La oposición al franquismo (1939-1975)

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El régimen franquista y la oposición

España vivió sometida al régimen dictatorial de Francisco Franco (uno de los militares sublevados el 18 de julio de 1936) en el período comprendido entre el final de la Guerra Civil (1939) y la muerte del dictador (1975). El nuevo régimen político que estableció Franco a partir de 1939 era un sistema totalitario, sin constitución y sin libertades democráticas, un Estado en el que todos los poderes se concentraban en la figura del jefe de Estado, el general Franco. Francisco Franco, el vencedor en la Guerra Civil, impuso un modelo de Estado que era una mezcla de dictadura militar unipersonal, Estado fascista o totalitario, nacionalismo autoritario y monarquía absoluta sin rey.   Sus principales rasgos ideológicos eran el autoritarismo, el catolicismo, el antiliberalismo y el anticomunismo.

Un rasgo característico de la dictadura franquista fue el continuo alarde de la victoria del bando nacional o franquista en la guerra, no facilitando  nunca medidas de perdón y reconciliación con los vencidos. Franco, el Caudillo, era un dictador de la época de entreguerras, de la misma etapa en que Mussolini o Hitler habían llegado al poder. El general fue diseñando un régimen peculiar con importantes coincidencias con los regímenes fascistas, sobre todo en los primeros años  (un líder indiscutible, el Caudillo; una única fuerza política permitida, el Movimiento Nacional, y sindical, el Sindicato Vertical, el control y la uniformización cultural, etc).

El régimen se mantuvo gracias al apoyo del ejército, de los falangistas y de la Iglesia, además de la oligarquía terrateniente, industrial y financiera, muchos monárquicos y una importante masa de población. Con todos ellos Franco maniobraba hábilmente impidiendo que nunca se discutiera su liderazgo.

El sistema político del franquismo fue denominado por sus artífices como democracia orgánica, un peculiar sistema que, sin embargo, permitió bordear las exigencias democratizadoras de las organizaciones internacionales para que España entrara a formar parte de muchas de ellas; de este modo, los escasos cambios políticos, institucionales y legislativos estuvieron provocados por las circunstancias internacionales como condición para que el régimen fuera reconocido y aceptado por los países occidentales.

Se considera que el franquismo tuvo dos grandes etapas: la primera se desarrolló hasta 1959 aproximadamente. Fue la etapa de la larga posguerra, caracterizada por la escasez, la penuria económica, la autarquía y el aislamiento internacional. En esta fase se intentó establecer un Estado totalitario (inspirado hasta 1945 en el modelo fascista). En torno a 1959 se produjeron  grandes cambios que llevaron a la segunda etapa,  una nueva época, la del “desarrollo” y la del intento de institucionalizar un régimen que pretendía hacerse pasar por un Estado de Derecho.

Análisis de la oposición antifranquista

A la hora de analizar la oposición antifranquista, de acuerdo con los documentos propuestos, podemos abordar el tema desde el punto de vista cronológico (cuándo se dio y cómo fue evolucionando entre 1939 y 1975) y desde el punto de vista de los diferentes sectores contrarios al dictador (los exiliados, la guerrilla, las protestas universitarias, el movimiento obrero, etc).

Si estudiamos el antifranquismo siguiendo una estructura cronológica, podemos diferenciar, básicamente, las siguientes fases:

