Introducción al estudio geográfico e histórico-artístico de la Región de Murcia

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PREHISTORIA Y ANTIGÜEDAD EN LA REGIÓN DE MURCIA

LA PREHISTORIA

Nuestra región, situada entre Europa, África y el Mediterráneo, ha sido asentamiento humano desde los primeros tiempos de la Prehistoria y de esa larga etapa quedan testimonios que demuestran el poblamiento de la región desde principios del Paleolítico.

El Paleolítico es el período en el que se desarrolla el largo proceso de hominización,  la vida se basa en la caza y en el manejo de útiles de piedra. Una falange del dedo meñique de un hombre (homo habilis) encontrada en la Cueva Victoria de Cartagena se considera el resto humano más antiguo de la región, pertenece al Paleolítico Inferior y se le da una antigüedad de más de un millón de años. De esta etapa, como en toda la Prehistoria europea, existe poca información, tan sólo algunos restos de piedras toscamente talladas.

Del Paleolítico Medio (hombre de Neanderthal), el utillaje típico de sílex se ha encontrado en diversos puntos de la región: Cueva Bermeja de Cartagena; Totana (Cueva de Hernández Ros, Fuente del Lentisco).

El Paleolítico Superior (homo sapiensde Cromagnon), ha dejado en nuestra zona restos de materiales, pero no existen pinturas de ese período, ni objetos de arte mobiliar. Los hallazgos son restos arqueológicos de piedra, hueso, etc. Destaca en Totana la Cueva de Hernández Ros, la Cueva Bermeja en Cartagena, Lorca etc.

Del período Mesolítico (también llamado Epipaleolítico), Neolítico y Eneolítico (o Calcolítico) proceden las muestras pictóricas que se conservan en algunos abrigos rocosos como el Monte Arabí de Yecla, Cueva del Peliciego y Morceguillos en Jumilla, Cieza, Moratalla, Calasparra, Cehegín. Todos son emplazamientos en zonas serranas y montañosas y en ellos conviven  pinturas más naturalistas con otras de esquematismo total, lo que indica que estos  “santuarios” fueron utilizados en distintas épocas desde el 8000 al 3000 a.C.. Aunque tales pinturas no tenían  el fin mágico-ritual de las paleolíticas, lo cierto es que para todo el mundo antiguo la imagen tenía un fuerte significado y le concedían un poder y una fuerza por encima de lo normal.

Del Neolítico quedan escasos restos de cerámica, bastante tosca y decorada con impresiones sobre el barro tierno (cerámica cardial). Existen algunos restos de megalitos (monumentos hechos con grandes piedras en honor de los muertos), y pinturas rupestres de gran esquematismo como las que aparecen en la Cueva del Mediodía del Monte Arabí de Yecla. En este período tiene lugar la gran revolución de la humanidad: el paso del hombre cazador y nómada al hombre agricultor y ganadero que se asienta en un lugar para explotarlo. Parece ser que fue en la zona de Almería donde se inició el neolítico español, pero no abundan aquí ejemplos significativos de esta etapa..

Nuestra región va a alcanzar un protagonismo más importante con el empleo de los metales, debido a su riqueza minera, sobre todo, con la Cultura del Bronce ya que sus yacimientos de estaño, cobre y plata la hicieron ser foco de atracción de los pueblos metalúrgicos, que van a enseñar a los indígenas, habitantes de esta zona, las técnicas de aleación y fundición. Destaca en nuestra región la cultura del Argar procedente de Almería que alcanzó un amplio desarrollo. El hombre argárico aparte de la metalurgia también se dedica a la agricultura y ganadería, empleando tanto útiles de bronce como de piedra. Se inicia esta cultura hacia el 2000 A.C. Los poblados se levantaban en zonas elevadas, cimas y laderas de cerros y menos en zonas llanas. Las casas eran de planta rectangular en calles estrechas y empedradas; en el subsuelo de las casas se enterraba a los muertos en cistas, tinajas o fosas, vestidos y en posición fetal. Las casas también servían de taller: tejían el lino, molían el trigo y cereales, utilizaban el esparto para calzado y cestería y las pieles de animales.

Abundan los poblados argáricos en casi toda la región: Monteagudo, Abanilla, Archena, Cieza, Yecla, Jumilla, Mazarrón, Valle Medio del Guadalentín y menos en el campo de Cartagena.

La cerámica es sin torno, brillante y sin decoración. Destacan las vasijas carenadas, sobre todo la llamada copa argárica, toneles y tinajas. 

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LA EDAD ANTIGUA: COLONIZACIONES, CULTURA IBÉRICA Y ROMANIZACIÓN

Las Colonizaciones

El mundo argárico va decayendo a fines del segundo milenio y una nueva fase cultural se va a iniciar en la zona del sureste. La población indígena en función de una serie de influencias exteriores, unas procedentes de la Europa atlántica y otras mediterráneas (que son las más decisivas) comienza a desarrollar la Cultura Ibérica.

Los contactos que la región mantuvo con los colonizadores mediterráneos fueron determinantes en la formación de la Cultura Ibérica.

