Movimiento obrero y crecimiento demográfico en el País Vasco

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El movimiento obrero en el País Vasco:

Este proceso industrial tuvo una gran repercusión social al demandar una gran afluencia de mano de obra de las provincias limítrofes, sin lo que habría sido imposible iniciar el desarrollo industrial alcanzado. La industrialización trajo consigo también el nacimiento de una oligarquía de gran poder financiero, que se estableció en la margen derecha del Nervión, construyendo barriadas residenciales de tipo inglés, como muestra de su poderío económico. En contraste, el proletariado industrial vivía en la margen izquierda, en barrios cercanos a las fábricas donde trabajaban. Entre finales del siglo XIX y principios del XX, Bizkaia pasa de ser una sociedad agraria y tradicional a otra moderna e industrial.

Crecimiento demográfico e inmigración:

El País Vasco experimentó un importante crecimiento demográfico fruto de las transformaciones económicas. Su población se incrementó un 34% de 1877 a 1900, frente al 9.3% del resto de España.

Vizcaya fue la provincia que más creció. A partir de 1877 se produjo una auténtica explosión demográfica. A finales de siglo, casi uno de cada tres vascos vivía en la Ría de Bilbao, que se estaba convirtiendo en la zona económica y demográfica más dinámica del País Vasco y de España.

Este gran crecimiento poblacional se dio, en primer lugar, gracias a una fuerte inmigración. A finales de siglo, los inmigrantes representaban alrededor del 76% de la población activa. Al mismo tiempo, supusieron la base humana para el surgimiento de nuevas ciudades en la Ría. En localidades como Bilbao, Baracaldo o Portugalete, la población activa inmigrante era absolutamente mayoritaria.

Estas tasas contrastan con las de Guipúzcoa y Álava. Habrá que esperar a principios del siglo XX para que Guipúzcoa se convierta en receptora de población.

La industrialización y la llegada masiva de miles de inmigrantes trastocaron la estructura socioeconómica vasca. Sin embargo, los trabajadores tardaron algún tiempo en organizarse para responder a la nueva situación.

Los mineros vascos sufrían las peores condiciones de vida y eran en su mayoría peones. Debido a la abundancia de mano de obra, los patronos tenían donde elegir. Por el contrario, los obreros industriales podían ejercer mayor presión sobre la empresa porque al ser más estables, su capacidad asociativa era mayor. En cualquier caso, unos y otros vivían en condiciones precarias, con pésimas condiciones de higiene, de vivienda y de alimentación. El rápido crecimiento de los pueblos y barrios deterioró mucho los niveles de vida y resultaban habituales las situaciones de hacinamiento.

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