  • La larga posguerra (1939-1959): A pesar de todos los esfuerzos de las nuevas autoridades por lograr imponer un único pensamiento y actuación a los españoles, existió una oposición al régimen que se manifestó casi recién acabada la guerra en dos ámbitos: :en el exterior (exiliados) y en el interior (resistencia guerrillera y oposición del mundo obrero). Mucho menos significativa fue la protesta de los sectores afines, de los que colaboraron con el alzamiento militar, que apoyaron a Franco durante la guerra y que no aceptaron de buen grado la unificación política (sectores de la Falange, del Carlismo, antiguos cedistas y monárquicos). Además de la guerrilla, otros focos de oposición antifranquista en la posguerra fueron los exiliados republicanos (instalados en Francia, Latinoamérica, la URSS y otros países). Desde el exterior, los exiliados llevaron a cabo una oposición contra la dictadura denunciando públicamente el carácter antidemocrático y represivo del sistema franquista. Sin embargo, en las primeras décadas de la posguerra el principal problema de los exiliados fue la falta de cohesión y de objetivos comunes entre ellos (salvo el breve pacto entre los monárquicos y los socialistas, firmado en 1948). Igualmente hay que mencionar que en 1946 y 1951 surgieron las primeras protestas obreras que se dieron en el régimen franquista, debidas a las malas condiciones laborales  derivadas de la propia posguerra y de la política económica autárquica (especialmente graves fueron la huelga general convocada en 1950 y  las protestas en Barcelona en 1951, porque era la primera vez que bajo el régimen de Franco se producía un movimiento de rebeldía contra las autoridades).
  • La segunda etapa se desarrollaría entre los últimos años de la década de 1940 y la década de 1950. El fin del aislamiento internacional vino de la mano del cambio de la coyuntura internacional con el inicio de la Guerra Fría (1947). Franco logró el reconocimiento internacional de su régimen, sobre todo a partir de 1953 (Concordato con el Vaticano y Pactos con los EEUU). Los cambios políticos a nivel de política exterior vinieron acompañados  de cambios en la política económica:  la liberalización iría dejando atrás la autarquía, trayendo un espectacular crecimiento económico (Plan de Estabilización de 1959 y Planes de Desarrollo en las décadas posteriores), pero también diversificando los focos de oposición antifranquista. Aunque la oposición antifranquista había dado sus primeros pasos en la década anterior, no se organizó y renovó seriamente en los años siguientes. Al crecimiento de la oposición en el interior contribuyó en gran medida el gran cambio social que se estaba operando: aparición de una nueva clase obrera en las nuevas industrias; de una nueva burguesía no relacionada con los orígenes del régimen y que demandaba más democracia; y la oposición intelectual , especialmente en la Universidad , y que se hizo más También surgieron nuevos movimientos sociales (asociaciones de vecinos, agrupaciones culturales, grupos religiosos), que entraron en la política de oposición más o menos abierta al régimen.
  • Paralelamente al crecimiento económico que se dio a finales de los años 50 y décadas posteriores (sobre todo, entre 1960 y 1973), se produjo una serie de importantes cambios en la sociedad española. Pero al no traer todos estos cambios económicos y sociales un  cambio político paralelo, aumentó la oposición  antifranquista en diversas frentes (la ya mencionada de la Universidad, en el mundo laboral, en la Iglesia, entre los intelectuales), que reclamaban mayores cotas de libertad y la apertura del régimen.  Por otra parte, en 1959 nace una nueva forma de oposición contra la dictadura, y que apuesta directamente por el empleo de la violencia: la actividad terrorista de ETA.
  • Por último, en la década final de la dictadura, con un panorama político muy agitado, la ausencia de cambios por parte del régimen y los primeros efectos negativos derivados de la crisis económica de 1973, hicieron aumentar la oposición interna al franquismo. En este sentido, aumentó la actividad de los sectores contrarios a la dictadura ya comentados (universitarios, intelectuales, obreros, organizaciones políticas clandestinas, sectores de la Iglesia más progresistas, organizaciones terroristas),  junto a la actividad de nuevos focos contestarios: disidencias políticas de los llamados reformistas o aperturistas (desde el interior del propio sistema); aparición en 1974 de la llamada Unión Militar Democrática (oficiales de las Fuerzas Armadas que defendían el apoliticismo del ejército y empiezan a contactar con representantes de la oposición buscando una reforma democrática del sistema); y, en el aspecto más violento, fundación de nuevos grupos terroristas (GRAPO y FRAP), que cometerán numerosos atentados junto a los miembros de ETA (esta llegó, incluso, a asesinar al mismo presidente del Gobierno y mano derecha de Franco, el almirante Carrero Blanco, en 1973), especialmente entre 1974 y 1975. Al mismo tiempo, y por las mismas fechas, la oposición política del exterior fue reforzando su unidad de acción (tal como comentaremos a propósito del último documento).

La guerrilla antifranquista

El  Documento 1 es muy indicativo de la primera época o etapa del movimiento antifranquista, centrándose fundamentalmente en el tema de las guerrillas o partidas de maquis,  a lo largo de las décadas de 1940 y 1950..