Los fenicios inician hacia el siglo VII a.C. su presencia en nuestras costas a través del puerto de Cartagena, difundiendo civilización y cultura. Por medio de ellos se conoció el arado, el torno para la cerámica y se perfeccionaron las técnicas de cultivo de la vid y del olivo cuyo comercio monopolizaron. De su presencia nos queda un testimonio excepcional: dos barcos fenicios aparecidos en la costa de Mazarrón

La colonización griega, un poco posterior a la fenicia, también se inicia en el siglo VII a.C. aunque el comercio que mantuvo con la región continúa hasta los siglos V y IV a.C. Los escasos restos griegos no han aparecido en zonas costeras, sino en la cuenca del Segura: cerámica, alguna escultura, piezas de adorno y monedas.

Destaca principalmente la presencia de los cartagineses en la región, que van a hacer de Cartagena el centro de sus operaciones en la península. La ciudad fue fundada por Asdrúbal en el siglo III a.C. con el nombre de Kart-Hadast (Ciudad Nueva), su palacio estaba situado en el actual Monte Molinete y toda la ciudad rodeada de murallas. Pero nada se conserva salvo ánforas de obús, monedas e influencias púnicas en algunas figurillas halladas en necrópolis. Su incesante actividad guerrera no les impidió ser grandes civilizadores, fueron excelentes cultivadores y desarrollaron, además importantes industrias como la del esparto, vidrio, y especialmente  el garun (salazón semilíquido).

La Cultura Ibérica

  El área de expansión de esta cultura se ciñe a zonas periféricas mediterráneas, y su cronología puede situarse en nuestra región desde el siglo V al II a.C. (aunque hay dudas respecto al momento de su aparición).

De la Europa atlántica adoptan armamento e instrumentos de metal (falcatas, hachas de talón) del final de la Edad del Bronce, y la práctica de incinerar a los muertos. Pero lo más decisivo son los contactos con los colonizadores mediterráneos que llegan a nuestra región atraídos por su riqueza en minerales, principalmente a través del puerto de Cartagena. Fenicios, griegos y cartagineses van a influir en los indígenas en modos de vida, costumbres y creencias.

La cultura ibérica muestra muchas referencias de estos colonizadores en el aspecto religioso: los santuarios estaban ubicados en zonas cercanas a ríos o corrientes de agua (culto al agua para ahuyentar la sequía) y adoraban a deidades femeninas identificables con Afrodita o Artemisa. Las tumbas consistían en un túmulo recubierto de tierra que albergaba en su interior una cámara con un banco corrido sobre el que se depositaban urnas funerarias con las cenizas del difunto junto con un amplio ajuar funerario.

Quedan escasos restos de poblados en la región, se fijaban en las laderas montañosas y las casas eran de planta rectangular con muros enlucidos en su interior, de azul, rojo, verde y blanco. La cultura ibérica se extiende prácticamente por toda la región, como la argárica, y también se prefieren las zonas del interior más que las zonas costeras.

En la escultura utilizan la piedra y el bronce, pero carecemos de obras tan significativas como las halladas en Elche y Albacete. Hay figuras de guerreros a pie y a caballo, orantes, etc. Abundan las figuras de pequeño tamaño que servirían como ofrendas.

La cerámica es más interesante, se realiza con torno y las vasijas son de un barro fino, amarillento o rojizo y con rica decoración pintada. Verdolay, Archena y Totana son los centros principales donde han aparecido restos. La decoración es con motivos geométricos, vegetales o animales y muestra una gran influencia griega.

En cuanto a su alfabeto y escritura, se formo a partir de aportaciones fenicias y griegas. Se ha logrado leer pero no descifrar.

La Romanización

Roma invade la península con el fin de acabar con la hegemonía cartaginesa en el Mediterráneo, y en el año 209 a.C. conquista la región y Cartagena es arrebatada a los cartagineses pasando a convertirse en la Cartago-Nova romana, que será el foco desde donde se va a irradiar la romanización a toda la región.

La romanización fue lenta, pero tuvo mucha más influencia que los colonizadores anteriores. Los romanos van a aportar una nueva lengua-el latín-, una nueva religión y la adopción de la ciudadanía romana para todos los habitantes de la zona.

Cartago-Nova fue la ciudad más importante, amurallada y rodeada de cerros coronados por templos dedicados a los dioses del imperio. Su traza correspondía a la de una ciudad romana, pero los escasos restos urbanos aparecidos no permitían obtener una apreciación exacta de su pasado esplendor. Hoy, el descubrimiento del teatro ha dotado de una dimensión nueva el conocimiento de la Cartagena romana. Además del teatro, quedan restos del anfiteatro debajo de la plaza de los toros y restos de calzadas y pórticos. Destaca dentro de las necrópolis el monumento de la Torre Ciega.

En cuanto a restos escultóricos, son escasas las muestras que han llegado a nuestro días en comparación con la gran riqueza que tuvo que existir. La mayor parte de las esculturas halladas son de finalidad doméstica, pues estaban destinadas a decorar las domus de la ciudad; otro grupo tenía una función civil o religiosa; y un tercer grupo lo constituyen obras de carácter funerario. La mayor parte de los mármoles de las esculturas fueron importados y sólo un pequeño porcentaje se realiza con piedras locales. La cronología de lo conservado va desde finales de la República (siglos II-I a.C. ) a los inicios del Imperio (siglo I d. C.) correspondiéndose con los restos arquitectónicos.

