El Ser como Fuente de Valor y Bien: La Filosofía de los Valores

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El Ser como Fuente del Valor y del Bien, y la Filosofía de los Valores

El valor es objetivo, una cualidad del ser. Por ejemplo, el valor de la dignidad o del respeto es inherente. El ser humano, inserto en el mundo, no es un proceso neutro. Influye en la realidad, humanizando todo lo que toca. Tiene una interacción real que configura el medio circundante y concibe dos tipos de juicios sobre la realidad:

  • Juicios de"se": Se refieren objetivamente a lo que las cosas son en sí mismas.
  • Juicios de"valo": Afirman lo que las cosas son para el sujeto, apreciando y estimando lo que"vale" para él.

Las cosas son y valen, pero el valor brota del ser mismo, donde encuentra su raíz y el fundamento metafísico de su cognoscibilidad. Las cosas poseen una carga que las hace estimables, queribles u odiables, dignas de ser deseadas o rechazadas.

Lo que hoy es el valor, antes era el aspecto, cualidad o propiedad que funda la bondad de algo. Pero en el realismo valoral, la verdad y la bondad trascendentales, como el ser, no añaden nada real, sino que manifiestan y explicitan su riqueza inagotable. De esta manera, todo lo que es, por el hecho de ser, es intrínsecamente bueno y apetecible, verdadero y cognoscible.

Todo ser es metafísicamente bueno, apto para ser querido y amado, en la medida en que es. En términos metafísicos, podemos hablar de bondad. Un plano donde ser y existir es un bien, donde todo lo que es, lo es por un fin, es decir, por un bien, por su propio bien. El bien es todo aquello que todo ser apetece.

Muchos se han volcado a la consideración del sujeto y sus problemas prácticos, sin involucrarse en cómo son las cosas, sino en lo que valen para nosotros y qué se puede hacer con ellas. Por otra parte, hay que reaccionar contra el cientismo que devalúa al sujeto y excluye la consideración de los valores, conociendo solo lo verdadero y lo falso. Por el contrario, la filosofía de los valores pone en el centro de sus intereses las dimensiones del sujeto que discierne los valores.

En el campo de la economía, el término valor se despliega en los conceptos de valor de uso y valor de cambio, y se pasa a medir el valor de los objetos por el dinero, que todo lo iguala.

La Apresión de los Valores

La captación o el conocimiento de un valor ético es más complejo y difícil que el de una realidad empírica. No es un fenómeno puramente racional; el sentimiento y la sensibilidad forman parte de él, como estímulo y condición previa, que llevan a una reflexión posterior para comprender el valor de una conducta.

El sujeto está inmerso en un contexto familiar, social y ecológico donde aprende a valorar distintos aspectos de la vida. Todo cultivo intelectual favorece que el ser humano pueda valorar la realidad.

Existen:

  • Valores biológicos (como la limpieza y la higiene) que necesitan una educación previa de la sensibilidad para la captación de ese bien.
  • Valores culturales que requieren una mayor preparación de la sensibilidad y del afecto para gustar de valores culturales (como la buena música).
  • Valores éticos (fidelidad, importancia de la veracidad, respeto, ayuda solidaria, bien común) que no son un conocimiento innato, sino un descubrimiento que necesita preparación. Un conocimiento condicionado por factores intuitivos y emocionales que van más allá de la pura razón.

Esta aprehensión supone alguna previa inclinación del sujeto, es decir, el bien y el valor primero se aprehenden por alguna inclinación previa al conocimiento reflejo, con la cual el objeto concuerda, si se trata de lo bueno, o no concuerda, si se trata de lo malo.

El valor o bondad del objeto consiste en que es apto para conducir al sujeto allí donde el mismo sujeto tiende por el suyo.

Teniendo en cuenta que el bien tiene razón de fin, se ve que como el bien es apetecido y amado, ejerce su propia causalidad. Es decir, que se manifiesta como bien y se hace valiendo en acto último.

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