Quien descubrió el movimiento circular uniforme
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El segundo fallo, localizado en la esfera sublunar, estaba relacionado con los movimientos violentos, ya que según Aristóteles, el movimiento cesaba y el cuerpo volvía a su lugar natural una vez que el motor hubiese dejado de ejercer contacto sobre éste, y en la práctica algunos movimientos no podían ser explicados de esta forma, como el movimiento parabólico que sigue una flecha al ser lanzada con un arco, que en teoría debería caer verticalmente en el momento de perder el contacto con éste.
Ptolomeo aporta una serie de innovaciones al sistema aristotélico para intentar resolver estos fallos. Explica las retrogradaciones con los epiciclos ( modelo geométrico ideado para explicar las variaciones de velocidad y dirección del movimiento aparente de la Luna, el Sol y los planetas ) , y los cambios de velocidad con el punto ecuante, respecto al cual la velocidad siempre es uniforme. Sin embargo, estas soluciones eran imposibles de representar.
Copérnico intento solucionar también los problemas de la teoría aristotélica basándose en que el mundo es heliocéntrico y no geocéntrico, y que además, la tierra tiene tres movimientos (rotación, traslación y trepidación) que explican las retrogradaciones y los equinoccios con exactitud.
A pesar de que las soluciones de Copérnico eran más cercanas a la realidad actual que las anteriores, la sociedad no aceptaba que el Sol fuese el centro del mundo, por lo que no tuvo gran éxito en un principio.
Tycho Brahe, un astrónomo, divisó una estrella que se movía a través de las esferas sin sufrir cambios en su trayectoria, lo que le llevó a cuestionarse la existencia de las esferas materiales, y a definir las órbitas como líneas imaginarias que unen todos los puntos que describen la trayectoria de un cuerpo celeste. Tycho Brahe creía que las órbitas eran circulares.
Más tarde, otro astrónomo, Kepler, afirmó que dichas órbitas eran elípticas y heliocéntricas, y que la velocidad orbital de cada planeta no es constante, sino que dependía de su distancia hasta el Sol.
Fue Galileo el que acabó con el paradigma aristotélico-ptolemaico mediante sus observaciones astronómicas, con las cuales demostró que no sólo existía el mundo que hasta entonces se había defendido.
A partir del sistema de Galileo, el universo es concebido como un todo armónico, donde los planetas giran en unas orbitas invariables a una velocidad perfectamente determinada.
La posición de cada planeta es por tanto predecible sin posibilidad de error.
La armonía parece así reinar en el universo. Éste concepto ya fue utilizado por los griegos por lo que bautizaron al universo como cosmos, es decir, orden, belleza.
Ptolomeo aporta una serie de innovaciones al sistema aristotélico para intentar resolver estos fallos. Explica las retrogradaciones con los epiciclos ( modelo geométrico ideado para explicar las variaciones de velocidad y dirección del movimiento aparente de la Luna, el Sol y los planetas ) , y los cambios de velocidad con el punto ecuante, respecto al cual la velocidad siempre es uniforme. Sin embargo, estas soluciones eran imposibles de representar.
Copérnico intento solucionar también los problemas de la teoría aristotélica basándose en que el mundo es heliocéntrico y no geocéntrico, y que además, la tierra tiene tres movimientos (rotación, traslación y trepidación) que explican las retrogradaciones y los equinoccios con exactitud.
A pesar de que las soluciones de Copérnico eran más cercanas a la realidad actual que las anteriores, la sociedad no aceptaba que el Sol fuese el centro del mundo, por lo que no tuvo gran éxito en un principio.
Tycho Brahe, un astrónomo, divisó una estrella que se movía a través de las esferas sin sufrir cambios en su trayectoria, lo que le llevó a cuestionarse la existencia de las esferas materiales, y a definir las órbitas como líneas imaginarias que unen todos los puntos que describen la trayectoria de un cuerpo celeste. Tycho Brahe creía que las órbitas eran circulares.
Más tarde, otro astrónomo, Kepler, afirmó que dichas órbitas eran elípticas y heliocéntricas, y que la velocidad orbital de cada planeta no es constante, sino que dependía de su distancia hasta el Sol.
Fue Galileo el que acabó con el paradigma aristotélico-ptolemaico mediante sus observaciones astronómicas, con las cuales demostró que no sólo existía el mundo que hasta entonces se había defendido.
A partir del sistema de Galileo, el universo es concebido como un todo armónico, donde los planetas giran en unas orbitas invariables a una velocidad perfectamente determinada.
La posición de cada planeta es por tanto predecible sin posibilidad de error.
La armonía parece así reinar en el universo. Éste concepto ya fue utilizado por los griegos por lo que bautizaron al universo como cosmos, es decir, orden, belleza.