicio Final). Nietzsche rescata el ideal griego de la eternidad del mundo para afirmar que no hay más mundo que éste. Aunque el tema se inspira en la mitología y los presocráticos, en Nietzsche adquiere un sentido más allá de lo cosmológico.
De este modo, Nietzsche niega la existencia de un "trasmundo" platónico o un "otro mundo" cristiano, reafirmando la unicidad de este mundo.
Fidelidad a la Tierra
Por lo tanto, este es nuestro único mundo, y cualquier evasión hacia otros reinos representa una pérdida de realidad. La consigna es, pues, permanecer fieles a la tierra. Como advierte Nietzsche:
"Yo os conjuro, hermanos míos, permaneced fieles a la tierra, y no creáis a quiénes os hablan de esperanza sobreterrenales. Son envenenadores. En otro tiempo, el delito contra Dios era el máximo delito, pero Dios ha muerto y con él han muerto también esos delincuentes. Ahora lo más horrible es delinquir contra la tierra. En otro tiempo el alma miraba al cuerpo con desprecio: y ese desprecio era entonces lo más alto: el alma quería al cuerpo flaco, feo, famélico. Así pensaba escabullirse del cuerpo y de la tierra" (Así habló Zaratustra, p. 35)
Sentido Axiológico y Afirmación de la Vida
El eterno retorno adquiere un profundo sentido axiológico, al ser la fórmula suprema de la fidelidad a la tierra y el "sí" a la vida y al mundo pronunciado por la voluntad de poder. Zaratustra es, precisamente, el "profeta del eterno retorno".
En esta fórmula, Nietzsche une dos afirmaciones cruciales:
- El valor y la inocencia del devenir y la evolución (en línea con Heráclito y en contra del platonismo).
- El valor de la vida y la existencia (en contra de doctrinas pesimistas como la de Schopenhauer).
El eterno girar del eterno retorno simboliza que este mundo es el único mundo posible, en contraposición a una historia lineal que conduce a "otro" mundo. Además, afirma que todo es bueno y justificable, dado que todo está destinado a repetirse. La imagen de un mundo que gira sobre sí mismo sin avanzar, como una peonza, representa un alegre juego cósmico, una canción de autoaceptación y una bendición de la existencia. Nietzsche presenta a Zaratustra como un danzarín.
El "Amor Fati"
La fórmula del eterno retorno expresa el deseo de que todo sea eterno, encapsulado en el concepto de "amor fati" (amor al destino): no desear que nada sea distinto, ni en el pasado, ni en el futuro, ni por toda la eternidad. De este modo, la filosofía de Nietzsche se erige como una filosofía afirmativa, a pesar de su frecuente aparente negatividad. Nietzsche solo dice "no" a aquello que considera negativo y destructivo.