La fortaleza y la templanza: virtudes morales y ley natural

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La “fortaleza” y la “templanza”

Fortaleza:

Capacidad de vencer el temor a los males -reales o imaginarios- que nos amenazan, incluso la muerte, y nos da ánimos para enfrentar con valentía las pruebas de la vida y las persecuciones por seguir el camino del bien o por la fidelidad a Dios.

Es un valor que se muestra en el aguante y la resistencia y no en el ataque violento. Es el caso del coraje de tantos en el testimonio de la fe o en la defensa de una causa justa (Gandhi).

Conduce a lo que podemos llamar “valor cívico”, es decir, libertad y valentía para defender en público las propias convicciones, independientemente de lo que se opina la mayoría.

El catecismo da esta definición: “La fortaleza es la virtud moral que asegura, en las dificultades, la firmeza y la constancia en la búsqueda del bien” (CIC 1808).

Templanza:

Es la moderación en la satisfacción de nuestras necesidades y apetitos. “Asegura el dominio de la voluntad sobre los instintos y mantiene los deseos en los límites de la honestidad…” (CIC 1809).

Conduce al dominio de sí mismo para encontrar la recta medida en el disfrute de los bienes de este mundo.

Con la templanza, el hombre se fija unos límites que favorecen su realización, frente a unas apetencias disparadas sin límites.

Así, el hombre conforma responsable y libremente su vida.

La moderación es necesaria (y diferente en cada persona), además, para favorecer la justicia social que procure la distribución equitativa de los bienes superfluos, y aun los necesarios, en la sociedad.

¿Qué es la ley natural y cuáles son sus características?

La ley natural descubre y prescribe la moral natural: moral en la que coinciden creyentes y no creyentes; por eso, los imperativos fundamentales de la ley natural siguen el hilo de las inclinaciones básicas de la naturaleza del ser humano: conservar, propagar y cuidar la propia vida, vivir en sociedad, etc. La ley natural está inscrita en la naturaleza racional; y por esto “se impone a todo ser dotado de razón y que vive en la historia”

De ahí se derivan sus dos características:

Universalidad: “la ley natural es universal en sus preceptos, y su autoridad se extiende a todos los hombres”.

Inmutabilidad: de la que deriva “la existencia de normas objetivas de moralidad válidas para todos los hombres, de ayer, hoy y mañana”

El decálogo: las dos tablas.

El Decálogo -diez palabras- es un resumen de las prescripciones morales de la ley antigua.

Se presenta plásticamente grabado en dos tablas:

La primera tabla contiene los mandamientos que se refieren a la relación del hombre con Dios (I-III).

En la segunda tabla están los mandamientos que conciernen a la relación de los hombres entre sí (IV-X).

Esta representación pone de manifiesto la estructura binaria de la moral del Decálogo: el amor a Dios y el amor al hombre están en la ley antigua indisolublemente unidos entre sí.

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