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LOS PRESOCRÁTICOS

 Se conoce como filósofos presocráticos a un complejo grupo de pensadores griegos cronológicamente anteriores a Sócrates, y que están repartidos en varias escuelas son los precursores, la prehistoria del pensamiento griego.

Antes de la aparición de los presocráticos existió en Grecia una forma de pensamiento orgánico: la mitología. Los filósofos presocráticos desarrollaron un vocabulario más original, y a medida que fueron forjando nuevos conceptos para referirse a la totalidad del mundo (Physis u Naturaleza), inventaron una nueva racionalidad que les fue diferenciando de los mitólogos.

El fenómeno cultural de la filosofía presocrática nació en tos límites fronterizos del área helénica, en las zonas de su colonización bélica o comercial, precisamente allí donde los griegos están en contacto con el mundo oriental. Este contacto les permitió conocer los desarrollos del conocimiento egipcio y babilónico en el campo de la astronomía, geometría y la aritmética.

Los presocráticos adoptaron sus métodos, pero los despojaron de su finalidad práctica. Les interesaban los secretos de los astros, de las figuras y de los números por su belleza y por la excitación y satisfacción intelectual que provoca su comprensión.

La preocupación presocrática fue eminentemente científica; pretendían explicar fenómenos y comportamientos de la naturaleza, y comunicarlos a un público aún inmerso en un mundo tradicional mítico-religioso; de ahí la forma sacralizada de muchos de sus fragmentos filosóficos.

Los modelos de pensamiento desarrollados por los presocráticos fueron imaginativos y fantasiosos: no se circunscribían estrechamente dentro de los límites de la lógica y el sentido común, sino que evidenciaban independencia de criterio, así como una gran capacidad creativa.

El pensamiento presocrático representó el primer esfuerzo fructífero del hombre frente al problema del conocimiento del mundo. En aquel momento histórico todavía no se había delimitado el campo de la filosofía respecto del de la ciencia, y ambas constituían una misma cosa. El problema fundamental era un problema físico, naturalista; ¿Está el mundo hecho de una sustancia fundamental única? ¿Cuál es esa sustancia o material? Los primeros filósofos no eran antropólogos (del griego anthropos, hombre), pues su preocupación no era humanista. Aristóteles les llamó oi fisiologoi (los físicos). La mayoría de las obras de los presocráticos presentan el mismo título: Peri fiseos (Acerca de la naturaleza). Así el problema fundamental de estos primeros filósofos fue averiguar cuál era la sustancia primera (argé) de la que están hechas todas las cosas de la naturaleza (physis). La historia del pensamiento presocrático fue la sucesión de respuestas distintas a este mismo problema.

LA ESCUELA JONIO-MILESIA

TALES DE MILETO (624-548 A, DE C.)

La historia considera a Tales como uno de los siete sabios clásicos de Grecia. Se ganó la vida como comerciante, vendiendo aceitunas. Una anécdota de su vida nos narra que cuando iba por la calle mirando los astros se cayó en un pozo, lo que provocó las burlas de sus conciudadanos.

El primer filósofo de la historia fue. pues, ya ridiculizado por sus preocupaciones filosóficas, alejadas del sentido común de la vida cotidiana. Sin embargo, Tales no careció de sentido práctico: dirigió en Mileto una escuela de náutica, construyó un canal y tuvo veleidades políticas, entre las que se cuenta la elaboración de una constitución para la ciudad de Teos. Predijo un eclipse de sol que le dio fama de semidiós en un momento en que la ciencia estaba en embrión, y que permite saber exactamente que el filósofo vivía el día 28 de mayo del año 585 a. de C.. fecha en que se produjo el eclipse, según los astrónomos.

Los griegos distinguían dos tipos distintos de realidades: una natural, que se desarrollaba por sí misma (la physis o naturaleza) y otra artificial, producto de la actividad humana y que no tenia en sí misma poder de auto desarrollarse (la techné o técnica).

Se ha dicho ya que el problema presocrático fue averiguar cuál era el principio material último de la physis. Este principio material o argé sería la esencia misma de las cosas, aquello de que están hechas todas las cosas del mundo, su sustancia material (en griego, su ousia).

Tales creyó que el primer principio era el agua, y quizá llegó a esta conclusión al observar que todos los seres vivos precisan del elemento húmedo para seguir viviendo: las semillas precisan ser regadas para generar las plantas; los animales y el hombre precisan el agua para vivir o mueren de sed. Esta idea de Tales no era absolutamente original: los poetas Hornero y Hesíodo habían afirmado que el dios Océano (que puede interpretarse como e! elemento húmedo) era el padre de todas las cosas; también en la mitología oriental se habla a menudo de un caos acuoso como fundamento del que todo surge. Por otra parte, la importancia concedida al agua pudiera ser un reflejo inconsciente de la importancia sociológica del mar como elemento esencial de la vida de Mileto, ciudad que basaba su subsistencia material en la pesca y en el comercio marítimo.

El principal mérito filosófico de Tales fue el de acuñar el concepto de «principio originario del que proviene todo ser», aunque la palabra urge que expresa exactamente este concepto sea de época posterior.

Tales tenía una visión antropomórfica del mundo. Utilizó su conocimiento del hombre como punto de referencia para su conocimiento de lo real (proyección antropomórfica). Así, creyó que todo lo que se mueve tiene un alma, lo que le indujo a creer que el hierro tenía alma, puesto que era atraído por el imán. Esta doctrina se conoce con el nombre de hilozoísmo (de hyie, materia y zoé, vida); es decir, es aquella concepción que cree que toda la materia natural es, en cierto sentido, materia viva. También se la puede denominar animismo.

ANAXIMANDRO (611-546 A. DE C.)

También era habitante de Mileto. Suyo es e! Primer escrito filosófico de Occidente, ya que de Tales no se conserva nada escrito: ferifiseos o Sobre la Naturaleza. Lo mismo que Tales, no fue sólo un teórico especulativo, sino que demostró un cierto saber práctico: construyó un mapa de las tierras conocidas en su época, un globo celeste y un reloj solar.

Anaximandro creía que la respuesta de Tales al problema del argé. o sustancia primera de la que provienen todas las cosas, era ilógica: es absurdo suponer que las cosas de naturaleza seca (el fuego, por ejemplo) provienen del elemento húmedo, que es su contrario. Así, pues, para solucionar este problema imaginó que todas las cosas provenían de una sustancia eterna, completamente indeterminada, es decir, que no tenía ninguna cualidad definida, y que, por tal razón, podría llegar a adquirir cualquier determinación, podría convertirse en cualquiera de las cosas de este mundo. A esta sustancia indeterminada le llamó apeirón. Los primeros intérpretes concibieron el apeirón como el fondo infinito e inagotable del que todo se nutre.

La concepción de Anaximandro se conoce en filosofía con el nombre de monismo (de monos, uno) porque imagina que todas las cosas de este mundo provienen de una única realidad de fondo: el apeirón.

Para Anaximandro, las cosas del mundo se engendran a partir del apeirón y, cuando mueren, vuelven al apeirón. Ahora bien, este continuo engendrarse y perecer hace que algunas cosas dominen sobre otras, lo que, para Anaximandro, es una injusticia cósmica (una adikía). Además de esto, creyó que, como compensación, existe una justicia cósmica (una dike) que restablecerá tarde o temprano el equilibrio, con lo que desaparecerá la injusticia. Esta noción de la justicia cósmica prefigura la idea de que la naturaleza está dominada por leyes, idea que tendrá fructíferas consecuencias para el pensamiento científico.

Intuyó también, adelantándose a su época, una de las ideas básicas de la filosofía del siglo XIX: la de que la especie humana procede por evolución de otras especies inferiores. En efecto, Anaximandro considero que los antepasados de los hombres fueron peces y, en consecuencia, poco a poco, éstos se acostumbraron a vivir en tierra.

ANAXÍMENES (588-534 A. DE C.)

Era discípulo de Anaximandro y también ciudadano de Mileto. Para Anaxímenes, el principio de todas las cusas naturales era el aire. Opinó esto al concebir que el aire es aquello que permite existir a todos los seres vivos. Para él, el aire era el fluido vivificador. El aire es lo que da origen a la vida, lo que hace que tenga un alma (alma viene del latín anima, que. a su vez, proviene del griego uñemos, aire),

LA ESCUELA DE ÉFESO

HERÁCLITO (536-470 A. DE C.)

Nació en Éfeso (Jonia). Se saben muy pocas cosas de su vida. Parece ser que era de familia acomodada, incluso aristocrática. De carácter retraído, se retiró a vivir solo a las montañas, donde se dedicó a la meditación, alimentándose de hierbas.

Se le atribuye un libro, que lleva el mismo título que los de la mayoría de presocráticos (Sobre la naturaleza), escrito en un estilo premeditadamente enrevesado, de oráculo o adivino, hecho en forma de aforismos o refranes breves. La dificultad de la comprensión de esta obra le valió el sobrenombre de «el oscuro».

