Nietzsche pregunta 2 selectividad

Clasificado en Filosofía y ética

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2. En este texto apreciamos la crítica de Nietzsche al lenguaje y la verdad que uniforman una realidad múltiple y plural. Esto entra en conflicto con la crítica que el pensador de Sajonia lleva a cabo contra la metafísica tradicional, que defendía que las cosas de valor supremo están en otro mundo caracterizado por ser bueno, real, estático, falso,… Aún así, Nietzsche afirma que no existe tal división. Esta división, no es más que un invento de algunos filósofos influidos por Sócrates y Platón.
Crítica a la tradición occidental: Nietzsche considera que el mayor error de esta cultura radica en el intento de implantar, la racionalidad basándose en el estatismo del ser y del bien en sí inventado por Platón. Este dogmatismo, afirma, que es un sistema en decadencia ya que se opone a la naturaleza instintiva y biológica del hombre. Por ello, es necesario que los valores morales valgan en la vida misma.
Transmutación de los valores: En su crítica a la moral tradicional, defenderá que esta moral es antinatural, pues defiende leyes o preceptos contrarios a los principios vitales. Además, su ideal, hacer bueno al hombre, es alinearte pues está basado en otro mundo. Éste es el mundo de las ideas de Platón y más tarde la metafísica Cristiana. Nietzsche, por el contrario, niega a Dios y su responsabilidad con él, y es que según él “la vida acaba donde empieza el reino de Dios”. Por ello se opone a éste orden moral del mundo al considerarlo externo al propio mundo.
Por otro lado, Nietzsche en su crítica a “la metafísica tradicional”, toma sus opiniones contra, las ciencias positivas, pues ser una nueva mate matización de la realidad. No pueden explicar el mundo porque solo son válidas para cantidades, no para cualidades como la pasión, la ternura,… Por tanto, el autor afirma que debemos acabar con ésta tradición.
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Nihilismo: Es el momento histórico caracterizado por la pérdida de los valores tradicionales. Tiene un lado negativo, pues su esencia radica en la tradición platónica-cristiana, pero también es positiva, pues constituye un punto de partida para escapar de ella. El nihilismo trae tres momentos.

En el primero, la destrucción de los valores tradicionales y de la función ordenadora del mundo supra natural, da lugar a una pérdida de sentido. Sin embargo, el segundo momento consiste en la aceptación del nihilismo como consecuencia necesaria y en el alejamiento de la tradición platónica-cristiana. Finalmente, se presenta el nihilismo como punto de partida para una reflexión que da lugar a una nueva perspectiva del ser y del hombre mediante la voluntad del poder, que tiene el “superhombre”.
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El superhombre: tiene la voluntad de poder vivir en la tierra de un modo creador, es decir, “más allá del bien y del mal”. Por ello, es capaz de crear nuevos valores e ideales no dirigidos a Dios, aceptando la vida tal y como es, como su diversidad, su contraste, sus jerarquías. Además, este superhombre niega toda utopía espiritual, mansedumbre, docilidad o alineación espiritual.
Este superhombre se constituye a través de las tres metamorfosis del espíritu. El camello (yo debo) pasa a ser un león (yo puedo), que es pura fuerza, y finalmente llega a ser el niño (yo quiero). El niño es la afirmación de la vida en cada acción, la pura voluntad del poder. El niño acepta y quiere la diferencia, algo que es fundamental, pues, la realidad es diversidad, devenir y perspectiva. De hecho, Nietzsche defendía el eterno retorno argumentando que el mundo está constituido por un número finito de elementos, por tanto sus combinaciones también son finitas y tendrían que repetirse si tenemos en cuenta que queda un tiempo finito por delante. Por otro lado, al igual que la realidad, el hombre es una multitud de instintos e impulsos en lucha constante. Nietzsche representa ésta visión del mundo mediante el arte griego de Emisiaco (vida, pasión, orgía,…) reivindicando en lugar del arte apolíneo (belleza, orden,…), que había representado la filosofía occidental desarrollada después de Sócrates y Platón, culpables según Nietzsche, junto al cristianismo, de la desviación cultural de occidente.

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