El Decreto de Desamortización de Mendizábal y su impacto en la historia española

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El texto que nos ocupa, el decreto de desamortización de Mendizábal, es probablemente una de las obras legislativas españolas más conocidas del siglo XIX. Sus consecuencias llegan hasta el día de hoy, y es un punto de inflexión por la historia española.

Publicación y origen

Publicado en la Gaceta de Madrid, precursora del actual Boletín Oficial del Estado, está fechado el 21 de febrero de 1836. Se trata de un decreto de contenido político jurídico y por su origen constituye una fuente histórica primaria. Su autor fue Mendizábal y el destinatario era público, si bien va dirigido más específicamente a Isabel II.

Justificación de la desamortización

La idea predominante del texto es una justificación de la desamortización, para lo cual el autor se apoya en la explicación de los resultados y los beneficios previstos.

Beneficios esperados

Así, el primer párrafo del Decreto defiende la necesidad de llevar a cabo la desamortización y vender las tierras no solo como una manera de aliviar la deuda de las arcas estatales, sino también como un modo de resucitar la economía.

Más aún, el segundo párrafo revela los beneficios que Mendizábal esperaba obtener por medio del decreto. Entre ellos figuraban aminorar la deuda estatal y crear una nueva clase de pequeños terratenientes leales a la Corona.

Contexto histórico

Sin embargo, para ser capaces de entender el verdadero significado de la desamortización de Mendizábal, así como su impacto posterior, es necesario comprender las circunstancias históricas de la época.

Para ello, se ha de retroceder hasta el reinado del padre de Isabel II, Fernando VII. A pesar de pasar por el altar hasta en 4 ocasiones, tan solo dos hijas sobrevivirían al rey, ambas nacidas de su cuarto matrimonio con María Cristina de las Dos Sicilias. Sin embargo, y desde la entronización de la dinastía Borbón, estaba vigente en España la ley Sálica que impedía reinar a las mujeres. Para esquivar esta prohibición, Fernando VII aprobó la Pragmática Sanción que permitía reinar a las mujeres.

A consecuencia, y tras el repentino fallecimiento del monarca en 1833, fue coronada su hija Isabel de apenas 2 años de edad, con su madre la reina María Cristina actuando como regente. Pero el hermano pequeño de Fernando VII, Carlos M Isidro, absolutista convencido, se proclamó rey con el nombre de Carlos V. Comenzaba así la Primera Guerra Carlista que enfrentaría al bando carlista apoyado por los absolutistas y al bando isabelino apoyado por los liberales. La guerra se extendió hasta 1839, año del abrazo de Vergara entre los generales Maroto y Espartero, dejando el país en bancarrota.

Consecuencias y objetivos del Decreto

Como resultado de la guerra, varios primeros ministros se sustituyeron en el cargo. El primero fue Cea Bermúdez, absolutista moderado, rápidamente destituido a favor de Martínez de la Rosa, liberal moderado. Este promulgó una carta otorgada, el Estatuto Real, que no logró aplacar a los liberales. Tras diversas revueltas populares, el levantamiento de la Granja forzó a Isabel II a nombrar primeros ministros a los progresistas Mendizábal y Calatrava.

Llegamos por tanto a la promulgación del Decreto de desamortización, cuyos objetivos eran lograr liquidez para las arcas del Estado y seguir financiando la guerra, mermar la influencia contrarrevolucionaria del clero, especialmente fuerte en el norte peninsular, crear una nueva clase media de terratenientes y lograr la lealtad de estos para con el nuevo gobierno.

Impacto de la Desamortización

A raíz de la Desamortización, la propiedad desamortizada se convirtió en privada, lo que conllevó un pequeño aumento de la superficie de cultivos. Además, de los catorce mil millones de reales que debía el tesoro, se recuperaron 5000.

Pero los únicos beneficiarios del reparto de tierras fueron los burgueses y los nobles, los únicos con dinero para comprarlas. Estos pasaron a poseer grandes parcelas de tierras y apoyar el liberalismo. No así los campesinos, cuyos alquileres subieron y se eliminaron sus tierras comunales. Esto propició la aparición de grandes masas de jornaleros nómadas en busca de trabajo. Tampoco ganó la Iglesia, sino que perdió el 62% de sus tierras y hubo que cerrar 1000 conventos que albergaron a 30.000 clérigos.

Medidas liberalizadoras

En el fondo, el decreto de desamortización fue una de varias medidas como la abolición del régimen señorial, los privilegios de la Mesta, los privilegios gremiales y los diezmos eclesiásticos; la libertad de arrendamientos agrarios, precios, almacenamiento, industria y comercio; y la abolición de las aduanas interiores. Estas medidas estaban, junto a la Constitución del 37, destinadas a liberalizar la economía y construir un Estado liberal.

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