Monopolio y política económica

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Los monopolios, al reducir la producción a fin de aumentar los precios, se benefician a expensas de los consumidores. El conflicto de intereses entre compradores y vendedores, que existe siempre, es diferente en situación de monopolio al que se da en situación de competencia perfecta. El monopolio es una fuente de ineficiencia: las pérdidas que sufren los consumidores debido al comportamiento del monopolio son mayores que las ganancias que obtiene el monopolista. Puesto que el monopolio produce una cantidad inferior a aquella para la que el coste marginal es igual al precio de mercado, el monopolista aumenta su beneficio pero perjudica a los consumidores.
Reduciendo la producción y aumentando el precio por encima del coste marginal, el monopolio logra apropiarse de parte del excedente del consumidor en forma de beneficio y origina una pérdida irrecuperable de eficiencia. En situación de monopolio, además de la redistribución del excedente desde los consumidores al monopolio, el excedente total, es decir, la suma del excedente del consumidor (ExCm) y del beneficio (ExPm), es menor que en situación de competencia perfecta. En consecuencia, el monopolio provoca una pérdida irrecuperable de eficiencia para la sociedad (PI). Por tanto, la existencia de un monopolio hace que la economía experimente una pérdida neta, pues hay transacciones mutuamente beneficiosas que no se llevan a cabo: hay individuos para los que el valor de una unidad adicional del bien es mayor que el coste marginal de producirla, pero que se quedan sin consumir debido a que no están dispuestos a pagar el precio de monopolio (Pm). Por ello, los monopolios son una de las causas de la existencia de fallos de mercado. Para evitar esta pérdida de eficiencia, las políticas públicas intentan impedir que el monopolio se comporte como tal. Las políticas públicas que se aplican para impedir o eliminar los monopolios se conocen por el nombre de políticas antitrust o políticas antimonopolio, que consisten en leyes y regulaciones que diseña el gobierno para evitar que las empresas de una industria lleguen a comportarse como un monopolio.

La política sobre el monopolio depende fundamentalmente de si el sector en cuestión es un monopolio natural o no lo es. Si la industria no es un monopolio natural, la mejor política es impedir que el monopolio surja o, en caso de que ya exista, lo mejor es desmembrarlo.

En el caso de un monopolio natural, los productores mayores tienen un coste total medio menor que los productores más pequeños, por lo que dividir el monopolio aumentaría el coste total medio. A pesar de ello, aún en este caso, el monopolista que actúa maximizando beneficios provoca una ineficiencia. Asimismo, parece injusto que una empresa que ha logrado tener una posición de monopolio obtenga grandes beneficios a expensas de los consumidores. La política económica suele plantear dos soluciones:

- Propiedad pública. Cuando un monopolio es de propiedad pública, el proveedor del bien es el Estado o una empresa propiedad del Estado. En lugar de permitir que un monopolio privado controle una industria, el Estado crea una empresa pública que suministre el bien y proteja los intereses de los consumidores. En principio, la ventaja de la titularidad pública es que un monopolio natural de propiedad pública puede fijar precios basados más en criterios de eficiencia que en la maximización de beneficios. Sin embargo, con frecuencia las empresas
públicas no intentan, en la misma medida que las privadas, reducir los costes u ofrecer productos de mayor calidad. Otra razón es que con demasiada frecuencia, las empresas públicas acaban estando al servicio de intereses políticos.

- Regulación de precios. La regulación de precios limita el precio que puede cobrar el monopolio. Imponer un precio máximo a un monopolio no provoca necesariamente una
insuficiencia de oferta (uno de los efectos negativos que sí tiene en los mercados competitivos). En ausencia del precio máximo, el monopolista fijaría un precio superior al coste marginal. Por tanto, aún cuando se vea forzado a cobrar un precio inferior (mientras el precio
sea superior al coste marginal y el monopolio al menos cubra sus costes, es decir, no sea inferior al coste total medio) tiene incentivos para producir la cantidad demandada a dicho precio.El precio al que la curva de coste total medio corta a la curva de demanda es el mejor
precio regulado posible.

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