La fase que se considera como de posguerra se prolonga desde el final de la Guerra Civil hasta el Plan de Estabilización de 1959. Este largo período se caracterizó por las dificultades económicas (propias de una posguerra), agravadas por el aislamiento internacional (como consecuencia de la ambigua posición que adoptó España durante la II Guerra Mundial), el exilio al que se vieron obligados muchos españoles del bando vencido y la represión contra toda discrepancia. Una vez producida la victoria aliada en 1945 comenzaron los peores tiempos para el régimen.  Los victoriosos aliados declararon que el régimen español era producto del apoyo del Eje, siendo un sistema dictatorial,  y que tenía que ser derrubado por medios pacíficos. El mayor golpe para Franco fue la no admisión de España en la ONU al tiempo que esta recomendaba a los países miembros de la organización  que rompieran las relaciones diplomáticas con Madrid (retirada de los embajadores): a partir de 1946 comenzó el cerco o aislamiento internacional del franquismo, en un momento en el que  la oposición al régimen se hizo creciente. No sólo comenzaron a recomponerse las organizaciones de los grupos políticos (PSOE, UGT, PCE, CNT), y a formarse algunas alianzas entre ellos, sino que empezó una nueva forma de lucha, la de los guerrilleros o maquis..De este modo, se recrudeció la lucha de guerrillas en el interior y en el exterior la oposición en el exilio abrigó esperanzas de poder restablecer un régimen democrático.

Precisamente, el fenómeno de la guerrilla  antifranquista es el elemento histórico al que hace referencia Francisco Rey  en el presente texto. Algunos grupos y partidos políticos decidieron organizar la resistencia interior empleando como arma fundamental la lucha armada. Son los guerrilleros, también conocidos como maquis en algunas zonas. En los primeros momentos de la guerra se trata simplemente de “fugados” o escapados al monte con la idea y la esperanza de que podrían regresar al cabo de unos días a sus casas, una vez que el golpe militar estuviera controlado (primer párrafo del documento). Pero la evolución de los hechos obligó a muchos de estos fugados a convertirse en guerrilleros, organizando una resistencia que duró hasta el inicio de la década de los cincuenta. El maquis fue auspiciado, sobre todo, por el Partido Comunista desde Francia. Los años iniciales fueron de supervivencia, formación y organización, hasta que en 1944 se reúnen los principales dirigentes para lograr  una unidad de acción, que sin embargo, resultaba muy difícil de llevar a cabo por la implacable persecución a que estaban sometidos por parte de las fuerzas de orden público (especialmente de la Guardia Civil). En el mismo año de 1944 se llevó a cabo la invasión guerrillera en el Valle de Arán (Lleida), que terminó en fracaso. Entre esa fecha y 1952 la actividad guerrillera fue muy intensa en Asturias, León , Sistema Ibérico, Andalucía y Galicia (fueron aproximadamente 10.000 guerrilleros). En las guerrillas  tuvieron cabida todas las ideologías contrarias al régimen franquista (tal como se recoge en las tres primeras líneas) , pero la más significativa fue la comunista (del PCE procedía el sentido organizativo, la conciencia política y la disciplina). Aunque los maquis lograron unos objetivos muy escasos, no fueron erradicados definitivamente hasta mediados de 1950, causando numerosos enfrentamientos con la Guardia Civil y un desgaste constante del régimen. La actividad guerrillera en Galicia fue muy importante, tanto por el número de maquis como por su pervivencia. A partir de 1950, y como consecuencia de las consignas llegadas de Francia de que se debía abandonar la resistencia armada y concentrar la actividad en la oposición política, la actividad de la guerrilla descendió considerablemente.  Incluso después de 1950 seguían actuando varios guerrilleros de los más conocidos, y que irían cayendo en las manos de la justicia franquista: “Foucellas”, “Pancho”, el “Piloto” (el último guerrillero abatido en 1965). También cayeron muchos cargos de la Guardia Civil, jefes y oficiales del ejército, jefes locales de la Falange, clérigos adictos al régimen, confidentes, etc. Igualmente, los guerrilleros realizaron sabotajes a tendidos eléctricos y telefónicos, quemaron casas y haciendas de destacados perseguidores, dieron golpes de mano para lograr fondos económicos, etc. La mujer también jugó un importante papel en la resistencia, no tanto como guerrillera, sino apoyando en la retaguardia, pero no por eso con menor peligro, pues las sentencias por colaboración eran tan duras como las de los guerrilleros (la importancia de los apoyos y colaboración por parte de la población hacia los guerrilleros fue fundamental, tal como se refleja en el segundo párrafo del documento)

La oposición universitaria

Hay  que entender el Documento 2, relativo a la oposición nacida en la Universidad española, como muestra de un nuevo foco de protesta contra la dictadura: no hay que olvidar que, una de las principales consecuencias del desarrollo económico español, fue el aumento del número de estudiantes en la Universidad a partir de mediados del siglo XX.

