Buero Vallejo: teatro social y simbolismo dramático

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Buero Vallejo: teatro social y simbolismo dramático

Buero Vallejo es una pieza clave del teatro de posguerra, ya que abre una nueva corriente de teatro, el teatro social, que denuncia la situación española mediante símbolos y juegos metafóricos y escénicos. También fue representante del posibilismo, corriente que presenta un teatro que, sin dejar su compromiso político, sea asimilado por la sociedad y tolerado por la censura, es decir, que consiga evitar el enfrentamiento frontal con el poder. Su teatro, y su escritura en general, persigue el objetivo de ayudar al individuo a aceptarse y comprenderse, para poder vivir mejor. Así, su obra es inseparable del compromiso con el ser humano y la sociedad.

Análisis de la sociedad española

Su obra es un análisis lúcido de la sociedad española en el que existen tres núcleos dramáticos: la reclusión (Tomás aislado psicológicamente en La Fundación); el juicio, a través de personajes que juzgan a otros (en Las Meninas) y el enfrentamiento entre dos personajes o entre individuo y sistema político. Condenado a pena de muerte y retenidas sus obras, provoca que con su teatro de oposición desee un cambio del sistema político. Su temática gira en torno al deseo del ser humano de realizarse, que se ve obstaculizado por el entorno donde vive. Esta temática ha sido enfocada en un doble plano: en un plano existencial, porque sus obras son una meditación metafísica sobre el sentido de la vida; y en un plano social cuando se denuncian injusticias concretas. Estos dos planos aparecen entremezclados y con un enfoque ético, de búsqueda de la verdad y de la honradez consigo mismo.

La tragedia como forma de expresión

La forma que elige para expresarlo es la tragedia, donde reflejará los problemas del ser humano: el destino, el significado de la vida, el dolor y la muerte. Conservará, además, la catarsis de la tragedia clásica, que purifica al espectador al verse reflejado en el personaje. Esta tragedia, para él, tiene una doble función: inquietar, planteando problemas sin imponer soluciones, lanzando interrogantes para que reflexione el espectador; y curar, invitándonos a una superación personal. A esta tragedia se la denomina “tragedia esperanzada”. La responsabilidad está unida a la libertad: la tragedia se desencadena por una transgresión moral que un personaje ha cometido libremente y de la que es responsable. El error de un personaje afecta a otros, por lo tanto, el problema individual pasa a ser colectivo y, mientras que la salvación individual es superar el egoísmo, la salvación colectiva es pasar a la acción. Es esencial la participación del espectador, que reflexione y se lance a actuar, es decir, a transformar el mundo.

Simbolismo y experimentación dramática

El teatro de Buero es simbólico. Su origen reside en el teatro europeo: Ibsen, Pirandello, Cervantes y Calderón. Si se analizan las primeras piezas de Buero, se ve un concepto del realismo que implica una dimensión simbólica. Un ejemplo es Historia de una escalera, con la presencia de sueños y alucinaciones. Sugerir temas o situaciones mediante la alusión simbólica es muy frecuente en su teatro. En ocasiones podría explicarse como: una manera de hacer referencias políticas evitando a la censura (la “Fundación” como cárcel o dictadura). Del mismo modo, la ceguera, o la locura de los personajes tienen un profundo valor simbólico.

En otras ocasiones, el simbolismo adquiere una dimensión más existencial o metafísica: esa terraza de Hoy es fiesta, donde los inquilinos están felices pero encerrados por la propietaria. Y quizá, en este sentido existencial, hay que leer la frecuente presencia de personajes con taras físicas (ceguera, sordera…) o psíquicas. También son simbólicos algunos objetos, por ejemplo, los cuadros de Velázquez de Las Meninas; los sonidos como el pitido del tren en El tragaluz; o animales como el ratoncito de La Fundación.

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