Heráclito consideraba la realidad como algo esencialmente móvil y fluyente, en devenir.

Expresó esta idea metafóricamente: «No podemos bañarnos dos veces en el mismo río porque sus aguas fluyen constantemente y el río deja de ser el mismo que era antes». Todo pasa constantemente de un estado a su contrario, de la vida a la muerte, de lo seco a lo húmedo, etcétera. Todo cambia, pero no de forma anárquica, sino siguiendo un orden que impone la Ley (Logos). Para Heráclito, el origen de esta realidad en flujo continuo es el fuego. («Este cosmos no fue hecho por dioses o por hombres, sino que siempre fue, es y será, al modo de un fuego eternamente viviente, que se enciende y se apaga con medida».) De este fuego surgen los cuatro elementos básicos (aire, agua, fuego y tierra) que combinados constituyen todas las cosas del cosmos. La combinación de los cuatro elementos se produce mediante un enfrentamiento, una lucha. Así, para Heráclito, la lucha era una idea necesaria para la creación de la realidad. Esto le indujo a alabar el concepto de la guerra, y no sólo en un plano filosófico, sino también en un plano sociológico: en la sociedad, la guerra es buena porque decide qué hombres son los hombres superiores y qué hombres deben ser tratados como esclavos.

LA ESCUELA DE ELEA

JENÓFANES (570-480 A. DE C.)

Nació en Colofón (Jonia) y llevó una vida errante, de rapsoda y poeta, hasta establecerse en Elea, donde fundó una escuela filosófica. Era un hombre de mentalidad independiente; sus viajes le enseñaron a pensar por cuenta propia, con un sentido crítico y antidogmático.

Jenófanes fue el primer teólogo de la historia de la cultura, el primero que trató el problema de Dios. Criticó a los dioses de la mitología griega porque estaban cortados en patrón humano, pareciéndose demasiado a los hombres. Y, si bien no llegó a una concepción monoteísta (creencia en la existencia de un solo Dios), sí creyó en una especie de politeísmo jerarquizado (hay varios dioses, pero uno de ellos es superior a todos los demás).

Jenófanes se rebeló contra la concepción de la cultura como un don de la divinidad y dijo: «Los hombres lo han conseguido todo mediante sus esfuerzos inquisidores». También se enfrentó con la escala de valores tradicionales que daban lugar preeminente a la fuerza; afirmó que la sabiduría es superior a la fuerza, la belleza y la destreza.

PARMÉNIDES (540-470 A. DE C.)

 Era de la misma ciudad de Elea. Parece ser que fue discípulo de Jenófanes, pero como filósofo puede considerársele como muy superior. Se dedicó a cuestiones políticas, dando leyes civiles a su ciudad natal. Lo que se conserva de su obra se halla en un extenso poema titulado Sobre la Naturaleza.

La preocupación de Parménides no fue tan naturalista o física como la de sus predecesores. Con él, nace una nueva disciplina filosófica: la Metafísica, o ciencia que estudia el ser. El ser es la única cualidad que tienen en común todos los objetos del mundo; unos son blancos, otros negros; unos suaves, otros rugosos; unos circulares, otros rectos, pero todos los objetos son, todos poseen la cualidad de ser.

Las características especiales que según Parménides tiene e! ser (el ser es único, inmóvil, eterno, continuo etcétera) hacen que el concepto de ser se aproxime al concepto de Dios.

ZENÓN DE ELEA (SIGLO V A. DE C.)

 También era de Elea. Parece ser que fue el Discípulo predilecto de Parménides. Gracias a el, la escuela eleática recibió aquella forma típica que se ha conocido con el nombre de erística o dialéctica. La erística (de éris, lucha) es el arte del diálogo, de la disputa filosófica, de la argumentación.

En la escuela eleática se dio más importancia a los resultados de la argumentación abstracta que a tos testimonios de los sentidos (racionalismo epistemológico). Así, por ejemplo, Zenón negó la existencia del movimiento porque conceptualmente, mentalmente, es imposible imaginárselo, dado que el espacio es divisible en un número infinito de puntos, y para moverse de un punto a otro habría que atravesar infinitos puntos, lo cual es imposible.

LA ESCUELA PITAGÓRICA

 El primer problema que se presenta al estudiar esta escuela es la verosimilitud de la existencia de un personaje llamado Pitágoras. Algunos estudiosos consideran que fue un individuo realmente existente, que nació en Samos (¿570-496 a. de C.?), ciudad de la que emigró por las dificultades que le causaba el gobernante Polícrates, estableciéndose en Cretona (Italia) cuando tenía 40 años. En esta ciudad desplegó su principal actividad matemática y filosófica, fundando una escuela.

Parece ser que Pitágoras no escribió nada, pero supo reunir a un grupo de hombres sabios, con los que realizó investigaciones filosóficas, a la vez que fundó una especie de comunidad con una estructura religioso-científica, fuertemente impregnada de ascetismo y misticismo. El estudio de la matemática fue considerado como un medio de perfeccionamiento espiritual.

La sociedad pitagórica fue un movimiento continuador de una religión primitiva; el orfismo, una religión pagana en la que se rendía culto al dios Dionisos (Baco), dios del vino y de la sangre, en cuyo honor se realizaban frecuentes orgías.

Históricamente cabe distinguir dos corrientes pitagóricas distintas: el circulo pitagórico antiguo y el círculo pitagórico nuevo.

El Antiguo Círculo Pitagórico es el grupo que el mismo Pitágoras fundó en Cretona. A este grupo pertenecieron una serie de sabios, entre los que podemos destacar a Alcmeón de Crótona, descubridor del cerebro como órgano central de la vida psíquica, y a Filolao, que supo, anticipándose a su época, que la tierra no ocupa el lugar central del cosmos. Esta primitiva secta se deshizo en la segunda mitad del siglo V a. De C. por razones políticas: los demócratas en el poder los expulsaron por sus ideas aristocratizantes y autoritarias.

Una vez expulsados de Cretona, los pitagóricos se establecieron en Tárente, formando el Nuevo Círculo Pitagórico. Este se subdividió en dos grupos: los acusmáticos, ascetas pordioseros que seguían al pie de la letra los supersticiosos preceptos prácticos, y los matemáticos, interesados por las ciencias y las artes, particularmente la música, la geometría, la medicina y la astronomía.

En la sociedad pitagórica se admitían en plena igualdad de derechos a hombres y mujeres; la estructura de la propiedad era comunitaria, lo mismo que la forma de vida. Cuando la secta realizaba algún descubrimiento científico o matemático, se consideraba como un hallazgo colectivo o se le atribuía a Pitágoras, aún después de su muerte. Estos descubrimientos eran propiedad de la escuela y no podían ser revelados al vulgo.

LA IMPORTANCIA DE LOS NÚMEROS

Para los pitagóricos, los números eran la esencia misma de realidades tan heterogéneas como el cielo, el matrimonio y la justicia.

Anteriormente, los griegos habían representado los números con letras del alfabeto. Los pitagóricos los representaron con puntos, estableciendo una estrecha relación entre matemáticas y geometría. El 1 era el punto, el 2 la línea, el 3 el plano o el triángulo y el 4 el cuadro o el sólido.

La teoría pitagórica del número implicó que se considerase que la naturaleza es un todo bien organizado y estructurado, que existía una legalidad cósmica subyacente a los fenómenos naturales. Dos ideas que, a partir de esta teoría, adquirieron plena importancia, son las ideas de armonía y proporción, que influyeron en múltiples aspectos de la vida griega: la poesía, la retórica, la arquitectura, la religión, la ética, etcétera.

La influencia del pitagorismo ha sido inmensa. En Platón, San Agustín, Santo Tomás de Aquino, Descartes, Spinoza, Leibniz, Hegel, etc., aparece esa mezcla de religión y razonamiento, de misticismo y lógica. Esta mezcla dio origen a la teología intelectualizada de Occidente, distanciándole del profundo misticismo contemplativo, metafísico e introspectivo de las civilizaciones orientales.

LOS PLURALISTAS

A esta escuela se la denominó así para distinguirla de las anteriores, que eran monistas (del griego monos, uno). Los pluralistas creían a diferencia de los monistas, que la realidad se origina a partir de la conjunción de varios principios y no a partir de un solo principio o argé. Los principales pensadores pluralistas fueron: Empédocles, Anaxágoras, Leucipo y Demócrito.

EMPÉDOCLES DE AGRÍGENTO (492-430 A. DE C.)

 Fue un personaje muy extraño, mezcla de poeta, adivino y filósofo. Ejerció entre sus contemporáneos una fascinación enigmática. Creyéndose inmortal, se arrojó al cráter del volcán Etna, muriendo abrasado. Sus dos obras conocidas son Las Purificaciones y Perifiseos, escritas en verso y de las que sólo se conservan algunos fragmentos.

Para Empédocles, todo lo que existe se ha formado por combinación y mezcla, en determinadas proporciones. de las cuatro sustancias fundamentales: agua, aire, tierra y fuego, que son los cuatro elementos de que se compone toda realidad y que a su vez están compuestos de partículas inmutables. El mérito de Empédocles radicó en anticipar la idea científica de «elemento químico» (o «constituyente último cualitativo de la realidad»). Así, un objeto concreto del mundo empieza a ser (unión de partículas) o deja de ser (disgregación), pero las partículas básicas ni empiezan a ser ni dejan de ser; son eternas e indestructibles. De esta forma prefiguró otra idea científica que más tarde se tradujo como Ley de conservación de la materia (la materia no se crea ni se destruye; sólo se transforma), elaborada por Lavoisier.

Junto a estos cuatro elementos, y para explicar el origen del movimiento que los pone en contacto y Justifica su combinación, Empédocles introdujo la idea de «fuerza», pero con una envoltura religiosa. Hay dos tipos de fuerzas divinas: una agregadora o Filia (el amor) y otra disgregadora o Neikos (el odio). Estas dos fuerzas dominan alternativamente, sucediéndose una a otra en un proceso cíclico, y así el mundo se va formando (dominio del amor) y destruyendo (dominio del odio) en un movimiento eternamente repetido. La evolución del cosmos sería un eterno retorno.

Para Empédocles, en el origen de los tiempos, en el albor de la formación del mundo, el predominio del amor hizo que las cosas se unieran indiscriminadamente unas con otras y así se formaron multitud de seres monstruosos y deformes, de los que sólo sobrevivieron los más aptos, que son las especies existentes en la actualidad. Los seres humanos eran ambiguos, hermafroditas y estériles; en ellos cohabitaban dos principios: uno masculino y otro femenino; el odio separó estos dos principios y el amor humano emprendió una búsqueda desesperada de la otra mitad de uno mismo para retornar a la unidad primigenia, en la que hombre y mujer eran una y la misma cosa.

ANAXÁGORAS DE KLAZOMENES (500-428 A. DE C.)

 Expuso sus doctrinas en la Atenas de Pericles, de donde tuvo que huir a la muerte de éste, acusado por el vulgo de ateísmo y de falta de respeto a la religión tradicional.

Para Anaxágoras, la realidad no se compone tan sólo de cuatro elementos, sino de infinitos elementos cualitativamente distintos, de las partes pequeñísimas de que están hechas todas las cosas a las que llamó homeomerías o spérmata (gérmenes). En cada cosa material hay infinitas spérmata, pero la cosa toma aspecto exterior de la spérmata más abundante en ella. La formación de las diversas cosas las explicó por la unión de las homeomerías y el cambio de una cosa en otra por una reestructuración de las homeomerías que la componen.

Las cosas, pues, aunque estén formadas por los mismos constituyentes últimos, eran para Anaxágoras diferentes entre sí, porque estos constituyentes se agrupan en distintas formas, según la posición que ocupan.

Y así, la diferencia entre toda? las cosas no es una diferencia material cualitativa, sino una diferencia formal cuantitativa. Las cosas son distintas porque es distinta su disposición o estructura interna.

Anaxágoras introdujo la idea del Nous o Mente Universal, que es una especie de sustancia espiritual, un principio divino que combina las infinitas homeomerías causando la multiforme variedad de lo existente.

LOS ATOMISTAS: LEUCIPO Y DEMÓCRITO

 El fundador de la escuela atomista fue Leucipo (460-370 a. de C.), pero su obra está mezclada con la de su discípulo y continuador Demócrito (460-370 a. de C.) hasta un punto en que es difícil deducir cuál es la aportación personal de cada uno. Normalmente, se estudian sus ideas como si fueran expresión de un solo pensador.

La concepción del mundo de los atomistas es profundamente materialista: no admiten ningún principio espiritual, todo es materia, incluso el alma humana, Para los atomistas, los principios últimos de todas las cosas eran los átomos (los indivisibles). Los átomos se diferencian de las homeomerías en que no son sustancias con cualidades distintas, sino sustancias homogéneas; lo que diferencia unos de otros es una serie de aspectos cuantitativos, como la forma, el tamaño, el peso, etcétera.

Los átomos son impenetrables, pesados, eternos, indestructibles, ocupan un lugar del espacio en el seno de una especie de no ser o nada relativa que es el vacío. Los átomos son infinitos en número: no tienen cualidades materiales de ninguna clase que los distingan entre sí: todos son de la misma naturaleza, pero con una enorme variedad de formas distintas, que les hacen aptos para engarzarse, para complementarse unos a otros formando las múltiples formas aparentes de lo real.

Los aspectos cualitativos de las otras realidades no atómicas, tales como el sabor, el color, el calor, etc., constituyen algo que, según los atomistas, pertenece no tanto al objeto físico cuanto al sujeto que los percibe. Esta opinión de que la apariencia de las cosas se ve afectada por la subjetividad humana se conoce en filosofía con el nombre de subjetivismo.

Para explicar el movimiento de los átomos, Leucipo y Demócrito no recurrieron a principios espirituales exteriores a la materia (como Filia, Neikos, Nous, etc.), sino que su explicación es puramente materialista. Los átomos se mueven porque son pesados y están en el vacío; es decir, su movimiento es una caída, y en esta caída a distintas velocidades se produce la unión de unos con otros, formándose así la totalidad de lo existente.

LOS SOFISTAS

 Con el término «sofistas» se designa a un grupo de eminentes personalidades de la cultura y la filosofía griegas que vivieron en el siglo V a. de C. En la actualidad el término «sofista» tiene un valor semántico esencialmente negativo, debido a la tradición iniciada por los tres grandes clásicos de la filosofía griega (Sócrates, Platón y Aristóteles). En realidad, en su origen, el término sofista significaba sabio, hábil, competente, y era en este sentido que lo usaban quienes lo ostentaban.

Los orígenes del movimiento sofístico están estrechamente relacionados con el vasto cambio político y social que, después de vencer a los persas, implantó en Grecia regímenes democráticos (salvo Esparta). La democracia ateniense era una democracia directa, no representativa (como las actuales); es decir, todos los ciudadanos tenían la posibilidad de participar directamente en las decisiones públicas, a través de las frecuentes asambleas populares y tribunales públicos convocados. En estas intervenciones públicas, la posibilidad de hacer prevalecer las propias tesis dependía única y exclusivamente de la capacidad expresiva, retórica. Y aquí intervinieron los sofistas: su principal función (función que realizaban en forma de profesores ambulantes y cobrando un sueldo) consistía en enseñar un nuevo arte: la erística (de eris, lucha), concebida como el arte de persuadir y argumentar en

forma dialéctica; la erística era un procedimiento retórico, discursivo, que enseñaba la capacidad de sostener indiferentemente el pro y el contra de cualquier tesis, sin preocuparse de la verdad o la falsedad de lo defendido.

Aunque los sofistas explicaban sus técnicas y procedimientos a todo aquel que tuviera dinero para pagarlo, su objetivo pedagógico primario no era tanto

formar a! pueblo como educar a los que debían ser caudillos de ese pueblo.

Para conseguir sus objetivos, los sofistas se dedicaron a estudiar profundamente toda una serie de cuestiones gramaticales y lingüísticas.

El lenguaje adquirió con ellos el carácter de instrumento. Enseñaron a los jóvenes atenienses a considerarlo como si fuese un arma, con un objetivo casi agresivo, que consistía en la mayoría de los casos en convencer a los demás para ocupar uno mismo puestos sociales de responsabilidad.

En política, los sofistas fueron los fundadores de la demagogia (conducción del pueblo) y la psicagogia (conducción de almas); en teoría del conocimiento

fueron los fundadores del escepticismo (doctrina que niega la posibilidad del conocimiento).

Con los sofistas, el hombre y las cosas humanas pasaron al primer plano de la problemática filosófica. Eran humanistas; creían que el único saber que merece realmente tal nombre es el saber práctico, útil para el hombre. Desde esta perspectiva, rechazaban la filosofía de la naturaleza de los primeros presocráticos.

A partir de sus críticas, los sofistas fundaron el subjetivismo o relativismo («la verdad de la cosa conocida es relativa al sujeto que la conoce»). Este relativismo subjetivista lo expresó perfectamente Protegerás (480- 410 a. de C.): «El hombre es la medida de todas las cosas».

Los sofistas fueron individuos cosmopolitas, apartidas, que viajaron frecuentemente por todo el mundo conocido. En este continuo viajar conocieron gran cantidad de costumbres y leyes, lo que les llevó a rechazar la idea imperante de que la ley era algo eterno y universalmente válido. Los sofistas fueron, en este punto, convencionalistas, no naturalistas.

Sócrates, Platón y Aristóteles fueron unos declarados antisofístas. Aristóteles ni siquiera los consideró en sus escritos y Platón habló siempre de ellos como hombres prácticos, como activistas políticos, pero no como pensadores teóricos, como filósofos, tratándoles siempre despectivamente.

