Beethoven y la 9ª Sinfonía

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Nacido en Bonn recibió sus primeras lecciones de música en la capilla del pueblo, a los 17 años se muda a Viena donde conoce a Mozart pero su estancia es corta a causa de la muerte de su madre y tiene que regresar. En 1792 vuelve a Viena donde aprende de Haydn, Salieri (se influencia) y crea su 1ª sinfonía en 1800. En el 1801 sufre una terrible crisis al borde del suicidio a causa de su sordera.

Al año siguiente escribe su famoso testamento a sus hermanos en el que con amargas y profundas palabras expresa la inutilidad y desesperación que sufre a causa de su sordera progresiva. Durante su vida sigue componiendo sonatas y sinfonías entre otras piezas musicales. En 1804 compone “Fidelio” su única ópera y en 1819 se queda sordo y recurre a la escritura de sus famosos “cuadernos de escritura”. Concentrado en sí mismo prepara sus grandes obras “La Misa Solemne” y la “9ª Sinfonía” la que acabamos de escuchar.

La Sinfonía n.º 9 en re menor, op. 125

Conocida también como 'Coral', es la última sinfonía completa del compositor alemán Ludwig van Beethoven escrita en alemán. Es una de las obras más trascendentales, importantes y populares de la música y el arte. Su último movimiento es un final coral sorprendentemente inusual en su época que se ha convertido en símbolo de la libertad. La Sociedad Filarmónica de Londres encargó la composición de la sinfonía. Beethoven tardó entre 5 y 6 años en componerla. La 'Oda a la Alegría' de Schiller fue musicalizada por el mismo Beethoven e incorporada en el cuarto movimiento de la Novena Sinfonía que incluye una selección del texto del compositor original.

Consta de 4 movimientos; 1º Allegro 2º Scherzo 3º Adagio 4º Recitativo. Género instrumental y sinfónico. Sin embargo se le llama 'Coral' por la presencia del coro en la sinfonía. Se podría considerar como música programática el último movimiento, porque tiene como hilo conductor un programa literario basado en la versión definitiva de la 'Oda a la Alegría'. La Novena Sinfonía empieza de forma poderosa, con un tema principal que transcurre en escalas y variaciones. El volumen de la sinfonía es brutal para la época. El segundo movimiento es calificado por algunos cronistas como 'el infierno en llamas', por su contundencia y velocidad, suavizado majestuosamente en la recapitulación. El tercer movimiento, aunque sosegado, conduce firmemente a lo que será el cuarto movimiento, que contiene una melodía fácilmente reconocible y mundialmente famosa.

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