Habermas: El paradigma del lenguaje como medio básico de comunicación
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4.1.3. Habermas
La filosofía moderna estudia la sociedad desde el paradigma del pensador solitario, paradigma que lleva en sí una serie de limitaciones con las que ha ido tropezando continuamente. Para superar esta insuficiencia, Habermas da un giro hacia el paradigma del lenguaje como medio básico de comunicación.
En la capacidad de comunicarse hay unas estructuras básicas, un núcleo universal de reglas fundamentales que todos los hablantes dominan y aceptan. Aprender un lenguaje es instalarse en una forma de vida. El hablante y el oyente aceptan como implícitas en todo acto de habla, una serie de pretensiones de validez. Se establece, entonces, una situación ideal de habla en la que es posible llegar a consensos mediante argumentos.
Esta situación ideal de habla está libre de influjos externos contingentes y de toda coacción, y para ello todos los participantes en el discurso tienen que tener una distribución simétrica de oportunidades de elegir y realizar actos de habla. Constituye la base de toda comunicación posible y envuelve, a su vez, la prefiguración de una forma de vida. En la situación ideal de habla los hombres se plantean, más allá de sus intereses particulares, aquellos intereses que son generalizables, universalizables, aquellos intereses que lo son de toda la humanidad.
De este modo se establece un proceso de formación democrática de una voluntad racional, en cuyo seno, como en la voluntad general de Rousseau, confluyen la voluntad de todos y la de cada uno. Esta doctrina de los intereses generalizables constituye la única legislación racionalmente justificable en cualquier tiempo y lugar y, mediante ella, se puede conseguir un consenso racional en materia de intereses humanos.