Dualismo ontológico

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EL DUALISMO ONTOLÓGICO DE PLATÓN Y DE DESCARTES Platón distingue dos formas muy distintas de realidad: la sensible o visible, que es material, cambiante, inconstante y caduca o perecedera; y la formal o ideal, que es inteligible (= no accesible a los sentidos, sino a la inteligen­cia), permanente, inmóvil, ingénita e imperecedera, y que, sobre todo, con­tiene los modelos unitarios de la multiplicidad de cosas sensibles, de modo que la idea de Belleza es el modelo único que imita la multiplicidad de cosas bellas (limitadamente) que hay en el mundo visible. Como es sabido, Descartes contrapone el “yo”, o mente o “cosa pensante” a la sustancia corporal y extensa, pero entre ambas clases de sustancias no hay ninguna relación de imitación y jerarquía, sino que son independientes: la materia es infinitamente divisible y se rige por leyes mecánicas que las matemáticas ayudan a “hacer  inteligibles”. El pensamiento, lo psíquico, es consciente, indivisible e irreductible al mundo material.

EL CONCEPTO DE “IDEA” EN KANT Y PLATÓN Platón distingue dos formas muy distintas de realidad: la sensible o visible, que es material, cambiante, inconstante y caduca o perecedera; y la formal o ideal, que es inteligible (= no accesible a los sentidos, sino a la inteligen­cia), permanente, inmóvil, ingénita e imperecedera,  que es objeto del co­no­cimiento racional y contiene los modelos unitarios de la multiplicidad de cosas sensibles, de modo que la idea de Belleza es el modelo único que imi­ta la multiplicidad de cosas bellas (limitadamente) que hay en el mundo visible.El mundo sensible de Platón es lo que Kant llama “fenómeno”: objeto de los sentidos que se presenta en el espacio y/o el tiempo, pero que, a diferencia de lo que ocurre en Platón, es objeto –el único posible- del conocimiento científico[, cuando el entendimiento aplica conceptos a las intuiciones sensibles]. Las “ideas” kantianas, en cambio, son conceptos de la razón que no se pueden dar en la experiencia sensible y que, en consecuencia, la inteligencia humana NO puede conocer, aunque sí pueda concebirlas o “pensarlas” para hacer comprensible nuestra experiencia moral.

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