El esperpento en Luces de bohemia de Valle-Inclán

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El teatro español de principios del siglo XX

Puesto el sol (1910), y Francisco Villaespesa, con El alcázar de las perlas (1911). En tercer lugar, encontramos un teatro cómico pensado exclusivamente para entretener al público mediante un humor facilón y burlesco, lleno de sinsentidos y de juegos de palabras. Carlos Arniches (La señorita de Trevélez, 1916), los hermanos Quintero (Las de Caín, 1908) y Pedro Muñoz Seca, inventor de un nuevo género: el astracán (La venganza de don Mendo, 1918), son sus representantes más significativos.

Renovación teatral y el esperpento

Finalmente, durante esta época surgen diferentes intentos de renovación teatral. Los autores del 98 y del 27 (Unamuno, Azorín, García Lorca...) probarán suerte con un teatro no siempre comprendido y apoyado por el público. La obra de Valle-Inclán se insertaría en parte dentro de esta corriente, pero el genial autor la supera y va muchísimo más allá en originalidad, deformación y sátira.

Características del esperpento

CARACTERÍSTICAS DEL ESPERPENTO Luces de bohemia, publicada en 1920 en la revista España, es la primera obra que el propio autor califica como esperpento, un género creado por Valle-Inclán que consiste en distorsionar sistemáticamente nuestro entorno para poder expresar lo trágico, lo grotesco y lo absurdo de la vida española. Se trata de una técnica que no es exclusiva del teatro valleinclanesco, ya que existe una importante tradición artística que degrada la realidad.

Así se aprecia en los cuadros de Goya o El Bosco, en algunos poemas de Quevedo o en el cine expresionista alemán de los años veinte. Para conseguir el objetivo de deformar el mundo circundante, Valle-Inclán emplea múltiples procedimientos, entre los que destacamos la ridiculización de la realidad.

Si la naturaleza del esperpento es crear una antitragedia, Luces de bohemia es un ejemplo paradigmático. Los personajes se enfrentan, ciertamente, a un destino trágico, pero el distanciamiento del autor nos lo muestra como algo grotesco. En este esperpento asistimos a un enorme drama a nivel colectivo (la situación social española) y a nivel individual (la muerte de Max y el suicidio de su mujer y su hija), pero estos hechos aparecen como ridículos debido a los personajes que les dan vida.

Es más: la muerte de Max es grotesca. No hay nada solemne en su fallecimiento, y mucho menos en su velatorio. Max agoniza en la calle, sus últimos momentos son una parodia y su velatorio, una burla risible y cruel. Además, no es su muerte la que cierra la obra, como en la tragedia clásica, sino que, para mayor escarnio, esta concluye con las palabras de un borracho.

La estética del esperpento también se alcanza por medio de la degradación de los personajes, que son presentados como seres caricaturescos o como 'enanos que juegan una tragedia', reproduciendo las palabras del propio autor. Esta degradación se manifiesta, fundamentalmente, a través de tres recursos estilísticos: la animalización ('La Pisa Bien se apresura a echarle la zarpa'), la cosificación ('se mueve el bulto de un hombre') y la muñequización (sirva como ejemplo la escena segunda, en la que don Latino y Zaratustra engañan a Max con la venta de los libros, transformando de este modo al propio protagonista en un fantoche).

Por otra parte, la literaturización —consistente en la inclusión de gran cantidad de citas y referencias literarias— se utiliza como un recurso más de deformación. Así, el género épico se nos presenta desfigurado: Max es ciego como Homero y su peregrinación por el Madrid bohemio y nocturno nos evoca la odisea que realiza Ulises desde Troya a Ítaca.

Además, en la obra de Valle-Inclán encontramos:

  • Referencias a la Divina comedia: Max, que es guiado por don Latino como Dante por Virgilio, siente que ese mundo en el que vive es un círculo más del Infierno de Dante.
  • Citas directas de...

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