Para romanizar las zonas del interior, los romanos crearon municipios nuevos como Mazarrón, Lorca, Archena, Cehegín. En el medio rural la presencia romana fue a través de la villa agrícola, repartidas en distintos puntos: Águilas, Yecla, Jumilla, Archena, Fortuna, Bullas, Lorquí, Librilla etc, tanto en zonas de campo como de huerta, porque fueron los romanos los que comienzan la explotación de la huerta. También existían villas de ocio, como en Portmán, pero eran las menos abundantes.

El comercio adquiere gran importancia, Cartagena era el punto de encuentros de la red de comunicaciones tantos terrestres (vía Augusta) como marítimas por su famoso puerto. Se exportaban metales, salazones (el famoso garun), esparto, cereales, sal, a todas las provincias del Imperio Romano. Las importaciones eran de carácter suntuario: cerámicas, mármoles y bronces artísticos. 

LA REGIÓN DE MURCIA EN LA EDAD MEDIA

Invasiones Bárbaras

              El Imperio Romano sucumbe a causa de las invasiones bárbaras que también se dejan sentir en nuestra región en la primera mitad del s. V. En el 428, los vándalos saquean Cartago-Nova con objeto de desmontar el aparato naval del Imperio en el Mediterráneo Occidental.

Después de los vándalos, la Región pasa a ser dominada por los visigodos, el último pueblo bárbaro que llegó a España. Su presencia se centra entre los siglos VI y VII.

              En general de este periodo histórico no se tienen muchas noticias en el ámbito regional. Solamente del pueblo visigodo tenemos testimonios más concretos. Hay restos de necrópolis visigodas en los Belones (Cartagena), La Unión y Lorca.

              Se considera también visigodos los restos de una basílica hallada en Algezares en el Llano del Olivar, hecha de pobres materiales, pero con restos de decoración interesante, conservándose en el Museo Arqueológico de Murcia varios fustes cilíndricos decorados con motivos geométricos de procedencia bárbara.

              En pleno dominio visigodo  se produce en la región la invasión bizantina. El emperador de Bizancio, Justiniano, quiere restaurar el Imperio Romano e inicia una política de expansión militar. Nuestra región y otras zonas levantinas pasaron a poder bizantino. Cartagena fue también el centro del dominio bizantino que fue, en esencia, una ocupación militar. En la actualidad se han excavado partes de la muralla  que la rodeaba y tenemos el testimonio escrito de una lápida bizantina, procedente de una puerta monumental de la ciudad, que indica la fecha  589. Al final, Cartagena es tomada de nuevo por los visigodos y, aunque no se destruye, su vida comercial se paraliza. Mientras, Orihuela se va afianzando, sustituyendo como capital regional a Cartagena.

              Toda esta etapa supone una paulatina transformación hacia los tiempos medievales.

Dominio Árabe

              A principios del s. VIII la región se encuentra unida en torno al último señor visigodo, Teodomiro, que tiene su centro en Orihuela. Cuando se produce la invasión musulmana (711) Teodomiro prefiere llegar a un pacto con los invasores que resistir más allá de sus fuerzas. Se establece así la “Cora” de Todmir de relativa autonomía dentro de la España musulmana durante más de un cuarto de siglo. Las ciudades comprendidas en la “Cora” son: Orihuela, Alicante, Mula, Lorca y hay dudas con respecto a Cehegín y Elche. Cartagena no aparece, debido seguramente a que no se habría recuperado de la desestabilización producida por la invasión  visigoda.

              Esta región de Todmir no alcanzó especial relieve hasta que en el año 831, bajo el emirato independiente de Abderramán II se funda Murcia, junto al Segura, que se convierte rápidamente en capital de la “Cora”.

              Durante los siglos IX y X  Murcia depende de Córdoba, primero del emirato y luego del califato, pero al dividirse éste tras la muerte del último califa, Almanzor, se constituye en un reino independiente con los primeros Taifas en el s. XI. A finales del mismo siglo pasó a formar parte del imperio almorávide que impuso su poder en todo el territorio de Al Ándalus, pero en 1147 con la llegada al poder de Ibn Mardanish (el rey Lobo) comienza para Murcia una era de protagonismo político y militar. Se revela contra el poder almorávide establecido en Al Ándalus y se proclama emir del levante islámico. Cuando el poder almorávide es suplantado por la invasión almohade, Mardanish lleva a cabo una feroz resistencia contra ellos hasta su muerte en 1172. Sus hijos tuvieron que someterse a la autoridad del califa almohade a fines del siglo XII.

              Tras periodos de inestabilidad política e intentos de independencia del dominio almohade, la dinastía gobernante en Murcia, los Huditas, se sometió en 1243 a Fernando III, en calidad de vasallo, pasando el reino musulmán de Murcia a constituir un protectorado castellano. Cuando comprobaron que la dominación castellana era algo más que un protectorado se produjo una rebelión general que fue sofocada por Jaime I el Conquistador, quien ocupó Murcia en 1266 en nombre de su yerno Alfonso X, dando así cumplimiento al pacto de Almizra.

