Juramento del depórtista

Cuando un ciudadano se alistaba en el ejército, prestaba juramento (sacramentum), accedía a la condición de recluta y era signado a un destacamiento no orgánico, en donde llevaba a cabo la instrucción militar básica. Una vez superada la fase de instrucción, era destinado, como soldado, a una unidad militar. El servicio duraba, salvando los casos particulares, 20 años, y era operativo pedir una prórroga como reenganchado (evocatus) de hasta 10 años más.

La disciplina militar romana era severa y el trabajo y la instrucción militar, constantes. Era política del ejército romano que el soldado estuviera siempre ocupado, tanto en actividades prioritariamente militares -la instrucción, las marchas, la esgrima, las maniobras, etc- como de tipo civil, colaborando en la instrucción de las obras urbanísticas o bien de ingenierías promovidas por el Estado. 

Los soldados romanos recibían una paga (stipendium), ya desde la reforma militar a principio de la república. El salario se completaba con recompensas (donativa) que los generales triunfantes solían ofrecer a sus soldados y con la parte que les correspondían en el reporto del botín de una campaña victoriosa.

El alimento básico y característico del legionario era el pan. Completaba la ddieta con queso y carne. Comían a unas horas determinadas, señaladas por el toque de trompetas: la comida, más frugal, se hacía al mediodía; la cena, más sustanciosa, al atardecer. Los soldados que sobresalían en las acciones militares recibían condecoraciones, que consistían, para los soldados, en brazaletes, collares y medallas y, para los oficiales, en estandartes o coronas.

La disciplina o los actos denigrantes eran corregidos por castigos durísimos en comparación con la falta cometida: la cobardía o la deserción eran castigados con la pena de muerte.

Los soldaos en servicio no podían contraer matrimonio, pero conservaban la esposa si ya estaban casados.