Características de la comunicación literaria y su importancia en la interpretación de textos

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Si tomamos como partida el esquema de la comunicación, observaremos que la literatura tiene una serie de peculiaridades. El emisor es el autor, suele ser individual y no tiene ninguna finalidad práctica. Está altamente cualificado, es distante y no se puede establecer comunicación con él. No crea su obra de la nada, tiene en cuenta géneros, su realidad social, sus propias experiencias u otras obras. El receptor es siempre múltiple e indeterminado. El autor no se dirige a un emisor determinado, concreto, sino a cualquier posible lector (lo que no quiere decir que no tenga su receptor ideal). El receptor es universal y puede ser atemporal. Entre la composición de una obra y su lectura pueden haber pasado siglos. El lector crea el texto con su lectura, puede rechazarlo o aceptarlo, pero no contradecirlo o cambiarlo. Cada lector aporta su propio mundo a la lectura, de ahí la existencia de variadas interpretaciones de un texto. Incluso una misma persona puede cambiar su interpretación. La comunicación literaria es diferida y unívoca, por tanto, el canal debe asegurar la permanencia inalterada del texto, único elemento común. Por eso, suele ser escrita, al fijar el mensaje de forma duradera. Es decir, dota al mensaje de dos características básicas: perdurabilidad e inalterabilidad. Aunque también existe la literatura oral. Además de lo citado, el mensaje literario tiene como característica el no tener una finalidad práctica inmediata. Su naturaleza es estética, es una estructura autosuficiente en su forma, es autónoma y no precisa de nada más para ser disfrutada. Es un universo cerrado, un sistema en el que cada elemento tiene sentido y valor en relación con los otros. Por dicho motivo, en todo texto literario aparece la denominada función poética: “La función poética proyecta el principio de equivalencia del eje de selección al eje de combinación”. La equivalencia, la repetición pasa a ser el principio constitutivo de la secuencia. Ahora bien, la función poética no es exclusiva de la poesía. El mensaje es intangible y no parafraseable, debe repetirse en sus propios términos. El contexto de una obra literaria es pluridimensional, es construido por el lector y por la propia obra; en ocasiones, el ruido es significativo. El código es la lengua en la que se ha cifrado el mensaje, pero la lengua del autor, con su propio sistema de correspondencias, símbolos, etc., que hay que descubrir. Además, hay otros códigos extralingüísticos, dependientes de géneros, convenciones, sistemas de creencias, de época, etc.

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