 SEGUNDA PARTE

 

LA LÓGICA

 Mientras la ciencia anatómica sería un análisis de los cuerpos, la ciencia lógica sería un análisis del pensamiento o del medio con el que se expresa este pensamiento: el lenguaje. Aristóteles descubrió que el espíritu (el pensamiento, el lenguaje) posee una estructura interna similar a la de la materia. Así, desmenuzó el espíritu humano y extrajo tres elementos fundamentales: el concepto, el juicio, y el raciocinio.

El concepto es la representación intelectual abstracta de un objeto. El hombre conoce las cosas que le rodean de una manera sensible (este monte, esta silla, este hombre), pero tiene una facultad (abstracción) que le permite prescindir de las características concretas y accidentales de los objetos y referirse a sus aspectos esenciales, es decir, le permite saber qué es el monte, la silla, el hombre, etcétera, Estos aspectos esenciales constituyen la idea, el concepto o, en términos aristotélicos, el universal.

Aristóteles clasificó los conceptos en 10 grupos distintos: una sustancia y nueve accidentales (cualidad, cantidad, relación, tiempo, lugar, acción, pasión, estado, posición).

Cuando se unen dos o más conceptos para obtener un enunciado acerca de la realidad, se forma un juicio. Un juicio es verdadero cuando se adecua con la realidad, es decir, cuando los dos conceptos que se unen en el juicio se refieren a dos objetos efectivamente relacionados en la realidad.

El raciocinio es aquella forma lógica que consiste en inferir un juicio desconocido a partir de otros conocidos. Hay dos clases de raciocinios: los deductivos (que a partir de una afirmación universal deducen una afirmación particular).

Y los inductivos (que siguen el camino inverso: van de la recolección de datos particulares a la afirmación de una verdad universal). Para Aristóteles, la forma perfecta de raciocinio es el deductivo, al que llamó silogismo. La teoría de los silogismos (descripción de su forma, de su empleo, de sus leyes, etcétera) constituye el núcleo de la lógica aristotélica.

LA METAFÍSICA

 Aristóteles es también el fundador de una nueva disciplina filosófica: la metafísica.

El objeto fundamental de estudio metafísico es el ser de las cosas. Las distintas ciencias particulares estudian los objetos de este mundo ateniéndose a características específicas de ellos; así, la física estudia

los objetos en cuanto móviles, la química, en cuanto mutables y reorganizables, la biología, en cuanto vivos, etcétera. La metafísica estudiará a los objetos en cuanto existentes y la definió así: «Es la ciencia del ser en cuanto ser». Ahora bien, Aristóteles no dedicó su atención a todos los seres, sino a aquel ser modélico, arquetípico que es Dios, el más perfecto de todos los seres. Así, la Metafísica se convirtió en una especie de teología. Las concepciones éticas de Aristóteles no son muy originales, limitándose a ser la formulación en términos filosóficos de las ideas dominantes sobre el ethos (comportamiento, conducta) en la sociedad de su tiempo.

LA POLÍTICA

La obra política de Aristóteles es una de las primeras grandes sistematizaciones de la política de los pueblos. En ella partió de un enorme cúmulo de material empírico (el estudio de las constituciones políticas de la mayoría de las ciudades conocidas de su época). Para él, el Estado es la forma superior de las comunidades humanas. La primera institución natural es la familia (basada en dos tipos de relaciones: marido-mujer, amo-esclavo). La unión de varias familias constituye una aldea y la unión de varias aldeas autónomas y autosuficientes constituye un Estado, una polis. Según Aristóteles el hombre sólo puede realizarse plenamente en el interior de una comunidad política. Lo definió como zoon politíkón, o sea, «animal político».

En cuanto a las formas de gobierno, delineó especulativamente un cuadro de regímenes políticos posibles, considerando tres formas de gobierno aceptables y tres formas condenables:

    • Monarquía: Gobierno de uno solo.
    • Aristocracia: Gobierno de los mejores
    • Democracia: Gobierno de la multitud

Todos estos sistemas deben buscar el bien y la felicidad de todos. Cuando esto no ocurre aparecen perversiones o degeneraciones:

    • La Monarquía da lugar a la Tiranía
    • La Aristocracia da lugar a la Oligarquía
    • La Democracia da lugar a la Demagogia

Aristóteles insinúa que el gobierno ideal puede ser el de una clase intermedia. De cualquier forma, afirma que cualquier forma de gobierno es buena si respeta la felicidad, el bien y utilidad de todos.

Un gobierno que actúe correctamente ha de cumplir:

    • Esté de acuerdo con la naturaleza humana.
    • Esté de acuerdo con las condiciones históricas concretas que se dan.

 TERCERA PARTE

EL PENSAMIENTO FILOSÓFICO CRISTIANO

El cristianismo no es una filosofía propiamente dicha, sino una religión que, tal como queda expresado en los dogmas de la Iglesia católica, «fue fundada por Jesucristo, hijo de Dios, enviado por Dios Padre como Mesías, para salvar a los hombres según habían anunciado los profetas hebreos».

La designación de cristianos se dio por primera vez a los habitantes de Antioquía que profesaban la fe predicada por San Pablo.

La religión cristiana se convirtió en menos de tres siglos en la religión oficial del Imperio romano y se arraigó tan profundamente a los más esenciales aspectos de la cultura occidental que logró sobrevivir a la caída del propio imperio y convertirse en el substrato básico de la civilización occidental.

Los pensadores que aportaron los elementos decisivos para permitir que el cristianismo se configurara como religión oficial del Estado fueron los apologetas, así llamados porque en sus escritos se dedicaron a hacer la apología del cristianismo.

La esencia definitoria del cristianismo como religión es su monoteísmo trascendente (la creencia en la existencia de un solo Dios, que es algo completamente distinto del hombre y del mundo, algo que los trasciende a ambos). Esta concepción monoteísta, cuya proyección actual es casi universal entre todos los creyentes, fue en un principio elaborada exclusivamente por la civilización israelita, que la consideraba verdad

exclusiva y revelada directamente por Dios.

En la historia sagrada del pueblo judío se encuentra el núcleo básico de la gestación del cristianismo.

Los filósofos cristianos adoptaron muchas ideas del pensamiento griego pagano. De los escépticos epicúreos adoptaron argumentos contra el politeísmo. Aristóteles les prestó una serie de conceptos filosóficos (como los de sustancia, causa, materia) que eran imprescindibles para tratar los delicados y sutiles temas de la teología cristiana (la creación del mundo a partir de la nada. la Santísima Trinidad, etc.). La moral estoica aportó algunos elementos a la ética cristiana. El platonismo, con su desprecio del mundo sensible, su creencia en la inmortalidad del alma humana y la afirmación de la existencia de un mundo celestial fue una prefiguración del cristianismo, refiriéndose a Platón dijo San Agustín: «Nadie se ha acercado tanto a nosotros».

Podemos dividir la filosofía cristiana medieval en dos grandes periodos: la Patrística y la Escolástica.

LA PATRÍSTICA: Es el conjunto de dogmas elaborados por los Padres de la Iglesia y los concilios.

San Justino fue el primero que trató de conciliar la fe reveladora y el conocimiento filosófico racional. Para él, la filosofía era el don más precioso que Dios había hecho a los hombres, por lo tanto no podía haber contradicción entre filosofía y religión.

Tertuliano (siglos II y III) dio una respuesta menos sensata, más fideista y religiosa, al anunciar Credo quia absurdum («Solo creo lo que es absurdo, lo que repugna a la razón»).

Lactancio fue un ecléctico: consideraba que tomando las verdades parciales que se contenían en las especulaciones de los filósofos griegos se obtendría un corpus doctrinal filosófico racional equiparable con la verdad teológica revelada.

El gnosticismo fue una fusión de elementos escriturísticos y cristianos, griegos y orientales (pitagorismo, platonismo, judaísmo y teosofía esotérica se entremezclaban). Trataron los mismos temas que la ortodoxia cristiana, pero cayeron en la herejía. Sus principales aportaciones fueron:

  • sustitución de la fe por una forma de conocimiento racional llamada gnosis
  • afirmación de un dualismo entre Dios y la materia, posteriormente mejor desarrollado por otra herejía: el maniqueísmo
  • desarrollo de la noción de Dios desconocido (el Dios del Antiguo Testamento no es el verdadero Dios, pues ha creado la materia, origen del mal).

Orígenes (184-253) abogó por la utilización de pruebas filosóficas en la especulación teológica; como Parménides. creía que la esférica era la forma perfecta y en un texto, afirma que los bienaventurados entrarán en el cielo rodando porque habrán resucitado en la más perfecta de las formas, la esférica.

El Concilio de Nicea, celebrado el año 325, estableció las verdades de la religión cristiana en forma dogmática e indiscutible. A partir de este momento,

la especulación de los Padres de la Iglesia fue limitada, no pudiendo enfrentarse a ninguno de los dogmas y verdades oficialmente decretadas, salvo riesgo de excomunión. Esta intangibilidad del dogma impuso la definición de la filosofía como ancilla theologiae, es decir, como esclava de la filosofía de Dios, como sierva de la teología.

