Buero Vallejo: El teatro crítico y removedor

Clasificado en Griego

Escrito el en español con un tamaño de 3,79 KB

Buero Vallejo es una pieza clave del teatro de posguerra, porque abre la nueva corriente de teatro social que continuará Alfonso Sastre, que también denuncia la situación española, pero de forma más directa y más vinculado al compromiso político que el de Buero.
Representante de la corriente denominada “posibilismo”, que consiste en la presentación de un teatro que, sin dejar su compromiso político, sea asimilado por la sociedad y sea tolerado por la censura, es decir, un teatro que consiga evitar el enfrentamiento frontal con el poder. Para ello, Buero utiliza diversos recursos como los símbolos, la alegoría, las parábolas y la elipsis.
Su teatro está dotado de un fuerte sentido trágico. Independientemente del tipo de obre, Buero se sirve de ese “tragicismo” para llevar a escena su reflexión y su compromiso ético con el hombre y con la sociedad española de su tiempo.
Frente al teatro intrascendente y evasivo de los años 40, Buero Vallejo se decantó por un teatro real, trascendente y de enfrentamiento. Intenta hallar una salida para la crisis que en aquellos años vivía el teatro en España, pero no era de fácil aplicación y contaba con obstáculos, como un público que no quería un teatro angustiado, por lo que Buero comienza su labor revitalizadora, pues su intención era ejemplarizar.
Con su primera obra, Historia de una escalera (1949), comienza el nuevo drama español, con un fuerte compromiso con la realidad, la búsqueda de la verdad y el deseo de remover las conciencias. Su finalidad era inquietar al espectador y crear a un nuevo hombre. Por todo esto podemos decir que Buero Vallejo escribe un teatro crítico y removedor.
Buero poseía una clara conciencia de la función social del teatro y de su posibilidad de revelar las precariedades y limitaciones del hombre y la sociedad. Por ello, elige la tragedia como género idóneo. No expone ninguna ideología determinada, sino que escribe “en pro de algo” y lo consideramos un teatro de salvación. Por lo que, en este sentido, hablaríamos de que Buero Vallejo se presenta como un autor de teatro éticamente removedor.
La dimensión ética marca su biografía, tanto en el ámbito personal y familiar, como en el socio-político y cultural. Buero Vallejo ha humanizado un luchador nato que se ha comprometido por la causa del hombre.
Sus obras son ante toda la defensa de la dignidad (cualidad que hace referencia a lo que el ser humano merece) del hombre.
Las obras de Buero Vallejo giran en torno al anhelo de realización humana y a sus dolorosas limitaciones, lo que supone la base del aliento trágico de su obra. Pero esa temática, con sus manifestaciones particulares, ha sido enfocada por Buero en un doble plano: existencial y social. En el plano existencial se realiza una meditación sobre el sentido de la vida y sobre la condición humana; mientras que en el plano social, y en cierto sentido político, denuncia las injusticias concretas de un poder opresivo.
En ambos planos se entreteje siempre un enfoque ético. Buero es un importante moralista y esencial es la idea de responsabilidad, unida a la de libertad, que nos aporta. Recordando la idea de fatum (destino) consustancial a la tragedia, Buero ha dicho que, en su obra, “las torpezas humanas se disfrazan de destino”.
Buero Vallejo, testigo lúcido de la sociedad en la que ha transcurrido su existencia, conformó una producción que ha abierto caminos transitados por muchos de los dramaturgos españoles actuales pero que trasciende nuestras fronteras y se inscribe con justicia y brillantez en la historia de la cultura y del teatro occidental. Puede por ello afirmarse que Buero ha dejado una huella indeleble en la escena de la segunda mitad del pasado siglo.

Entradas relacionadas: