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2.1. Características generales.
La Ilustración es un amplio movimiento cultural que se extiende y desarrolla, aproximadamente, durante el siglo XVIII, sobre todo en países como Inglaterra, Francia o Alemania.
La época en la que el hombre se sentía todavía siervo de Dios, de su príncipe, de la tradición ha dejado paso, como si se tratara de un nuevo Renacimiento, al tiempo en el que la razón va a alcanzar su mayoría de edad para construir una sociedad nueva, mejor, más humana. La idea de deberes pierde consistencia bajo la de derechos, la de Dios bajo la de hombre, la tradición se cuestiona más que nunca en nombre de la razón. La humanidad se apresta a construir un mundo que le pertenezca solo a ella, un mundo en el que primen la libertad de pensamiento, la justicia y la dignidad. 2.2. Contexto histórico-cultural.
En términos económicos, asistimos a una época de bonanza. A pesar de que las epidemias no se han erradicado por completo, y de las frecuentes rebeliones y guerras interminables, el campo abastece de las materias primas necesarias a la industria y el comercio internacional y colonial vive un momento de máximo esplendor.
En relación con la política, cabe señalar que Inglaterra, desde la Revolución Gloriosa de 1668, cuenta con un gobierno liberal. Pero no ocurre lo mismo en el resto de Europa. En muchas partes del Viejo continente todavía podemos encontrar minúsculos Estados feudales. Si exceptuamos a Inglaterra, la forma más común de gobierno es el absolutismo, aunque -humanizado y con pretensiones racionalistas- se llame ahora despotismo ilustrado: todo para el pueblo, pero sin el pueblo. Habrá que esperar hasta 1776, año en que las colonias inglesas de Norteamérica proclaman su independencia, o hasta 1789, con la Revolución francesa, para ver hechos realidad esos ideales políticos de libertad, igualdad y fraternidad perseguidos a lo largo de todo el siglo.
Por otro lado, el orden social se caracterizará por el protagonismo de la burguesía, dueña ya de un alto estatus social y grandes riquezas. El esplendor de la corte y de la nobleza agoniza definitivamente a la muerte de Luis XIV. El centro de la vida social pasa a estar en las habitables ciudades que se construyen en esta época, en los paseos, plazas y jardines; en los cafés, teatros y salones...
En el plano cultural, como ya hemos apuntado, nos encontramos ante un siglo de grandes cambios y avances. La clase social dominante, la burguesía, escribe libros y los lee con avidez, encarga y compra obras de arte, se apasiona por la ópera y edita periódicos. Se da un gran interés por despertar al pueblo de su ignorancia, de aquí la creación de academias, museos, bibliotecas. En los clubes y cafés los intelectuales discuten apasionadamente sobre las más diversas cuestiones. La demanda de divulgación es tal que se editan de continuo libros, diccionarios, compendios y resúmenes. Los gabinetes particulares, las academias e incluso la calle se llenan de experimentos de física o de colecciones botánicas; los Estados financian expediciones a tierras remotas en busca de nuevos conocimientos.
El siglo XVIII, el siglo de la Ilustración es el siglo en el que se publica la Enciclopedia, obra que reúne todo el saber disponible hasta ese momento. Su accidentada redacción, debido a los problemas con la censura, fue llevada a cabo por Voltaire, Diderot y D´Alembert. La difusión de la misma, por suscripción, se extendió por toda Europa. En la Enciclopedia se dará especial importancia a los artículos dedicados a las ciencias, sobre todo, aquellos cuyas informaciones puedan ser útiles en la práctica.
En el terreno religioso, el cristianismo oficial es, para los ilustrados, el fundamento de un estilo de vida dogmático y oscurantista que hay que eliminar. No se trata de una cruzada antirreligiosa sin más, sino antiautoritaria. No es el ateismo el que triunfa, sino el intento de hacer de la religión algo humano, amable, alejado del terrible Dios que se impone con la fuerza del miedo o del sufrimiento. Se busca una religión natural en la que no haya dogmas ni misterios y solo se admita lo que la razón pueda comprender.
El estilo artístico del momento es el Rococó. Se trata de un arte festivo, delicado, sensual, elegante, gracioso y frívolo.