SAN AGUSTÍN (354-430)

 San Agustín nació en Tagaste, una ciudad del norte de África, de padre pagano y madre cristiana (Santa Ménica). Durante su juventud llevó una vida turbulenta, entregado a diversiones y placeres de carácter pagano.

El problema filosófico que impulsó a San Agustín hacia el cristianismo es un problema que ha movido a grandes sabios de todas las épocas: la búsqueda de la felicidad. El opinó que la verdadera felicidad consiste en la sabiduría, por lo que toda su vida consistió en una larga investigación de la verdad.

Fue un escritor sorprendentemente prolífico: parece ser que escribió casi 500 obras, de las que las más importantes entre las conservadas son: Las confesiones, La verdadera religión, La ciudad de Dios, La inmortalidad del alma y La ciencia cristiana.

En la filosofía agustiniana, el punto de partida de toda reflexión filosófica es la existencia indudable de un Yo filosofante. No se puede ser un escéptico consecuente, no se puede dudar de todo, pues para dudar siempre hay que presuponer que existe un sujeto que duda. En la duda y el error encuentra San Agustín la seguridad de la propia existencia- La siguiente frase expresa estas ideas: si enim fallor, sum (si yerro, existo).

La filosofía agustiniana no es más que la formulación cristiana del pensamiento platónico. Para Platón existían dos clases de realidades: la sensible y la ideal, y las cosas naturales participaban de la realidad superior de las Ideas; para San Agustín, las verdades particulares que adquiere el hombre mediante la ciencia participan de las verdades absolutas divinas.

San Agustín fue uno de los fundadores de la disciplina filosófica llamada filosofía de la historia, germen de lo que en la actualidad es la sociología.

Cuando Roma fue saqueada por los bárbaros de Alarico, los paganos atribuyeron el desastre al abandono de los antiguos dioses y dieron la culpa al cristianismo; decían los paganos que mientras Júpiter fue venerado, Roma fue poderosa, pero que al ser abandonado por los emperadores cristianos, Júpiter dejó de protegerla. San Agustín intentó responder a este ataque escribiendo su más monumental obra: La ciudad de Dios, que poco a poco fue superando el proyecto original hasta convertirse en una completa concepción cristiana de la historia.

La idea fundamental de La ciudad de Dioses que la historia tiene un sentido, se dirige hacia una meta, señalada por la providencia divina. Los pueblos pueden rebelarse contra este destino que les impone la providencia divina y formar una «ciudad terrena», pero pueden también acatar esta ley histórica que les señala Dios y constituir así la «ciudad divina».

Estos dos esquemas intuitivos (la ciudad terrena y la ciudad divina) le sirvieron a San Agustín para señalar la oposición política entre el Estado y la Iglesia. Durante toda la Edad Media, gracias a la influencia de la Iglesia y a la debilidad de los monarcas y emperadores. los sistemas políticos dominantes fueron teocracias (gobiernos de inspiración divina), pero con la llegada de la reforma protestante pasó a primer plano la doctrina contraria: el erastianismo, que predicaba el dominio y la superioridad temporal del Estado sobre la Iglesia.

LA FILOSOFÍA MEDIEVAL: LA ESCOLÁSTICA; Por escolástica se entiende aquella parte de la filosofía de la Edad Media europea que abarca desde la época del Imperio de Carlomagno (siglo VIII) hasta el Renacimiento (siglo XV). El nombre de escolástica proviene del hecho de que esta filosofía se elaboró en las instituciones eclesiásticas, especialmente las escuelas conventuales, catedralicias o palatinas, de las que surgieron las primeras universidades. En aquellas escuelas se enseñaron las siete artes medievales: el trivium (las llamadas materias literarias: dialéctica, gramática y retórica) y el quadrivium (las llamadas materias científicas: aritmética, astronomía, geometría y música).

REVELACIÓN Y RAZÓN

Antes de la aparición de las primeras universidades las escuelas medievales estaban divididas en dos secciones: la schola externa (que se ocupaba de las ciencias «humanas» y estaba especializada en la formación cultural de los seglares) y la schola interna (que se ocupaba de la teología y se especializaba en la educación de los clérigos). Tanto en una como en otra, las enseñanzas se impartían en dos formas: la lectio (la lección), consistente ei una clase magistral, y la disputado (la polémica), que era una controversia entre el maestro y los discípulos acerca de un tema filosófico.

Las dos bases fundamentales del conocimiento escolástico eran la autoridad o revelación y la razón. La revelación se fundaba en las Sagradas Escrituras, en las conclusiones de los concilios, en el pensamiento de los Padres de la Iglesia y, en definitiva, en la tradición. La razón operaba en discusiones que no pusieran en cuestión la premisa de la omnipotencia y omnipresencia divinas, así como la elaboración de conceptos filosóficos, buscando la conciliación entre las tesis opuestas que a veces se hallaban en el campo de la revelación. Esta era considerada jerárquicamente superior a la razón.

Hasta San Agustín la filosofía cristiana estaba influida por el pensamiento de Platón. Después se inició una etapa en la que la influencia de Aristóteles fue Fundamental

SANTO TOMÁS DE AQUINO (1224-1274)

También llamado Doctor Angélico, nació en el castillo de Rocasecca, en Lombardía, cursó sus primeros estudios en la abadía de Montecassino, ampliándolos en la universidad de Napóles, en donde conoció a San Alberto Magno, quedando profundamente impresionado por el pensamiento de éste. Ingresó en la orden dominica y enseñó teología en París, y posteriormente, en numerosas ciudades italianas (Agnani, Orbicto, Roma). Falleció cuando se dirigía al concilio de Lyon, al que había sido invitado por el Papa Gregorio X.

A pesar de que el tomismo es presentado general mente como una vía filosófica absolutamente distinta del pensamiento de San Agustín, ello no es correcto, pues ambos parten del mismo fundamento común, es decir, las bases del cristianismo. Lo que sí cabe señalar es que mientras San Agustín considera como predominante el «orden del corazón». Santo Tomás coloca

como prioritario el «orden del intelecto». Resumiendo: en el primero, domina el sentimiento; en el segundo, la razón, pero siempre aceptando la superioridad de la revelación providencial.

Por otra parte, en Santo Tomás hay un gran esfuerzo por asimilar las ideas de Aristóteles, presente en toda su obra, aunque mezcladas con las aportaciones filosóficas de los antiguos Padres de la Iglesia y recogiendo incluso alguna influencia de los filósofos árabes. Puede añadirse que la obra tomista no fue excesivamente original, pero sí un gran esfuerzo de sistematización del saber que hasta entonces permanecía disperso.

 CUARTA PARTE

FILOSOFÍA MODERNA

Comprende todas las manifestaciones del pensamiento cronológicamente situadas entre el final de la filosofía cristiana medieval y el pensamiento final de la Ilustración.

Este periodo se define especialmente por oposición al escolasticismo. Su fuerza radica en su capacidad crítica, que puso en cuestión las tesis de la escolástica. Frente al rígido esquema medieval, el pensamiento moderno se definió a través de las características que se resumen a continuación.

Autonomía del pensar

Los filósofos modernos se resistieron progresivamente a solicitar el tutelaje y el dictamen de los dirigentes de la Iglesia respecto a sus tesis y especulaciones. Comenzó una auténtica lucha para liberarse del dictado del dogma teológico. Los filósofos modernos abandonaron las reglas tenidas por indiscutibles y los métodos universalmente aceptados, para establecer sus propias normal: de verificación: coherencia racional, comprobación empírica, duda metódica, etc., rompiendo con la fidelidad a lo establecido.

Libertad de razonar

La filosofía moderna intentó forjar una nueva concepción del mundo y de la sociedad y, aunque inicialmente no prescindió absolutamente de la influencia religiosa, postuló la resolución de los problemas mediante la libertad de razonamiento. Abandonó así progresivamente las verdades absolutas o reveladas, intentando sustituir lo sobrenatural por lo natural, lo divino por lo humano, lo celeste por lo terrenal, resolviendo zanjar definitivamente la polémica entre la fe y la razón en favor de esta última.

Liberación individual

 La nueva filosofía contribuyó a la liberación de la individualidad, de un modo que antes sólo se produjo en la Grecia clásica. Esta contribución fue casi simultánea a la lucha por la liberación de los grupos nacionales que pugnaban por quebrar el imperialismo medieval. De algún modo, la filosofía moderna se vincula al surgimiento de las nacionalidades.

La formulación científica

 Otro rasgo del pensamiento moderno fue la intención de aproximar la filosofía y la ciencia. Fue en esta época de la historia cuando comenzaron a estructurarse las ciencias naturales, entendidas como un sistema de conocimientos rigurosamente clasificado y verificado. El pensamiento moderno acabó convirtiendo a la filosofía en colaboradora de la ciencia. A partir de esta época fue frecuente que una misma persona reuniera la doble condición de científico y filósofo. Galileo y Newton son grandes ejemplos de este cambio. que alcanzó hasta la época contemporánea, como lo demuestra Bertrand Russell. En esta perspectiva, los dos factores más importantes de la ciencia moderna (utilización concreta de la experiencia del investigador y mentalidad matemática) fueron también dos de los temas filosóficos más apasionadamente discutidos, hasta tal punto que dio lugar a dos de las más destacadas escuelas filosóficas de la Edad Moderna: el racionalismo, que se fundó en tos aspectos lógico-racionales del conocimiento, y el empirismo, que afirmó la validez absoluta de la experiencia en el ámbito del conocimiento científico-filosófico.