              Murcia se incorpora así al reino de Castilla, convirtiéndose a partir de ahora en una lejana marca militar, en una tierra de transición entre moros y cristianos, en una tierra de síntesis donde convivieron cristianos, moriscos y judíos.

              La época de dominio musulmán caló hondo en nuestra tierra, se sistematizó la explotación de la huerta, se introducen cultivos nuevos como algodón, caña de azúcar, naranjas, limones, arroz, albaricoques, moreras y el gusano de seda. Introducen un nuevo sistema de posesión de la tierra sobre la base de pequeños propietarios.

              Urbanísticamente la ciudad de Murcia presentaba el aspecto de una típica ciudad musulmana, un conjunto de estrechas calles, plazas recoletas, que formaban la medina y junto a ella estaban los arrabales o barrios periféricos situados entre los límites de la medina y el río.

              El arrabal del Norte fue denominado Arrixaca Vieja, era una zona residencial con sus almunias o casas de recreo y el Alcázar Seguer, primero residencia del Rey Lobo y luego transformado por los Almohades, hoy es el convento de las Claras. La Arrixaca Nueva o arrabal del Sur se correspondía con la zona de San Antolín y San Andrés.

              Respecto a construcciones representativas nada se conserva prácticamente. De los baños, construcción árabe inspirada en las termas romanas, de enorme significación para el musulmán, había varios en Murcia (6).El último en desaparecer se encontraba en la actual Calle de Madre de Dios y fueron destruidos al trazar la Gran Vía. Otros se encontraban en la zona de las Anas, San Antolín, Calle del Trinquete, etc. Actualmente han sido recuperados, con gran acierto, los Baños de Alhama.

              En cuanto a las mezquitas, también numerosas, existía una en cada barrio y fueron convertidas tras la reconquista en parroquias cristianas en su mayor parte: San Lorenzo, San Juan, San Bartolomé, San Miguel, etc.

            Muestra del poder político que tuvo Murcia en el conjunto del Al-Ándalus, son sus fortificaciones y obras de defensa.

              La muralla que cerraba la medina estaba constituida sólidamente a base de argamasa y hormigón. También protegiendo sus alrededores se alzaron castillos o pequeñas fortificaciones como los de Monteagudo, Larache, La Luz, Cabezo del Puerto de la Cadena, etc. Otros restos de fortalezas árabes esparcidos por la región se encuentran en Ricote, Ojós, Abarán, Librilla, Alhama, Lorca, Aledo, Mula, etc. Algunos de ellos como el de Mula o Lorca fueron tan rehechos en la época cristiana que nada queda ya en ellos de moros.

              De la época de dominio Almorávide, pero coincidiendo con el reinado del rey Lobo, queda en la región un excepcional monumento, es el llamado Castillejo al pie de la fortaleza de Monteagudo. Son los restos de una quinta campestre ricamente decorada en su interior y con un bello jardín con albercas y pabellones al estilo de lo que luego veremos en los palacios nazaritas de Granada. Quizás de la misma época fuera también la mezquita Mayor o aljama que fue destruida para hacer la Catedral.

               La muestra más representativa del urbanismo musulmán en la Región es la ciudad de Medina Siyasa en Cieza , en el cerro del Castillo y construida entre los siglos XI-XIII. Su esplendor e importancia política se corresponde con la calidad de los restos encontrados, hoy en el Museo Arqueológico de Cieza.

              La huerta .- Los escritores árabes la describen como muy fértil con sistemas de riego a base de acequias y ruedas elevadoras y norias como la de la Ñora y otras.

              Cerámica.- Después de analizar los escasos restos arquitectónicos que quedan en nuestra región de la presencia musulmana, es el capítulo de la cerámica donde tenemos muestras más significativas. Las artes plásticas, pintura y escultura, sobre todo esta última, fueron poco cultivadas por los musulmanes debido a que el Corán prohibía las representaciones de figuras humanas para evitar la idolatría.

              El Museo Arqueológico de Murcia guarda buena colección de cerámica musulmana en la que se pueden distinguir varias técnicas en su ejecución, destaca la dorada, azul, esgrafiada, estampillada, etc.

              Cartagena.- Sobre la Cartagena Islámica hay pocas noticias. La invasión visigoda del s. VII y el posible maremoto que pudo sufrir sobre el 1013-1014 son causas de su poco protagonismo.

              Lorca.- La Lorca musulmana se encontraba en la montaña donde hoy se alza el castillo y por debajo estaba el arrabal.

 La Reconquista: Murcia Cristiana Gótica

              A partir de la entrada en Murcia de Jaime I de Aragón en favor de su yerno Alfonso X, el reino de Murcia queda incorporado definitivamente a la corona de Castilla. Se restaura la Diócesis de Cartagena y las instituciones y poderes castellanos van a extenderse por el nuevo territorio: órdenes militares, adelantados, corregidores, iglesias y órdenes eclesiásticas.

