Crítica de la Metafísica y Fundamentos del Empirismo Moral en Hume

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La Crítica de la Metafísica

La crítica de Hume se extiende por toda la metafísica, empezando por la misma idea de sustancia. Solo captamos un conjunto de percepciones particulares que nos hemos acostumbrado a encontrar juntas, por lo que se trata de un concepto al que no le corresponde ninguna impresión. Al margen de las impresiones particulares, no encontramos ninguna impresión de la realidad que supone que es el soporte de estas cualidades. Nuestra imaginación agrupa impresiones que habitualmente se presentan juntas y crea en nosotros la ilusión de la existencia de sustancias. La consecuencia es que la idea de sustancia carece de validez.

Hume realiza un análisis crítico de cada una de las sustancias tradicionales cartesianas:

Realidad Material

De la realidad material, solo podemos saber si existen objetos fuera de nosotros, puesto que solo conocemos nuestras propias impresiones. Sin embargo, la creencia en su existencia es útil para nuestra vida.

Sustancia Infinita

Hume, al analizar la sustancia infinita, examina los argumentos para demostrar la existencia de Dios. El argumento ontológico queda invalidado porque la existencia es una cuestión de hecho (no es necesario que Dios exista). Si la relación causa-efecto es aceptable entre dos impresiones, no es válida en estos casos, puesto que de Dios no tenemos impresión alguna.

Sustancia Pensante

Finalmente, en cuanto a la sustancia pensante, donde los filósofos anteriores explicaban la existencia del yo como una intuición inmediata, Hume argumenta que solo tenemos intuiciones de nuestras impresiones y ninguna de ellas es permanente. Para que la idea del yo fuese verdadera, tendríamos que poder señalar la impresión de la que procede, y esta tendría que ser una impresión permanente.

Ninguna de las tres sustancias supera el análisis empirista de Hume. Su intención no es tanto negar la existencia de estas sustancias como su justificación racional. Sus conclusiones desembocan en un fenomenismo, según el cual solo conocemos lo que se nos muestra a nuestra conciencia (impresiones, ideas); y en un escepticismo, por el cual no es posible el conocimiento cierto a través de la experiencia. Este escepticismo, consecuente con el análisis del entendimiento, es un escepticismo moderado, porque acepta la creencia como guía de la vida.

El Fundamento Empirista de la Moral en Hume

Hume entiende la moral como la disciplina que se ocupa de las reglas que hay que seguir para conseguir el bien y la felicidad.

Su finalidad es proporcionar un criterio que permita distinguir entre el bien y el mal, entre lo que debe y no debe hacerse.

Crítica al Racionalismo Moral

Hume critica el racionalismo moral, que había considerado la razón como criterio de moralidad. Para él, los juicios morales no pueden tener su fundamento en la razón. El racionalismo moral cae en una falacia naturalista: deriva el deber del ser o de la naturaleza humana. Rechaza esta postura con dos nociones totalmente distintas: que las cosas sean de una determinada manera en la naturaleza, no implica que deban ser así en un sentido moral.

El Sentimiento como Origen de la Moral

La determinación de la conducta concierne al sentimiento porque los sentimientos son los que realmente empujan a obrar. El sentimiento moral aparece como una pasión, una emoción que nos lleva a aprobar unos comportamientos y a rechazar otros, a estar conformes o no.

Las pasiones son un elemento originario y propio de la naturaleza humana, independiente de la razón. Son impresiones de reflexión, que proceden de otras percepciones, percepciones de nuestras propias percepciones. Hume distingue dos clases de pasiones:

  • Directas: dependen de manera inmediata del placer y del dolor.
  • Indirectas: en ellas intervienen otras cualidades como la simpatía y surgen, sobre todo, por la comunicación entre personas.

El criterio de moralidad se halla en un sentimiento de aprobación o desaprobación acerca de determinadas acciones. Este sentimiento surge del placer o del dolor. Buscamos y apreciamos lo que nos causa placer y rechazamos lo que nos causa dolor. El placer y el dolor están en la base de los juicios morales.

El sentimiento moral es una cualidad universal. Se trata de un sentimiento moral que nos hace apreciar lo que es bueno y rechazar lo que es malo. (Lo bueno y lo malo no son cualidades de las acciones).

El Papel de la Simpatía

La simpatía tiene un papel esencial en la distinción moral. Hume la concibe como la cualidad de la naturaleza humana que impulsa a sentir, comprender y compartir los sentimientos de otros. La simpatía hace naturales los sentimientos que despiertan las desgracias ajenas. La causa de la simpatía está en la semejanza entre personas y es un elemento altruista, es decir, permite superar el amor propio o el interés particular y preocuparse por el bien o el sufrimiento de los demás. Es un criterio moral, universal e inalterable para aprobar o desaprobar los comportamientos. La simpatía se refuerza con la educación, el trato y las costumbres.

La moral definida por Hume, además de emotivista, es utilitarista, porque concibe como bien lo que proporciona placer y es útil para la mayoría.

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