Laicización

 La nueva filosofía planteó tres condiciones importantes que a largo plazo resultaron decisivas: la laicización (liberalización de tas costumbres respecto a la influencia religiosa), la extra oficialidad (liberación e independencia de los comportamientos respecto de la tutela imperial) y la sustitución del latín por los idiomas de las distintas nacionalidades.

Los filósofos importantes dejaron de ser clérigos y sus enseñanzas dejaron de estar respaldadas por las instituciones políticas y por la Iglesia, penetrando hacia el pueblo a través del idioma nacional.

En general, se acostumbra a dividir la filosofía moderna en tres grandes periodos: el Renacimiento, el Racionalismo, el Empirismo y la Ilustración.

Las disciplinas filosóficas que gozaron de mayor importancia en la Edad Media eran la teología y la metafísica. La Edad Moderna no prescindió totalmente de ellas e incluso se llegaron a proponer nuevas elaboraciones metafísicas como el panteísmo de Spinoza, pero su campo de interés primordial lo constituyó la problemática en torno a la teoría del conocimiento.

RACIONALISMO Y EMPIRISMO

 El Renacimiento: ciencia y humanismo en el origen de la modernidad.

El Renacimiento hemos de entenderlo como consecuencia de la crisis del siglo XIV que significa el fin del feudalismo y el comienzo del mundo burgués.Le Golf afirma que esta crisis se debe al límite de la tecnología medieval (artesanía) para responder a las nuevas necesidades que se le plantean.

Hacia 1300 o 1350 surge una crisis social por las epidemias de peste: las gentes se refugian en los burgos produciéndose una concentración de la población. Se estanca y paraliza la agricultura debido a esta reducción de la mano de obra por las epidemias y las migraciones.

Ante esta situación, el régimen feudal (basado en el pacto entre el señor y el vasallo por el cuál éste le trabaja la tierra y el señor le defiende) cae y el señor feudal se ve obligado a comprar la mano de obra. Surge entonces la burguesía, concepto que en un principio se refiere a los habitantes de los burgos -ciudades- venidos del campo, que pasó a designar una nueva clase social que, frente a la aristocracia, busca la fuente de riqueza en el trabajo, bajo la afirmación de que el hombre vale lo que produce.

Con los finales de la crisis, la población demuestra una actitud de búsqueda y desarrollo de los deseos de vivir. En este clima surgen una serie de fenómenos:

    • Fenómeno de movilización social: el hombre comienza a pensar que la condición social es un producto que hay que ganar.
    • Fenómeno vertical social: la nobleza pierde paulatinamente valor, ganándolo la burguesía.

(Marx afirmó que es en esta época cuando surge el capitalismo. )

Las naciones modernas surgen con la burguesía y son un fenómeno burgués. El poder de los reyes va creciendo en las ciudades, estando las monarquías amparadas por el capital burgués. La transformación del poder y el régimen feudal monárquico trae como consecuencia la unificación de las leyes, que hasta entonces eran múltiples.

Un fenómeno fundamental de ésta época, y que se da preferentemente en el s XV, es la revolución tecnológica, que tiene unas consecuencias que cambian la historia:

    • El invento de la brújula, que supone una nueva posibilidad de arriesgarse más allá del espacio conocido, abriéndose las posibilidades de los descubrimientos y de las colonizaciones.
    • El telescopio, invención de Galileo, contribuye de una forma decisiva el cambio de la concepción del mundo. El hombre se da cuenta de la infinitud del mundo y cambia su visión geocentrista por la heliocentrista.
    • La pólvora, que supone la revolución militar y la muerte de las costumbres caballerescas. Los nuevos ejércitos, basados en el poder de la artillería y tácticas de guerra y no en el potencial de caballería, son mucho más costosos y sólo los reyes pueden mantener ejércitos poderosos, siendo éste un factor más que explica la perdida de poder de los señores feudales.
    • La imprenta, de Gütemberg, permite el comienzo de la cultura escrita, que hasta ahora había estado restringida a los monasterios. Se desarrollan las Universidades, que pronto adquieren una especial importancia para la secularización de la cultura.

 El elemento que más vigorizó a la economía fue el descubrimiento de nuevos mercados y la creación de nuevas industrias, posibilitado en parte por la caída de los turcos. Se crean ligas comerciales en los Países Bajos y las primeras colonias. Se crea el mercado de África y concluye el descubrimiento de América, entrando nuevos productos y metales preciosos. Se comienza a implantar la industria metalúrgica, relojera y cristalería, que desbancan el predominio textil.

 Todos estos cambios tecnológicos poseen una serie de consecuencias económicas, políticas e ideológicas; pero, especialmente, un cambio profundo de la actitud del hombre frente al mundo.

 Con el Renacimiento aparece el naturalismo, que valora la naturaleza y la vida sensible; esto hace que se dinamice el trabajo para poder gozar posteriormente de la naturaleza. Esta actitud naturalista aumenta la curiosidad intelectual, la valoración del lujo, los viajes, las exploraciones y todo lo que represente contacto con lo natural. Se comienza a valorar el paisaje y a humanizar el arte. La cultura se va haciendo progresivamente laica e independiente de la autoridad eclesiástica y de los dogmas religiosos.

 Las pruebas de este naturalismo y de su cultura laica son:

    • El cambio de la actitud respecto de la muerte. El sentido laico de la muerte iguala a todos los hombres. La muerte se suele ver como un castigo, o un final o tránsito, de hay que haya que activar la energía para gozar lo máximo posible de la vida.
    • El tema de la fama es la solución laica a la supervivencia. El hombre medieval creía en el otro mundo; la fama, en cambio, será la forma de sobrevivir tras la muerte en el Renacimiento.
    • Aparece el tema de la fortuna. El hombre medieval cree en la intencionalidad y providencia de Dios en el mundo. En el Renacimiento la cultura se descristianiza y aparece las ideas de fortuna y predeterminación; la suerte guía al hombre y el azar vuelve a ocupar un papel importante.
    • Hay una valoración ética de la persona. El ideal de la vida no es ya seguir un modelo -como los sabios helenísticos o los santos del cristianismo-, sino afirmar la propia personalidad y el propio modelo de vida.
    • Comienza la independencia del poder político frente a los Papas, como consecuencia del refuerzo del poder de los reyes tras la caída del régimen político feudal. Los pensadores más importantes toman partido por la independencia de ambos poderes; no con la intención de reforzar el poder de los reyes, sino porque piensan en el poder de la Iglesia como espiritual y no concreto, y, por lo tanto, independiente del Estado.

El núcleo ideológico del Renacimiento es el Humanismo, que podemos definir como la nueva cultura que surge a partir del s XV que se centra en el hombre (antropocéntrico) y que tiene como finalidad al hombre (antropotélico). Los temas más importantes que desarrolla el humanismo son: El tema del sujeto y de su libertad, la relación del sujeto con Dios, y la relación del sujeto con el mundo y la naturaleza. El Renacimiento se va a destacar por la vuelta a los ideales grecolatinos y por la interpretación libre de la Biblia.

Como grandes humanistas podemos destacar: Leonardo da Vinci, Tomas Moro y Pico della Mirandola.

A ellos, sobre todo Pico, se debe la ruptura con la filosofía medieval. Así destacamos los planteamientos:

    • El hombre es capaz de hacer el bien por sí mismo, frente a la naturaleza humana corrompida de la filosofía medieval, que afirmaba que el hombre tiene tendencia al mal.
    • El hombre se considera un ser autónomo, que elige libremente su destino y acepta las consecuencias de sus actos, frente a la filosofía medieval que afirma que el hombre sólo puede salvarse por la gracia y fe divinas. 

Los problemas mecánicos planteados por la nueva astronomía no podían ser resueltos por la mecánica de Aristóteles. Los aristotélicos vieron en este hecho una argumentación contra la nueva astronomía, pero Galileo y Newton demolieron sus objeciones con una mecánica científica moderna y ordenada.

 RENE DESCARTES (1596-1650)

 Descartes es el padre de la filosofía moderna. Sus obras más importantes son:

    • Reglas para la dirección del espíritu.
    • Principio de Filosofía
    • Meditaciones metafísicas
    • Discurso del método

Su filosofía surge en el siguiente contexto:

    • Se ha producido ya una cierta ruptura con la filosofía medieval, pero no se había planteado aún una nueva forma de entender la verdad. Esta filosofía se va a basar en la confianza en la razón y la consideración de esta como algo interno del individuo.
    • Se encuentra con el pensamiento religioso medieval, aunque ya sumido en una gran crisis. Para Descartes la seguridad no proviene en principio de la seguridad que nos da el pensamiento divino, ni es algo externo como el pensamiento griego, sino que deriva de la certeza de la mente humana.
    • Circunstancias de carácter social-político. En esta época aparecen nuevas clases sociales y se produce cambios muy profundos en la sociedad. Se tiene que crear pues una forma de conocimiento acorde a los nuevos tiempos y las necesidades de las nuevas clases sociales.

