Extractos de Historia Romana: Guerras, Revueltas y Pasajes Notables

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Aníbal, el Cruce de los Alpes

Aníbal, tras dejar a su hermano Asdrúbal en Hispania, cruzó el Pirineo. Se abrió camino en los Alpes, hasta entonces intransitables por esa parte. Se narra que llevó a Italia 80 mil soldados de infantería, 10 mil soldados de caballería y 37 elefantes. Entre tanto, muchos ligures y galos se unieron a Aníbal. Sempronio Graco trasladó desde Sicilia al ejército a Arminio.

Viriato, el Pastor Libertador de Hispania

Viriato fue asesinado por los suyos, al haber movilizado a las Hispanias contra los romanos durante 14 años. Primeramente fue pastor, luego jefe de ladrones, finalmente levantó a tantos pueblos hacia la guerra que fuera considerado libertador de Hispania contra los romanos. Y al pedir los asesinos de éste una recompensa al cónsul Cepión, se respondió a los romanos que los generales nunca habían decidido ser asesinados por sus soldados.

Sertorio, la Guerra en Hispania

Siendo cónsules Marco Emilio y Quinto Cátulo, al haber construido Sila la república, estallaron guerras nuevas. Pues Sertorio, que había sido del partido de Mario, temiendo la suerte de todos los demás, que habían sido asesinados, llevó a las Hispanias hacia la guerra. Precisamente en el octavo año fue asesinado por los suyos.

Espartaco, la Rebelión de los Gladiadores

En efecto, 74 gladiadores –siendo guías Espartaco, Crixo y Enomao–, una vez forzada la escuela de Capua, huyeron y, andando errantes a través de Italia, prepararon una guerra casi más terrible que la que Aníbal había impulsado. Pues, una vez vencidos muchos jefes y dos cónsules de los romanos al mismo tiempo, reunieron un ejército de alrededor de 60 mil hombres armados.

Lucio Catilina, el Conspirador

Lucio Catilina, procedente de ilustre linaje, fue de gran fuerza tanto de espíritu como de cuerpo, pero de naturaleza malvada y perversa. Cuerpo que soporta falta de alimento, frío y vigilia de lo que es creíble para alguien.

Las Campañas de César en Hispania

Una vez organizados estos asuntos, caballerías y tropas auxiliares de toda Lusitania son reclutadas por Petreyo; a Celtiberia, a los cántabros y a todos los países bárbaros, que llegan hasta el Océano, son exigidas por Afranio. Una vez reunidas éstas, Petreyo llega rápidamente ante Afranio y decidieron en (consejo) común hacer la guerra a Lérida por la situación favorable de ella misma.

Además, sucede un desastre imprevisto. En efecto, estalla una tempestad tan grande que nunca en esos lugares constara que hubiera habido lluvias más grandes. Pero entonces arrastró las nieves de todos los montes y rebasó las orillas del río y destruyó en un día los dos puentes que C. Fabio había hecho. Este asunto causó grandes dificultades al ejército de César.

Entre tanto, los oscenses y los calagurritanos, que se habían unido a los oscenses, envían legados a aquel (a César) y se ofrecen a cumplir órdenes. A éstos les siguen inmediatamente los tarraconenses, los jacetanos, los ausetanos y después de unos días los illurgavonenses, los cuáles llegan al río Ebro. Pide a todos éstos que le proporcionen provisiones.

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