Escultura barroca en España: Gregorio Fernández, Martínez Montañés y otros maestros

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La escuela castellana: Gregorio Fernández

La escuela castellana tiende a un realismo exagerado y dramático en las expresiones de dolor, con abundancia de heridas y sangre. El centro más importante es Valladolid, y su figura preeminente Gregorio Fernández. Su obra se caracteriza por su extremado realismo patético, sin asomo de idealización, la expresividad de sus rostros, la especial importancia que da al tratamiento anatómico de sus personajes, principalmente a la simulación de las carnes y las telas duras y quebradas que recuerdan el cartón y que desarrollan un gran efecto de claroscuro (“plegado metálico). Es el creador de tipos iconográficos, dando forma definitiva en Castilla a la Inmaculada, de aspecto infantil y candoroso, la Piedad, el Yacente, que reclina la cabeza sobre una almohada y reposa extendido sobre una sabana, o el Flagelado, atado a una columna baja. Entre su abundante obra podemos destacar El Cristo yacente del Pardo, El Descendimiento de la Vera Cruz de Valladolid, o La Piedad. También trabajó el relieve, destacando El bautismo de Cristo.

Martínez Montañés

Martínez Montañés, creador de la Escuela Sevillana de imaginería, es el escultor de más prestigio y fama de su época. Frente al patetismo dramático castellano, Montañés presenta la serenidad y el clasicismo que entronca con la tradición del Renacimiento, en un perfecto conocimiento del desnudo. Resumen de ese estilo es su Cristo de la Clemencia, de lograda anatomía, donde la sangre se dosifica y la disposición diagonal del paño le dota de dinamismo; es un Cristo muy humanizado que se acerca al creyente, pues mira a quien le reza. En sus Inmaculadas -como la de la catedral de Sevilla-, representa una imagen casi infantil, con ropajes muy amplios que acentúan el volumen y la solidez de las figuras con numerosos contrastes lumínicos. Aunque su mayor éxito lo consiguió con su Niño Jesús, del Sagrario de Sevilla, que habría de convertirse en su obra más repetida e imitada. Igualmente trabajó en importantes retablos como en la iglesia de San Isidoro del Campo en el que destaca la escena de la Adoración de los pastores.

Juan de Mesa

Juan de Mesa, su discípulo, tiende al dramatismo, aunque suave comparado con el castellano, siendo considerado el "imaginero del dolor"; sus obras más populares fueron "El Cristo del Amor" y "El Cristo de la Agonía".

Alonso Cano

Alonso Cano, nacido en Granada, fue un artista polifacético: escultor, arquitecto y pintor. La búsqueda de la perfección, el equilibrio y la idealización de sus figuras, así como su inclinación a la serenidad sobre el dramatismo son las características más importantes de su estilo. En su obra destacan sobre todo las Inmaculadas de pequeño tamaño y gran delicadeza: la Inmaculada de la catedral de Granada, casi adolescente, dulce y bella, dispuesta en forma de "huso" es un perfecto ejemplo.

Pedro de Mena

Pedro de Mena, su discípulo granadino, es más realista que su maestro, prefiriendo los temas ascéticos y místicos. Entre su obra destaca La Magdalena Penitente, La Dolorosa y San Francisco.

Murcia: Salzillo

Salzillo, nacido en Murcia, crea con su estilo el último foco escultórico barroco del Siglo XVIII. Una parte importante de su imaginería está compuesta por figuras de belén, tipología importada de Italia. Pero su gran importancia reside en su actividad como escultor de pasos procesionales, en los que establece grupos de gran unidad narrativa y psicológica, con modelos bellos y elegantes, a los que se ha achacado la dulzura excesiva de sus rostros. Su gran virtuosismo en el trabajo de la madera, le permite un perfecto estudio de posturas y anatomías. Sus modelos definen tipologías luego largamente imitadas como ocurre, por ejemplo, con el paso de La oración en el huerto.

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