 Intenta superar los 2 grandes prejuicios medievales en el tema del conocimiento:

    • Autoridad de Aristóteles, cuya forma de pensamiento se basa en los silogismos; consiste en aplicar teorías generales a casos concretos: a partir de 2 premisas (una mayor o general y otra menor) vamos obteniendo conclusiones y ampliando el conocimiento: El hombre es un ser racional; Luis es un hombre. Luego Luis es un ser racional. Descartes se plantea la necesidad de un nuevo método ya que los silogismos no nos permiten avanzar, crear, ...
    • Unión fe-razón, es decir, la verdad obtenida a través de la razón y de la fe coinciden.

RAZÓN Y MÉTODO: EL CRITERIO DE VERDAD.

Para Aristóteles había diversidad de ciencias, y cada una de ellas se diferenciaba de las demás por un objeto formal propio y un método específico; esto originaba distintos géneros del saber que, según Aristóteles eran incomunicables. Por ejemplo: la aritmética y la geometría; la primera tiene por objeto formal propio lo discontinuo; y la segunda, lo continuo; ambas eran incomunicables.

Sin embargo, Descartes rechaza tal principio de incomunicabilidad de los géneros, por considerar que el saber humano no se diversifica por la distinción de objetos formales, pues siendo la razón una, el saber del hombre es uno sin admitir límites interiores. En el caso de la aritmética y la geometría, la comunicación que genialmente estableció Descartes, por medio de la geometría analítica, hizo posible la liberación de la matemática del sometimiento a los sentidos motivado por los planteamientos intuicioncitas de Aristóteles.

La comunicación de todos los conocimientos, fundamentados todos en los mismos principios, supuso el surgir de toda una forma nueva de hacer ciencia, la ciencia moderna, y de un método único.

Además, la comunicación de los conocimientos permitió que algunos ámbitos del saber estancados por su sometimiento al método de observación sensorial (como la física), fuesen fecundados por procedimientos más exactos y rigurosos. Así, la geometría analítica sustituye una concepción empírica del espacio, por una concepción algebraica, es decir, meramente intelectual, que propicia la liberación del pensamiento de su vinculación con lo concreto y particular. Esta es la esencia del racionalismo cartesiano, el pensamiento separado e independiente de lo corpóreo. Para Aristóteles hubiera sido absurdo hablar de un espacio real no observable por los sentidos, o, al menos, no imaginable.

Una de las premisas del pensamiento de Descartes es la sumisión a un método cuidadosamente elegido, aunque esto no es original, pues ya en Platón hay una gran preocupación por los asuntos de método. En Descartes nos encontramos con 3 momentos del método:

1. El método como camino de búsqueda de la verdad: la duda metódica. En primer lugar hemos de decir que Descartes no es un escéptico, no considera la duda como un estado definitivo sino como una situación transitoria para alcanzar la verdad: es una duda metódica y constructiva, es decir, como instrumento para superar la duda misma. Naturalmente no se propone dudar de cada una de las ideas, algo imposible, sino que cuestiona cada uno de los fundamentos de estas ideas.

Para Descartes solamente podremos llegar a la verdad cuando se llegue a una realidad de la que no podamos dudar, algo de lo que tengamos absoluta certeza.

Descartes comienza dudando de los sentidos, por un hecho patente: éstos me engañan alguna vez, luego he de pensar que pueden engañarme siempre.

Cuando sueño siento la existencia de las cosas igual que en la vigilia y, sin embargo, no existen. La dificultad para distinguir el sueño de la vigilia presta la posibilidad de dudar también de la existencia de las cosas. Sin embargo es cierto que, aún fuera del estado de vigilia, hay verdades que prevalecen, las matemáticas: "Pues, duerma yo o esté despierto, dos más tres serán siempre cinco, y el cuadrado no tendrá más que cuatro lados".

Descartes introduce un nuevo motivo de duda: la hipótesis de que puede que Dios haya puesto en mi mente estas ideas con la intención de engañarme. Pero existiría una posible objeción a esta hipótesis: podría repugnar a la voluntad divina el querer engañarme. Para evitar equívocos con la fe, Descartes sustituye la denominación de Dios engañador por Genio maligno, un ser todopoderoso que tiene la voluntad de engañarme en todo lo que pienso. Con esta hipótesis ahora parece que no puedo tener nada por cierto sin correr el riesgo de ser engañado; incluso con las verdades matemáticas puede ocurrir que "haya querido que me engañe cuantas veces sumo dos más tres, o cuando enumero los lados de un cuadrado".

Con todo este proceso de duda , desarrollado en la 1ª Meditación Metafísica, Descartes persigue, como hemos dicho, llegar a una verdad absoluta, eliminando los prejuicios (algo parecido a la ironía socrática).

Llegado a este punto, en la 2ª Meditación Metafísica, Descartes aplica la duda a la propia duda. Y es entonces cuando encuentra un elemento que prevalece a la duda. Si dudo que dudo es indudable que sigo dudando. El hecho de dudar, aunque me esté engañando, siempre puedo tener la certeza de que estoy dudando. Y dudar o engañarse implica necesariamente que estoy pensando; y si estoy pensando es indudable que estoy existiendo. Por tanto estamos ante la primera verdad indubitable, la de mi propia existencia como verdad pensante, a partir de la cual va a construir todo el conocimiento:

Pienso, luego existo (Cogito, ergo sum)

Ya en su tiempo Descartes recibió la objeción de que el cogito era la conclusión de un silogismo -a los que precisamente Descartes quiere evitar en su intento de ruptura con la filosofía medieval- cuya premisa mayor (sobreentendida) sería "todo lo que piensa existe", la premisa menor "yo pienso", y la conclusión "yo existo". Pero Descartes no aceptó este planteamiento, ya que, según él, "cuando alguien dice pienso, luego existo, no infiere su existencia del pensamiento como si fuese la conclusión de un silogismo, sino como algo notorio por sí mismo, contemplado por simple inspección de espíritu. Ello es evidente, pues, si la dedujese mediante un silogismo, tendría que haber establecido antes esta premisa mayor: todo lo que piensa es o existe. Y, muy al contrario, a esto último llega por sentir él mismo en su interior que es imposible que piense si no existe." Conviene resaltar como aquí Descartes señala que la idea de existencia es verdadera porque se le manifiesta al espíritu "como algo notorio por sí mismo". Este va a ser, como veremos en el siguiente apartado, el criterio de verdad defendido por Descartes.

2. El método como criterio de verdad: la evidencia (claridad y distinción). Es en la 2ª parte del discurso del método donde Descartes establece su criterio de certeza.

Una vez establecida una verdad indubitable, a partir de la cual va a construir todo el conocimiento, Descartes realiza una profunda meditación analítica del cógito: por él la duda desemboca en la evidencia de la realidad del pensamiento. El contenido inmediato del cógito es la realidad existencial del sujeto pensante: la duda puede afectar a todos los contenidos del pensamiento, pero no puede afectar al yo donde estos contenidos están. Intuimos la existencia de un yo cuya esencia es ser pensamiento. En esto precisamente consiste intuir, en percibir conexiones necesarias, evidentes. Para poder intuir conexiones necesarias entre ideas, es preciso que éstas sean simples, pues sólo la relación entre ideas simples puede ser también simple. Y sólo de lo simple hay verdadera intuición. El resto del conocimiento es deducción. Por tanto, se tiene certeza de toda verdad que se obtenga por medio de una intuición clara y, además, distinta. Precisemos las nociones de claro y distinto para Descartes:

- Una idea clara es aquella que se presenta de forma manifiesta a un espíritu atento.

- Una idea distinta es aquella tan precisa y diferente a todas la demás que sólo comprende lo que manifiestamente aparece al que la considera como es debido.

Para Descartes las ideas constituyen los elementos básicos del conocimiento: no conocemos sino ideas. Y al considerarlas como dotadas de realidad, puede plantearse la cuestión de la causa de tal realidad, planteamiento que permitirá, como veremos resolver la cuestión de la existencia de Dios.

3. El método como crecimiento orgánico de la verdad: reglas de crecimiento de la razón. Las reglas del método de crecimiento de la razón las compendia Descartes en sus famosos cuatro preceptos del correcto pensar, expuestos en el Discurso del Método. El primero expresa la necesidad de precaución, de decir, partir de intuiciones claras y distintas para efectuar las posteriores deducciones, para garantizar así la fiabilidad del conocimiento. El segundo y el cuarto representan lo más genuino del método matemático, pues indican la necesidad de proceder por análisis y síntesis; para tener garantía de la verdad de nuestras síntesis, hemos de asegurarnos que la unión de una naturaleza simple con otra sea necesaria. El tercer precepto es una apelación a la necesidad de proceder ordenadamente, un orden desde lo simple a lo compuesto.

