Miguel Hidalgo: El cura ilustrado y líder de la independencia de México

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Miguel Hidalgo: El cura ilustrado

Sacerdote culto y de avanzadas ideas que había trabajado, desde su parroquia en la población de Dolores, por mejorar las condiciones de vida de los feligreses, Miguel Hidalgo se integró activamente en los círculos que cuestionaban el estatus colonial y conspiraban para derrocar al virrey español. Cuando fue descubierta la conjura en que participaba, su firme determinación y su llamamiento a tomar las armas (el llamado Grito de Dolores, el 16 de septiembre de 1810) lo erigieron en líder de un alzamiento popular contra las autoridades coloniales.

A punto estuvo el movimiento de alcanzar y tomar la Ciudad de México; pero un error táctico, comprensible en quien no era militar ni estratega, debilitó su posición y acabó con la derrota y ejecución del cura y sus lugartenientes. Pese al fracaso, Miguel Hidalgo puso en marcha el proceso que conduciría a la independencia de México (1821), y su figura destaca singularmente en la medida en que no hubo en su lucha un afán de poder o una defensa de los privilegios de las élites criollas, sino un imperativo ético y un ideal de justicia social al servicio de sus conciudadanos. Por todo ello es el más admirado de los padres de la patria mexicana.

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Perteneciente a una acomodada familia criolla, era el 2º de los 4 hijos de don Cristóbal Hidalgo y Costilla, administrador de la hacienda de San Diego Corralejo, y de doña Ana María Gayaga Mandarte. A los 12 años se trasladó a la ciudad mexicana de Valladolid (actual Morelia), donde realizó sus estudios en el Colegio de San Nicolás; marchó luego a la Ciudad de México para cursar estudios superiores. En 1773 se graduó como bachiller en filosofía y teología, y obtuvo por oposición una cátedra en el mismo Colegio de San Nicolás.

Durante los años siguientes realizó una brillante carrera académica que culminaría en 1790, cuando fue nombrado rector del Colegio de San Nicolás. En aquella misma institución tendría como alumno a un joven despejado y voluntarioso, a un discípulo ejemplar que lo sucedería no tanto en sus ensueños intelectuales como en sus correrías políticas, y en particular en la epopeya de liberar a los indígenas de la secular y despótica opresión de los colonizadores: José María Morelos.

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