La física, a la que Newton ha dotado de un alcance y prestigio espectaculares, ha pasado a ser la ciencia soberana, desplazando a las matemáticas. Los nuevos conocimientos se acumulan y necesitan ser clasificados, tal como Linneo hace primero con las plantas y luego con los animales. El mundo se vuelve conocido desde sus profundidades más ocultas, en las que los primeros geólogos comienzan a indagar, hasta en sus manifestaciones más espectaculares, como la electricidad que se ha logrado encerrar en la botella de Leiden o el rayo que Franklin logra conducir a tierra a través del pararrayos. Y no solamente las ciencias físicas son objeto de curiosidad: la reflexión sobre la historia, la literatura o el arte, también suscita un notable interés.
2.3. Contexto filosófico.
Para los pensadores de la Ilustración, la vocación del hombre es la de adquirir un saber lo más amplio posible cuantitativamente y lo más autónomo y crítico cualitativamente, con el fin de actuar técnicamente sobre la naturaleza y la moral y la política de la sociedad. Por otra parte, en la adquisición de este saber, el hombre tiene la obligación de no admitir ningún prejuicio ni dejar que ninguna autoridad externa influya sobre su pensamiento y sus juicios. El contenido de este saber ha de estar determinado, únicamente, por la razón crítica del hombre.
Este texto de L. Goldmann (1913-1970), resume las pretensiones que guiaron a los filósofos de la Ilustración. Se trata, efectivamente, de un siglo en el que prima el análisis crítico del pensamiento. Se analizan todos los valores sostenidos hasta entonces, tanto los epistemológicos, como los religiosos, morales y políticos. Además, los ilustrados manifestarán una clara actitud pedagógica. Se pretende popularizar el pensamiento. La filosofía no queda limitada a las escuelas o a las obras para especialistas, sino que impregna las obras literarias, artículos, cartas, ensayos, obras de teatro, etc.
Por lo que respecta a las influencias más directas recibidas por Kant, diremos que están constituidas por las dos grandes corrientes de pensamiento que se desarrollan en la Modernidad.
El pensamiento de nuestro hombre, en efecto, representa un intento vigoroso y original de superar y sintetizar el racionalismo y el empirismo.
Del racionalismo, dará por buena la exigencia de que la razón sea la única vía de análisis veraz de la realidad. En este sentido, Kant se mostrará entusiasta con la obra de Newton (en la cual el cosmos es mostrado como un mecanismo que funciona siguiendo leyes físicas que podemos comprender por medio de la razón) y con la idea cartesiana de que la razón ha de actuar metódicamente. Pero Kant no aceptará del racionalismo su carácter dogmático ni la pretensión de que la razón pueda actuar con autosuficiencia, es decir, sin apoyarse en la experiencia a la hora de interpretar la estructura de la realidad.
Del empirismo, por otro lado, dará por válida la tesis de que necesitamos los datos que nos proporcionan los sentidos para empezar a conocer. A este respecto Kant llegará a decir que Hume es el filósofo que le despierta del sueño dogmático en el que se hallaba en su primera etapa (cuando afirmaba, estudiando el racionalismo de Wolf, que utilizando solamente la razón podemos conocer toda la realidad). Pero Kant también criticará el escepticismo en el que cae el filósofo escocés y el intento del empirismo de reducir el conocimiento a lo dado por los sentidos, sin que se tenga en cuenta lo que aporta la razón.
Con todo, la síntesis que hace Kant del racionalismo y del empirismo para superar ambas corrientes filosóficas consistirá, básicamente, en el postulado de que para conocer la realidad son necesarios, por un lado, los datos que nos proporcionan los sentidos, y por otro, el orden que impone sobre ellos la razón.
Por lo demás, también cabe señalar que la finalidad del pensamiento kantiano es que la razón lleve a cabo una profunda crítica sobre sí misma. Solo así será posible establecer una filosofía más sólida que las anteriores, una filosofía -y este es el máximo objetivo que persigue Kant- que después de examinar exhaustivamente su fundamento -la razón-, presente el mismo rigor en sus enunciados que las demás ciencias.
Kant desarrollará toda esta labor que se ha apuntado al intentar responder a la pregunta que recorre toda su obra: ¿Qué es el hombre? Pero esta cuestión, a su vez, solo podrá solucionarse si antes respondemos a estas tres preguntas: ¿Qué puedo conocer?, ¿Qué debo hacer?, ¿Qué me cabe esperar?.
Sobre la primera de ellas versarán los puntos 2 y 3 de este tema, y sobre la segunda, el punto 4.

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