infeccion resumen

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Pero a los conflictos

les es indiferente ser percibidos o no: ellos están ahí. Toda infección es un conflicto materializado. De este modo, casi toda nuestra energía psíquica se concentra en el conflicto: literalmente, lo

alimentamos, lo hinchamos hasta que se alza ante nosotros como una montaña inaccesible. El conflicto ha

inmovilizado todas nuestras fuerzas psíquicas.

En el plano psíquico, el conflicto, en esta fase, absorbe toda nuestra atención y toda nuestra energía.

El conflicto crónico: cuando ninguna de las partes consigue resolver el conflicto a su favor, se produce un

compromiso entre atacantes y defensas: los gérmenes permanecen en el cuerpo, sin vencerlo (matarlo) pero

sin ser vencidos por él (curación en el sentido de la restitutio ad integrum).

En lo psíquico, el compromiso representa el conflicto permanente. Uno permanece inactivo ante el

conflicto, sin valor ni energía para tomar una decisión.

La inflamación es el conflicto trasladado al plano material. Precisamente este

cerrar los ojos al conflicto conduce a la enfermedad. Y es esta incomodidad lo que queremos evitar en todo momento.

Quien no se permite a sí mismo estallar psíquicamente, algo le estalla en el cuerpo (un absceso).

¡Esto es sinceridad!

Lo que hacemos es sólo proyectar la sensación psíquica de «dolor» al dedo.

Ésta es también la razón por la que cada enfermedad supone una fase de maduración.

La experiencia humana se produce en la conciencia y se refleja en el cuerpo.

¿Qué conflicto hay en mi vida, que yo no veo?

¿Qué conflicto rehuyo?

¿Qué conflicto me niego a reconocer?

Para hallar el tema del conflicto, debe estudiarse atentamente el simbolismo del órgano o parte del cuerpo

afectada.

El

sistema inmunizador del cuerpo produce anticuerpos para combatir los antígenos*, con lo que proporciona una

d


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