              Se va a inaugurar ahora un periodo sumamente inestable para nuestra región, tensiones entre nobleza, clero y ataques de moros granadinos, unidos a su papel fronterizo entre Castilla, Aragón, el Mediterráneo y la zona musulmana, la van a convertir en una marca fronteriza con carácter eminentemente militar. Las guerras civiles castellanas fueron aprovechadas por los reyes aragoneses para desmembrar parte del antiguo reino de Murcia. Alicante, Orihuela y Elche se separan del reino de Murcia y se unen a Aragón quedando nuestra región reducida prácticamente a sus actuales límites.

              Murcia quedó despoblada, los musulmanes emigraron en gran número tras la reconquista y los cristianos que llegaron representan un número menor que los musulmanes que emigraron. Los campos se vacían y solo se repueblan las zonas de regadío, fáciles de defender por estar próximas a ciudades fortificadas.

              Tras la conquista cristiana, el territorio murciano se configura en enormes municipios: Murcia, Lorca, Caravaca, Cartagena, las aldeas y pueblos pequeños dependen de estas ciudades.

              Murcia, la capital, se mantiene rodeada de murallas con doce puertas y dividida en tres sectores: sector cristiano, coincidiendo con las actuales parroquias de Sta. María, San Bartolomé, Santa Catalina, S. Pedro, S. Nicolás y San Lorenzo, sector musulmán, arrabal de la Arrixaca (zona de S. Andrés), sector judío, alrededor de las puertas de Orihuela, entre S. Juan y Sta. Eulalia.

              Las antiguas mezquitas fueron desapareciendo o convirtiéndose en parroquias cristianas y en el emplazamiento de la Mayor comenzó a edificarse, a fines del siglo XIV, la Catedral. Alrededor de ésta se situaban las calles que recibían el nombre de los oficios que predominaban en cada una de ellas: Trapería, Jabonerías, Frenería, etc.

              Entrado el siglo XV se notan los primeros síntomas de recuperación: la producción agrícola aumenta y la superficie cultivada se extiende desecando las zonas pantanosas de Monteagudo. El comercio también se recupera con la llegada de comerciantes genoveses en busca de materias primas locales. La toma de Granada por los Reyes Católicos a fines del siglo XV (1492) representará para Murcia el inicio de una etapa de estabilidad y consolidación que culminará a lo largo del siglo XVI.

Arte Cristiano Medieval: El Arte Gótico

              Reconquistado el reino de Murcia en el siglo XIII y debido a la situación precaria por la que atravesó en los primeros tiempos, es muy poco significativa la arquitectura gótica de este primer periodo en la región.

              Cabe citar de esta primera época  la Catedral Antigua de Cartagena, aunque algunas hipótesis relacionaban su origen con la ocupación bizantina, el edificio data del siglo XIII, tras la Reconquista, en tiempos de Alfonso X el Sabio; la ermita de los Pasos de Santiago de Murcia, restaurada, pero aún presenta su amplia nave y cubierta de madera, en donde se funden influencias musulmanas y cristianas góticas.

              En Jumilla, iglesia de Santiago, su parte central corresponde a esta época.

              En Lorca destacan las iglesias góticas altas, sobre todo Sta. María, hoy en estado ruinoso, pero que muestra todavía sus bóvedas centrales estrelladas.

              En Mula, las iglesias de San Miguel y Santo Domingo se establecen sobre antiguas mezquitas.

              El monumento capital dentro del gótico regional es la Catedral de Murcia. Se inició su construcción en 1394, sobre el área de la mezquita mayor. La obra fue lenta, la consagración solemne se hizo en 1467, pero posteriormente a esa fecha se continuaron realizando obras menores, como capillas, portadas, etc.

              Su planta sigue el esquema de las catedrales góticas, inspirándose en modelos catalanes: tres naves con crucero poco saliente, ábside heptagonal y girola con capillas radiales. El efecto general es austero; sólo en el crucero, girola y tramos de los pies de las naves laterales, se encuentran bóvedas estrelladas. La única portada gótica que se conserva es la de los Apóstoles, con arco apuntado y esculturas adosadas de cuatro apóstoles. Su realización data de 1466 y se relaciona con Diego Sánchez de Almazán, maestro mayor de las obras de la catedral, por esos años.

             Pero la obra verdaderamente singular que cierra el gótico en la región es la capilla de los Fajardos, Marqueses de los Vélez, adosada a la girola de la catedral y pieza de enorme importancia. Fue comenzada por el Adelantado Don Juan Chacón Fajardo y fue terminado por su hijo Don Pedro Fajardo, primer marqués de los Vélez en el año 1507. Con planta octogonal y rica decoración, para su construcción fue preciso demoler dos capillas de la girola. En el exterior del muro se observan los escudos de los Fajardo y bajo ellos una enorme cadena de eslabones de piedra y sobre la cual la fantasía popular ha entretejido innumerables leyendas.

              Su autor es anónimo, quizás Don Juan Chacón, el fundador, trajera de fuera un maestro que nada tiene que ver con lo local. En el interior, una exuberante decoración lo cubre todo con motivos típicos del gótico final y se corona con una rica bóveda estrellada de diez puntas. Todo responde a la última fase del gótico, la más decorativa, denominada flamígera.

              De fecha próxima es también el claustro del Convento de Santa Clara de Murcia, del que se conserva un ala con galería inferior de amplios arcos sobre chatos pilares.

