Concilio de Jerusalen

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Concilio de Jerusalen: es el nombre dado a la primera reunión normativa de la Iglesia cristiana primitiva (hacia el año 50 d.C.), según se relata en el capítulo 15 de los Hechos de los apóstoles. Fue solicitada por la iglesia de Antioquía luego de que llegaran cristianos provenientes del Judaísmo que se escandalizaron al ver que los miembros conversos  (no judíos) no habían sido circuncidados ni cumplían otros preceptos de las leyes judías.Estas personas, que no aparecen determinadas mayormente en el texto de los Hechos, comenzaron a predicar que era necesaria la circuncisión .Por esta razón, los discípulos de Antioquía encomendaron a Pablo y Bernabé junto a “algunos de ellos” a acudir hasta Jerusalén para zanjar la situación. El principal objetivo era determinar si para ser cristiano se debía primero ser circuncidado y seguir todos los preceptos de la Ley de Moisés (que constaba de unas 630 mandatos) o bastaba con creer en Jesucristo. La postura que expuso Santiago  la asamblea lo aprobó y posteriormente envió a otros cristianos para que comuniquen la decisión tomada como se ve registrado en Hechos 15:22-29Además de Pablo, Bernabé  participaron los Apóstoles, y presbíteros (ancianos) de la iglesia de Jerusalén. Primero expusieron  que proponían mantener intacta la ley de Moisés, luego Pablo y Bernabé explican sus posturas. Pronuncian dos importantes discursos Pedro y Santiago.Los Apóstoles y presbíteros saludan a los hermanos de otras razas de Antioquia, Siria y Cilicia. Nos enteramos que algunos de los nuestros los han inquietado con sus palabras, turbando sus ánimos. No les habíamos dado ningún mandato.Pero ahora, después de convocar a la asamblea, decidimos en forma unánime enviar algunos hasta ustedes, junto con los queridos hermanos Bernabé y Pablo, quienes han consagrado sus vidas al servicio de nuestro Señor Jesucristo. Así, pues, les mandamos a Judas y Silas, que les dirán lo mismo personalmente.  Fue el parecer del Espíritu Santo, y el nuestro, no imponerles ninguna carga más que estas cosas necesarias: que no coman carnes sacrificadas a los ídolos y que se abstengan de todo lo que no quieren otros hagan con ustedes. Observen esta norma dejándose guiar por el Espíritu Santo. Adiós (He 15,23-29)  
 
 
 

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