Claves estéticas del teatro de Buero Vallejo: El simbolismo y la experimentación dramática

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El simbolismo. Todas las obras de Buero Vallejo son siempre fieles a un propósito ético, una intención crítica y una estética trágica. Tras la apariencia realista se esconde siempre una construcción simbólica centrada en dos elementos: los personajes y un espacio escénico simbólicos, en los que está latente un conflicto existencial, es decir, bajo un problema individual se descubre una tensión social.

Los personajes siempre esconden un significado profundo. Encarnan siempre valores simbólicos. Los personajes de Buero representan individuos y como tales permiten ser estudiados uno por uno.

En general ocupan un lugar subordinado en la estructura del drama al servicio de su significación global. La crítica ha destacado dos de estas funciones:

  • Contemplativos y activos: Su sentido es esencialmente ético. La acción representa la eficacia a costa de la moral; la contemplación se atiende a la ética, sacrificando la eficacia.

El activo es un personaje destinado al rechazo por parte del espectador: utiliza la violencia, el engaño, la crueldad a favor de sus intereses.

El contemplativo es un personaje incompleto, soñador, altruista, pero incapaz de realizar los sueños en el mundo en que vive. Encarna al héroe trágico, abocado casi siempre al fracaso, pero cuyo ejemplo encierra un sentido positivo, esperanzador.

  • Ciegos y locos: Hay un gran número de personajes afectados por limitaciones físicas o mentales en el teatro de Buero. Estas limitaciones adquieren significados simbólicos. La soledad, la limitación a que se ven sometidos, desarrolla en estos personajes con frecuencia un sexto sentido que permite a los ciegos ver más allá o más hondo que los videntes y a los locos percibir realidades que se escapan de los cuerdos. Los ciegos y los locos que habitan sus obras representan la búsqueda de la luz y de la verdad.

La aparición de personajes-narradores constituye una novedad en la construcción del relato dramático. Estos personajes actúan como mediadores entre la historia que representa y el público que asiste a ella.

Experimentación dramática.

Los espacios escénicos adquieren también valores simbólicos. Espacios cerrados y espacios abiertos se oponen constantemente. La celda, por ejemplo la de la Fundación, es siempre lugar de opresión y represión. Estos espacios no se limitan a ser meros escenarios para ambientar la acción.

El problema de la participación, es decir, la identificación del público con determinados personajes, haciendo que la obra sea percibida como la ve alguno de los personajes gracias a los efectos de inmersión. En la fundación los cambios de decorados nos llevan desde lo que ve el protagonista (la fundación) hasta el espacio en el que se encuentra (la cárcel). Buero denuncia lo equivoco de nuestra sociedad y busca la comprensión hacia el delator al que el público llegará a entender y perdonar.

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