Arquitectura civil y militar

              El carácter fronterizo de nuestra región exigió, desde el principio de su reconquista, el mantener a punto una serie de castillos y fortalezas, muchos de los cuales provenían ya de época musulmana, por lo que se hace a veces muy difícil precisar en ellos cual es la parte árabe y cual la cristiana, ya que en buena parte la mano de obra fue mudéjar, y mudéjar es la técnica de tapial y ladrillo que se encuentra en muchas de estas obras.

              Del siglo XIII son los restos del castillo de Lorca, parte de su recinto, y también del siglo XIII es lo que hoy puede verse del castillo de Aledo.

              Del siglo XIV era la mayor parte visible del castillo de la Concepción de Cartagena.

              Pero la mayor parte de los castillos murcianos conservados son del siglo XV, debidos a la iniciativa de la Orden de Santiago y de las familias de los Pacheco y los Fajardo, marqueses de Villena y Vélez respectivamente. Destacan los de Moratalla, Caravaca, Mula, etc.

LA REGIÓN DE MURCIA EN EL SIGLO XVI: EL RENACIMIENTO

Introducción Histórica

La toma de Granada con el consiguiente fin de la Reconquista, supuso para nuestra región el inicio de un período de consolidación en todos los órdenes. La población aumenta debido a la paz y a las mejoras económicas. Se crearon nuevas áreas de regadío, se desarrolla la ganadería a la par que la agricultura, se reanuda de nuevo la explotación de minerales y las industrias de la seda y lana cobran cada vez más importancia. El comercio también se ve activado por la presencia de genoveses que se interesan por materias primas locales.

En lo que se refiere a la organización política, la centralización del poder iniciada por los Reyes Católicos y acentuada por los Austrias, modifica en gran medida la situación local. La actual región murciana queda configurada en esta época por dos grandes demarcaciones judiciales: Lorca y Murcia, aunque las órdenes militares siguen teniendo jurisdicción independiente.

A pesar de que en líneas generales fue éste un período de paz, varios hechos históricos nos revelan alteraciones momentáneas de la vida local, tanto con CarlosV, como con Felipe II: la revuelta comunera, protagonizada por los municipios castellanos; las Germanías o Hermandades protagonizadas por los gremios valencianos, ambas son rebeliones urbanas contra los abusos de los nobles y del sistema señorial; y por último, el problema morisco que se vivió especialmente en la región.

A nivel cultural y artístico este es el momento (junto con el siglo XVIII) de mayor importancia y personalidad del arte murciano.

El Arte Renacentista

   El Renacimiento se inicia en Italia en el siglo XV, pero se extenderá por Europa durante el siglo XVI. Por contactos con Italia llegará a España el arte renacentista, pasando en nuestro país por una primera fase decorativa, con cierta influencia gótica todavía, y una segunda fase, más simplificada, con un estilo más clásico y austero. El primer estilo decorativo se denomina Plateresco; el segundo, más sobrio y clásico es el Purista.

     En la Región de Murcia también se deja sentir la influencia italiana  debido a la presencia de maestros italianos de gran calidad y a las relaciones comerciales existentes con Italia, ya desde épocas anteriores. El arte del Renacimiento es impulsado en nuestra región por importantes figuras que hacen de mecenas,  tanto eclesiásticos como civiles, destacando la familia de los Fajardo, marqueses de los Vélez, de singular renombre en nuestra región.

     El capítulo de  la arquitectura del Renacimiento murciano se abre con una obra construida fuera de los límites de la región. Se trata del Castillo de Vélez Blanco, planeado como fortaleza y palacio y enriquecido con un bello patio renacentista que se encuentra en la actualidad en el Metropolitan Museum de Nueva York. La obra, que se comenzó en 1506 y tardó nueve años en construirse, se debe a la iniciativa de don Pedro Fajardo Chacón, primer marqués de los Vélez, quien finalizó también la capilla de los Vélez en la catedral.

     Junto con la nobleza, la Iglesia también colaboró en la difusión del arte renacentista a través de las obras de la catedral. La presencia en la ciudad de maestros italianos contratados por el cabildo catedralicio es fundamental en la orientación hacia el nuevo arte basado en las formas de la antigüedad clásica.

Además de las obras renacentistas de la catedral como la capilla Junterón o la portada de la ante-sacristía, entre otras, destaca también en Murcia el convento de San Esteban, sede de la Comunidad Autónoma. De la misma época y estilo son las llamadas Iglesias Columnarias de La Asunción en Moratalla; El Salvador en Caravaca; y La Magdalena en Cehegín. Asimismo es obra de gran importancia la parte renacentista (capilla mayor y crucero) de la iglesia de Santiago en Jumilla.

EL BARROCO EN  MURCIA. SIGLOS XVII-XVIII

EL SIGLO XVII: EL PRIMER BARROCO.

Introducción Histórica

La crisis económica que sufre España en el siglo XVII se deja sentir igualmente en nuestra región. La expulsión de los moriscos a partir de 1610 produce graves secuelas: la huerta perderá mano de obra experta. La Guerra de los Treinta Años (1618-1648), y las revueltas interiores contra la política del Conde Duque de Olivares, motivarán el colapso de las actividades económicas murcianas más importantes: el comercio de lana y seda. Esta situación se verá agravada por la presencia de piratas berberiscos en nuestras costas y calamidades climatológicas: sequías e inundaciones. La peste también hará su presencia en la parte central del siglo y las ciudades se encerrarán tras sus murallas estrangulando aún más las difíciles relaciones comerciales.