La novedad de Descartes y su época está en la entronización del método matemático. No es que la filosofía extrapole para sí el método matemático, sino que la metafísica tiene el derecho a hacer propio el método más apto para el conocimiento humano. Y este método es, precisamente, el matemático. Pero entendiendo la matemática no reducida a meros problemas matemáticos, sino la matemática como aplicación a la razón (Mathesis Universalis, como dijo Descartes) y no al revés. Pero, ¿en qué estriba la superioridad del método matemático? La superioridad proviene de la simplicidad de su objeto, dado que para Descartes el fundamento de evidencia y certeza, está, en que el conocimiento intuitivo es absoluto -pues de lo simple, que es conocido por sí en su totalidad, no puede obtenerse falsedad alguna, pues el error proviene de la composición, es decir, del juicio. A partir de la intuición de lo simple, se induce-deduce todo lo demás. Está patente pues la renuncia de Descartes a la lógica clásica (silogismos aristotélicos), por considerarla como meramente explicativa de lo sabido, no inventiva.

 JOHN LOCKE (1630-1704)

 Cursó estudios de teología, química y medicina en Oxford. Allí entró en contacto con la doctrina escolástica y la teoría de Descartes. Es la formulación clásica del empirismo inglés. Parte del principio de que todo conocimiento, incluso el abstracto es adquirido, y se basa en la experiencia, rechazando las ideas innatas. El objeto de conocimiento son las ideas, definidas como contenido del entendimiento y sin ningún carácter ontológico, ya que son el resultado directo de la sensación o la reflexión (ideas simples), o el resultado de la actividad asociativa de la inteligencia humana (ideas compuestas). No representa un empirismo radical y acepta el conocimiento por demostración, no fundamentado en la experiencia, (como la demostración de la existencia de Dios por el argumento cosmológico o teleológico), y la validez de conceptos originados por el sujeto (como los matemáticos o geométricos).

Sus obras más importantes son:

    • Ensayo sobre el entendimiento humano
    • Tratado sobre el gobierno civil
    • La racionalidad del cristianismo

 DAVID HUME (1711-1776)

estudió en un primer momento Derecho, pero pronto se dedicó a la Filosofía. Su filosofía proviene a la vez del empirismo de Locke y del idealismo de Berkeley. Trata de reducir los principios racionales (entre otros la casualidad) a asociaciones de ideas que el hábito y la repetición van reforzando progresivamente., hasta llegar, algunas de ellas, a adquirir una aparente necesidad. Por lo tanto, las leyes científicas sólo son para los casos en que la experiencia ha probado su certeza. No tienen, pues, carácter universal, ni es posible la previsibilidad a partir de ellas. La sustancia, material o espiritual no existe. Los cuerpos no son más que grupos de sensaciones; el yo no es sino una colección de estados de conciencia. Es el fenomenismo.

Sus principales obras son:

    • Tratado sobre la naturaleza humana.
    • Investigación sobre el entendimiento humano
    • Investigación sobre los principios de la moral

EMANUEL KANT (1724-1804)

La piedra angular de la filosofía de Kant, a veces llamada filosofía crítica, está recogida en su Crítica de la razón pura (1781), en la que examinó las bases del conocimiento humano y creó una epistemología individual. Al igual que los primeros filósofos, Kant diferenciaba los modos de pensar en proposiciones analíticas y sintéticas. Una proposición analítica es aquella en la que el predicado está contenido en el sujeto, como en la afirmación 'las casas negras son casas'. La verdad de este tipo de proposiciones es evidente, porque afirmar lo contrario supondría plantear una proposición contradictoria. Tales proposiciones son llamadas analíticas porque la verdad se descubre por el análisis del concepto en sí mismo. Las proposiciones sintéticas, en cambio, son aquellas a las que no se puede llegar por análisis puro, como en la expresión 'la casa es negra'. Todas las proposiciones comunes que resultan de la experiencia del mundo son sintéticas.

Las proposiciones, según Kant, pueden ser divididas también en otros dos tipos: empírica, o a posteriori, y a priori. Las proposiciones empíricas dependen tan sólo de la percepción, pero las proposiciones a priori tienen una validez esencial y no se basan en tal percepción. La diferencia entre estos dos tipos de proposiciones puede ser ilustrada por la empírica 'la casa es negra' y la a priori 'dos más dos son cuatro'. La tesis de Kant en la Crítica consiste en que resulta posible formular juicios sintéticos a priori. Esta posición filosófica es conocida como transcendentalismo. Al explicar cómo es posible este tipo de juicios, Kant consideraba los objetos del mundo material como incognoscibles en esencia; desde el punto de vista de la razón, sirven tan sólo como materia pura a partir de la cual se nutren las sensaciones. Los objetos, en sí mismos, no tienen existencia, y el espacio y el tiempo pertenecen a la realidad sólo como parte de la mente, como intuiciones con las que las percepciones son medidas y valoradas.

Además de estas intuiciones, Kant afirmó que un número de conceptos a priori, llamados categorías, también existen. Dividió las categorías en cuatro grupos: los relativos a la cantidad, que son unidad, pluralidad y totalidad; los relacionados con la cualidad, que son realidad, negación y limitación; los que conciernen a la relación, que son sustancia-y-accidente, causa-y-efecto y reciprocidad; y los que tienen que ver con la modalidad, que son posibilidad, existencia y necesidad. Las intuiciones y las categorías se pueden emplear para hacer juicios sobre experiencias y percepciones, pero, según Kant, no pueden emplearse para que se apliquen sobre ideas abstractas o conceptos cruciales como libertad y existencia sin que lleven a inconsecuencias en la forma de binomios de proposiciones contradictorias, o antinomias, en las que ambos elementos de cada par pueden ser probados como verdad.

En la Metafísica de la ética (1797) Kant describe su sistema ético, basado en la idea de que la razón es la autoridad última de la moral. Afirmaba en sus páginas que los actos de cualquier clase han de ser emprendidos desde un sentido del deber que dictase la razón, y que ningún acto realizado por conveniencia o sólo por obediencia a la ley o costumbre puede considerarse como moral. Kant describió dos tipos de órdenes dadas por la razón: el imperativo hipotético que dispone un curso dado de acción para lograr un fin específico; y el imperativo categórico que dicta una trayectoria de actuación que debe ser seguida por su exactitud y necesidad. El imperativo categórico es la base de la moral y fue resumido por Kant en estas palabras claves: "Actúa de forma que la máxima de tu conducta pueda ser siempre un principio de Ley natural y universal".

Las ideas éticas de Kant son el resultado lógico de su creencia en la libertad fundamental del individuo, como manifestó en su Crítica de la razón práctica (1788). No consideraba esta libertad como la libertad no sometida a las leyes, como en la anarquía, sino más bien como la libertad del gobierno de sí mismo, la libertad para obedecer en conciencia las leyes del universo como se revelan por la razón. Creía que el bienestar de cada individuo sería considerado, en sentido estricto, como un fin en sí mismo y que el mundo progresaba hacia una sociedad ideal donde la razón "obligaría a todo legislador a crear sus leyes de tal manera que pudieran haber nacido de la voluntad única de un pueblo entero, y a considerar todo sujeto, en la medida en que desea ser un ciudadano, partiendo del principio de si ha estado de acuerdo con esta voluntad". En su tratado La paz perpetua (1795) Kant aboga por el establecimiento de una federación mundial de Estados republicanos.

Kant ha tenido mayor influencia que ningún otro filósofo de la era moderna. La filosofía kantiana, y en especial como la desarrolló el filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel, estableció los cimientos sobre los que se edificó la estructura básica del pensamiento de Karl Marx. El método dialéctico, utilizado tanto por Hegel como por Karl Marx, fue un desarrollo del método de razonamiento articulado por antinomias que Kant aplicó. El filósofo alemán Johann Fichte, alumno de Kant, rechazó la división del mundo de su maestro en partes objetivas y subjetivas y elaboró una filosofía idealista que también influyó de una forma notable en los socialistas del siglo XIX. Uno de los sucesores de Kant en la Universidad de Königsberg, Johann Friedrich Herbart, incorporó algunas de las ideas kantianas a sus sistemas de pedagogía.

Además de sus trabajos sobre filosofía, Kant escribió numerosos tratados sobre diversas materias científicas, sobre todo del área de la geografía física. Su obra más importante en este campo fue Historia universal de la naturaleza y teoría del cielo (1755), en la que anticipaba la hipótesis de la formación del universo a partir de una nebulosa originaria, hipótesis que fue más tarde desarrollada por Pierre de Laplace.

Entre otros escritos de Kant figuran Prolegómenos a toda metafísica futura (1783), Principios metafísicos de la filosofía natural (1786), Crítica del juicio (1790) y La religión dentro de los límites de la razón pura (1793).

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