La critica de los ilustrados al antiguo regimen

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LA CRÍTICA DE LOS ILUSTRADOS AL ANTIGUO RÉGIMEN

EL PENSAMIENTO POLÍTICO

Muchos de los escritores de la Ilustración recibieron el nombre de “filósofos” y defendían la libertad de pensamiento y rechazaban la monarquía absoluta, los privilegios, el tradicionalismo y la intolerancia religiosa. Afirmaban que todos los hombres poseen unos derechos naturales y que los gobiernos deben garantizarlos. Los ilustrados defienden la “teoría del contrato social” según la cual los hombres pactan con el Estado unos derechos y deberes que deben respetarse, y admiten la autoridad política del Estado.

Dentro del pensamiento político hay que hacer referencia a varios teóricos y filósofos: Voltaire, John Locke, Montesquieu y Rousseau.

Voltaire, defendió  la libertad de pensamiento y criticó la superstición, el oscurantismo, el fanatismo y la intolerancia como males contra los cuales hay que luchar. 

Locke. Éste da un concepto de sociedad civil que surge de un contrato entre los individuos que acordaron libremente abandonar el estado de naturaleza para constituir una sociedad civil para que se garanticen los derechos del hombre. Señala que la monarquía absoluta es incompatible con la sociedad civil y defiende que el poder ejecutivo y el poder legislativo supremo estén separados.

Montesquieu, escribió El espíritu de las leyes (1748), en donde señala que no hay un sistema perfecto de gobierno para todos los países, y rechaza la monarquía absoluta. Defiende la separación de poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial, y que cada uno de estos poderes pudiera controlar a los demás.

Rousseau, colaborador de la Enciclopedia, influyó también sobre las revoluciones políticas de la era contemporánea de forma decisiva, en especial con sus teoría de la voluntad general, esto es, al defender que el poder no tiene el origen divino que exponen los defensores de la monarquía absoluta, sino que el poder reside en todos y cada uno de los miembros del pueblo; ésta es  la idea de la Soberanía Nacional (el soberano es el pueblo, la nación, y los gobernantes deben ser elegidos por el pueblo.) está presente en todas las constituciones liberales que se redacten desde finales del siglo XVIII, y es aún hoy la base de nuestras modernas democracias.

Rousseau cree en los llamados derechos naturales del hombre. Según Rousseau los hombres nacen libres e iguales en derechos, pero a lo largo de la historia los diferentes regímenes políticos han corrompido a los hombres. Es hora, según Rousseau, de fundar un nuevo sistema político que se base en esa igualdad de derechos, en la soberanía nacional. Todo esto lo expone en su obra “El contrato social” 

EL PENSAMIENTO ECONÓMICO

  Las ideas ilustradas en el ámbito económico dan lugar a dos doctrinas: la fisiocracia y el liberalismo económico.

La fisiocracia. Según Quesnay la única fuente de riqueza es la agricultura; el comercio no es productivo y la industria sólo trabaja con productos procedentes de la tierra, los transforma pero no crea riqueza. Por ello, el principal grupo social es el de los propietarios de la tierra y los cultivadores; los demás son personas estériles.

Turgot, ministro de Luís XVI, y discípulo de Quesnay defendió el liberalismo económico en Francia al indicar que se debía dejar en libertad al individuo para producir y fijar precios y salarios.

El liberalismo económico fue defendido por Adam Smith, que decía que la verdadera riqueza de un país reside en el trabajo de sus habitantes. Para ello el hombre debe actuar bajo el impulso de su interés personal (individualismo económico) y realizar la actividad económica que mejor le parezca, sometido únicamente a las leyes naturales de la oferta y la demanda. Para conseguir esa libertad de acción, los gobiernos deben conceder una libertad en la producción nacional y en el comercio internacional (liberalismo económico).

Por lo tanto, condena las reglamentaciones y los obstáculos al libre comercio y defiende el librecambio. Smith cree que actuando así la sociedad consigue ventajas: los consumidores obtienen bienes baratos  y los obreros pueden moverse libremente por todos los países en busca de mejores salarios. En definitiva esta doctrina se basa en la iniciativa individual, movida por el deseo de lucro y la libre competencia en la producción y en los precios.

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