El Arte Barroco del siglo XVII

La arquitectura de este siglo refleja las dificultades económicas y se va a caracterizar por una gran sobriedad y desnudez. La obra de El Escorial, de las últimas décadas del siglo XVI, también va a influir en ese gusto por lo desornamentado que se advierte en las construcciones de buena parte del s. XVII, como el interior del Santuario de la Vera Cruz en Caravaca.

A medida que avanza el siglo observamos una paulatina transformación en la arquitectura nacional y regional, imponiéndose un estilo decorativo y complicado. La fachada de San Patricio de Lorca, iniciada en 1692, muestra ya una mayor decoración, aunque mantiene en líneas generales una composición todavía austera, que se pierde del todo en otras obras donde la columna salomónica irrumpe con su ritmo retorcido y dinámico, como se aprecia en la Casa de Guevara de Lorca, fechada en 1694.

En cuanto a la escultura de este período, sigue la dirección nacional de los retablos e imágenes procesionales. El carácter especialmente austero y duro del siglo produce una imaginería trágica de rasgos duros, penitenciales que  calan en la sensibilidad del pueblo español y que es fiel exponente de las normas del Concilio de Trento de emplear el arte para acercar la religión a los fieles. Por otra parte, el quebranto de la economía del Estado y el decaimiento y ruina de buena parte de la nobleza hicieron que surgiera un arte más popular bajo el patrocinio de conventos, parroquias y cofradías que sí percibían ingresos por donaciones o suscripción popular.

En Murcia en este siglo la actividad escultórica no es intensa. La figura que mejor representa el estilo dramático, tan español, en nuestra región, es Nicolás de Bussy, nacido en Estrasburgo y que tras una estancia en Valencia y Alicante, se instaló en Murcia, permaneciendo en ella unos quince años. Destaca de su producción el Cristo de la Sangre de la iglesia del Carmen, el Cristo del Pretorio de la misma iglesia y el San Francisco de Borja que se encontraba en la iglesia de San Esteban.

Respecto a la pintura, la altura artística que logró la pintura nacional en el siglo XVII no tiene igual reflejo en nuestra región. La pintura de este periodo es filial de la escuela valenciana, pero de tono más secundario y con artistas que no llegan a la categoría de los valencianos Ribalta o Ribera. Es una pintura que va a evolucionar poco y que prácticamente se encuentra apegada al tenebrismo durante todo el siglo. Nombres como Villacis, Gilarte o Senén Vila son los más representativos.

El único pintor cuya fama trasciende lo local es Pedro de Orrente (1580-1645), aunque nació en Murcia, pasó su vida entre Toledo y Valencia, pero mantuvo siempre contacto con su tierra natal. Junto con Salzillo es el murciano con más peso dentro del panorama del arte español.

EL SIGLO XVIII: EL PLENO BARROCO.

Después de la crisis que se mantuvo a lo largo de buena parte del s.XVII, incrementada en nuestra región por años de sequía y violentas inundaciones, nos encontramos con un inicio de recuperación a finales de siglo debido en gran medida a la multiplicación de las moreras, resistentes a la inundaciones y sequías, que trajo consigo el auge de la industria de la seda. La región se preparaba así para el florecimiento que supondría el siglo XVIII.

El siglo XVIII trae una profunda renovación, además, Murcia contó en este tiempo con personalidades extraordinarias que contribuyeron a su transformación y progreso. Tres nombres: Belluga, Floridablanca y Salzillo suponen tres puntos culminantes de una cultura emprendedora, original y reformista.

Belluga es nombrado obispo de la diócesis al iniciarse el siglo, su lealtad a la causa Borbónica en la Guerra de Sucesión va a deparar para la región el favor Real durante el reinado de la dinastía Borbónica. Pero será con Floridablanca, ministro de Carlos III, cuando la región alcance mayor desarrollo, sobre todo en el terreno de las obras públicas y de la cultura. Murcia se embellece en sus calles y casas,  y Cartagena recupera la significación militar y comercial que tuvo en otros tiempos. En general, toda la región experimenta un crecimiento, reflejo de

la paz interior, nuevos cultivos y regadíos y un progreso urbano.

El arte Barroco del siglo XVIII

Arquitectura.- El estilo barroco de marcada austeridad que prevaleció en la arquitectura del siglo XVII, se complica y engrandece en el siglo XVIII. Los detalles decorativos aumentan y la libertad de los elementos compositivos es cada vez mayor: frontones partidos, líneas curvas, entrantes y salientes, que producen juegos de luces y sombras. Existe una mayor tendencia hacia lo monumental.

La obra cumbre del siglo es la fachada principal de la catedral, obra del valenciano Jaime Bort.  También se edifican en la segunda mitad de siglo los cuerpos tercero y cuarto de la torre, así como el remate octogonal, obra de Ventura Rodríguez, realizado en 1790, en donde se anuncia ya la sobriedad neoclásica.

