La evolución de los géneros en el arte durante el siglo XVII

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La evolución de los géneros

Se ha dicho a menudo que durante el siglo XVII se dio un paso considerable en el cambio lento y persistente desde el arte fundamentalmente religioso de la Edad Media al fundamentalmente seglar de los tiempos modernos.

Alrededor del año 1600, la separación entre el arte eclesiástico y el seglar se aceleró por los acontecimientos de Roma. Naturalezas muertas, escenas de género y paisajes empiezan a desarrollarse como géneros independientes en este momento histórico. Durante estos acontecimientos, los artistas norteños (sobre todo los flamencos) participaron activamente. Roma se convirtió en el punto de reunión internacional en el que se intercambiaban numerosas ideas. La figura de Paul Brill fue decisiva en la asimilación del paisaje flamenco en la pintura italiana. El paisajismo surgió como una rama especializada en la segunda mitad del siglo XVI. La dedicación de los géneros menores, la naturaleza muerta y el género popular, se dejó en manos de los artistas extranjeros.

El género popular tuvo su lugar en Bolonia, donde lo cultivaron los Carracci. Antonio Tempesta (1555-1630) fue fundamental al crear sus realistas escenas de caza y batallas. Por último, Caravaggio y su círculo también trabajaron las naturalezas muertas y las escenas de género.

Sólo después del primer cuarto del siglo XVII puede verse a los italianos dedicándose por entero a la práctica de los géneros especializados, el caso más patente es el del paisajismo con nombres como Poussin y Claudio de Lorena que están asociados para siempre al completo florecimiento del paisaje heroico y pastoril. Pero sería el italiano Salvator Rosa quien definitivamente estableciera el modelo de paisaje que el siglo XVIII llamó “sublime”.

A medida que el siglo avanzaba, los especialistas del paisaje y sus diversas facetas, de batallas, de animales, de escenas populares y género, de frutas, flores, peces y otras formas de bodegón, y finalmente los retratos, crecieron considerablemente en número. Esto corresponde a una necesidad, porque estos artistas trabajaban para una clase media que aumentaba rápidamente con nuevas ideas de bienestar doméstico. Sin embargo, la postura italiana permaneció muy diferente de la civilización burguesa protestante.

El retrato

Del alto barroco, destaca el artista romano Pompeo Batoni. Creó un modelo de retrato muy utilizado en el siglo XVIII. Era un retrato muy naturalista, de influencia inglesa, que no adopta posturas estudiadas, sino de una forma espontánea. Esta naturalidad va unida a la elegancia. Ej; Juan de Monthermer// Carlos Crowle. En el siglo XVIII, tenemos a Pietro Longhi, que se dedicará a retratar la vida cotidiana de la nobleza inglesa. Utiliza un recurso que se pone muy de moda en el siglo XVIII en Inglaterra, la conversation piece, esto es un retrato de familia muy naturalista, muy espontáneo, donde las figuras conversan entre ellos. Casi todos los grandes artistas del Barroco tardío fueron excelentes retratistas. Un aspecto interesante es que sus retratos fueran, por regla general, pintados sin entorpecimientos teóricos. Entre los especialistas en retrato, se pueden señalar dos maestros de categoría, Giuseppe Ghislandi y Alessandro Longhi. Giuseppe Ghislandi, llamado fra Vittore del Galgario, nacido en Bérgamo, estudió en Venecia bajo la dirección del pintor de retratos Sebastiano Bombelli, poniendo así los cimientos de la magnífica mezcla de colorismo veneciano con la tradición nativa del retratista Moroni. De este último, aprendió el secreto de la caracterización directa del modelo. Fue su habilidad para representar el carácter de forma sencilla, al que sabía subordinar la pose, la vestimenta a menudo pomposa y elegante, y el toque cromático, los que hicieron de él el más distinguido retratista del periodo del Barroco tardío. Alessandro Longhi, empezó una década después de que la carrera de Fra Vittore del Galgario hubiese terminado. Representa hasta cierto punto, el polo opuesto en la pintura del retrato. Fue educado bajo la dirección de su padre, Pietro y de Giuseppe Nogari un especialista de estudios faciales de caracteres, llegó a ser en la región veneciana, el maestro reconocido del arte de retratos a duques, senadores y magistrados caracterizados con infalible acierto en la elección de matices cromáticos; pero en sus retratos es la majestuosidad de las vestimentas más que el carácter, lo que hace al hombre.

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