Obra importante de esta época es el Monasterio de los Jerónimos de la Ñora, llamado El Escorial murciano, el arquitecto que lo llevó a cabo fue el fraile Antonio de  San José.

Pieza clave del barroco murciano es la fachada del Santuario de la Vera Cruz en Caravaca, de autor desconocido, ha sido relacionada con ciertas obras del barroco mexicano.

El Palacio Episcopal, edificado junto a la fachada principal de la Catedral, de tendencia claramente rococó, es también obra a destacar.

Son asimismo de esta época la mayoría de las iglesias murcianas, dado el auge económico del siglo. En Jumilla, Yecla, Mula, Cartagena etc, hay también bellos ejemplos de iglesias barrocas.

En cuanto a arquitectura civil, la mayor parte de las casas señoriales se edificaron en este siglo, con bellas portadas decoradas con escudos y rejerías, de las que aún quedan muestras en Murcia, Mula, Lorca, Cehegín, Jumilla etc.

A mediados de siglo se comienzan las obras del Arsenal de Cartagena con trazado de Sebastián Feringán.

La escultura del siglo XVIII continúa la tradición de retablos e imágenes, pero alcanza ahora su madurez y culminación.

La figura más representativa en el campo de la escultura murciana y nacional de este siglo es Francisco Salzillo. Nace en Murcia en 1707, su padre, Nicolás Salzillo, de origen napolitano, le inició en el oficio, pero superaría con creces el arte de su progenitor. Su estilo mezcla la belleza italiana con el sentido religioso y expresivo español y el cálido ambiente de la tierra murciana.

Varias etapas se señalan en su obra, donde se marca su evolución desde la juventud a su madurez y culminación con la realización de los ocho pasos para la Cofradía de Jesús. Aparte de sus imágenes procesionales destacan otras de similar maestría como San Jerónimo del Museo de la Catedral, San Francisco y Santa Clara del Convento de Capuchinas, Cristo a la columna del Monasterio de Santa Ana en Jumilla etc.

Una de sus últimas obras es el Belén, compuesto por casi quinientas figuras, insertadas en un ambiente dieciochesco, con edificios de la época y escenas costumbristas populares.  Como discípulo destaca Roque López.

La Pintura del siglo XVIII, en tono mucho menor, no llega a la brillantez de la escultura. Destacan: Lorenzo Vila, todavía influenciado por el tenebrismo del siglo XVII, Manuel Sánchez etc.

En la segunda mitad de siglo destaca Ginés Sánchez Aguirre que realiza cartones para tapices de tendencia rococó;  y  Joaquín Campos, valenciano afincado en nuestra región.


ANÁLISIS VISUAL DE LA PLAZA DE BELLUGA Y CATEDRAL

-          Entrar a la plaza por la calle Frenería. Advertir el urbanismo-sorpresa del barroco:  calle estrecha que da a una gran plaza. Describir la sensación que produce.

-          Observar la plaza en sus cuatro puntos cardinales:

-          Casas del entorno. ¿Os parecen bien integradas en la plaza?

-          Palacio Episcopal. Contemplad su fachada principal restaurada, su policromía y las cornucopias pintadas que la decoran. Penetrar en el patio, advertir la pureza de la talla decorativa y el motivo de la rocalla entre los arcos. Asomaros a la monumental escalera y observar la cúpula. Rodear el perímetro del palacio y  contemplar la fachada sur que da a la Glorieta. Señalar las diferencias entre ambas.

-          Edificio de Rafael Moneo. Dad vuestra opinión sobre el edificio en sí mismo y en relación con la plaza.

-          Catedral. Observar su fachada principal; la movilidad de su planta; su inclinación hacia el palacio episcopal (perspectiva oblicua, la preferida del barroco); el juego de luces y la policromía de sus materiales.

-          Apreciar la perfecta trabazón entre los elementos arquitectónicos y los escultóricos y decorativos.

-          Reconocer las imágenes principales que definen su iconografía.

-          Rodear el perímetro de la catedral y descubrir su estructura gótica llena de añadidos posteriores. Examinar atentamente las dos portadas del crucero, la puerta de los Apóstoles y la puerta de las Cadenas, y señalar tres rasgos diferenciadores.

-          Penetrar en el interior de la catedral con el plano, recorrerla y observar las diversas bóvedas de nervios (sexpartitas, estrelladas) y los pilares con sus baquetones adosados.  Deteneros en las siguientes capillas:

-          Capilla de los Vélez. Nombrar elementos del gótico flamígero presentes en su estructura y decoración.

-          Capilla de la Encarnación. Advertir la novedad de su planta y las dos partes que la integran.

-          Portada de la ante-sacristía. Observar el esquema de portada renacentista e identificar los elementos que la forman.

-          Capilla del trascoro. Aludir a su origen. Observar la cúpula de los pies del templo.

-          Capilla Junteron. Mirarla detenidamente y apreciar su abultada decoración plateresca, tan típica de su autor. Decir su nombre y enumerar las obras que realizó para la catedral.

-          Capilla Mayor con retablo neogótico y sillería del coro renacentista, donada por la reina Isabel II tras el incendio de la catedral, ocurrido en  1854.

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