En la Universidad española de la década de 1950, un reducido sector de intelectuales, profesores universitarios, denunciaba la falta de legitimidad del franquismo y defendía la necesidad de volver a un régimen parlamentario. Las primeras manifestaciones de protesta en 1956 provocaron la destitución del ministro de Educación Joaquín Ruiz Jiménez, que intentara una política aperturista y negociadora. En los años 1960 la lucha se centró en conseguir un sindicalismo de estudiantes democrático que sustituyera al SEU oficial y un sistema político democrático. Aparecieron así distintas organizaciones estudiantiles (ASU o Agrupación Socialista Universitaria, FLP o Frente de Liberación Popular). Era una nueva generación de jóvenes que no habían vivido la Guerra Civil.  La respuesta del Gobierno que consideraba las protestas como un problema de orden público, fue siempre dura (expedientes, detenciones, suspensiones de las clases, cierre de Universidades, profesores expulsados como Tierno Galván o Aranguren).  Por otra parte, en los años siguientes y hasta la muerte del dictador en 1975, la Universidad continuó siendo un importante foco de movilización contra el franquismo, al seguir reivindicándose la libertad de ideas y la recuperación  de la democracia. Las protestas de los estudiantes se intensificarían en los últimos años del régimen a través de huelgas, manifestaciones y otros tipos de actos, lo que llevó en numerosas ocasiones a que las autoridades ordenaran el cierre de las facultades más implicadas.

La oposición obrera

El  Documento 3 hace referencia a la oposición de las organizaciones obreras a la dictadura.  Recordemos que otra de las principales consecuencias del “desarrollismo” económico español  fue la aparición de una  gran masa de obreros industrias modernos (sobre todo, en Cataluña, Madrid, País Vasco y Asturias).  Aunque, como ya indicamos anteriormente, las primeras protestas obreras surgieron en la década de 1950,  el potente crecimiento de la década de 1960 propició el nacimiento de un nuevo movimiento obrero, con un sindicalismo de tinte democrático que chocaba con el férreo organigrama del Sindicalismo Vertical del Régimen.

El Movimiento Obrero estaba prácticamente desaparecido de la escena sindical y política tras el final de la guerra civil, pero a partir de los años sesenta las acciones de protesta pasaron a ser algo cotidiano. En los años cincuenta se habían producido las primeras agitaciones y huelgas laborales, sobre todo en Cataluña y en el País Vasco. De los sindicatos anteriores a la Guerra Civil, la UGT y la CNT estaban en la clandestinidad. En los primeros años 1960 fue naciendo una nueva actividad obrera, aprovechándose desde dentro de las posibilidades que el sindicalismo del régimen daba para actuar. Nacieron así en 1962 las Comisiones Obreras (CC.OO),  un nuevo sindicato clandestino, y que estaba ligado en unos casos con los comunistas y en otros con grupos católicos, y que pronto lograron importantes éxitos electorales en la organización sindical oficial (la táctica fue introducirse y aprovechar las estructuras del sindicato vertical para poder llegar con más facilidad a los obreros (tal como señala Marcelino Camacho en el segundo párrafo del documento). Otros sindicatos nuevos fueron la HOAC, la USO o el FST. Los años 1960 presenciaron las primeras manifestaciones masivas en las calles y un aumento extraordinario de la conflictividad laboral. En 1962-1963 se produjeron los primeros conflictos laborales serios (Asturias, Cataluña y País Vasco). Con las huelgas se reivindicaban mejoras salariales, reducción de la jornada laboral, solidaridad con los compañeros detenidos o sancionados. La represión sufrida por líderes, militantes y simpatizantes estimuló la afiliación y la votación en las elecciones sindicales a los representantes de los sindicatos clandestinos. Para controlar a estos líderes y a las masas obreras, el régimen puso en práctica todo tipo de medidas represivas (presión por parte de la patronal, despidos, multas, creación del temido y poderoso Tribunal de Orden Público). La tensión originada por las acciones de los obreros llevó a la declaración del estado de excepción en toda España en varias ocasiones. A partir de 1970, la actuación sindical fue cada vez más significativa y la participación en las elecciones sindicales de 1971 fue seguida mayoritariamente, obteniendo CC.OO. numerosos delegados y multiplicándose por cinco el número de huelgas y por dos el número de huelguistas. Un hito importante de esta protesta obrera, que combinaba reivindicaciones proletarias con exigencias de democratización, lo marcó lo que se llamó los sucesos de Ferrol (en marzo de 1972) cuando, como resultado del enfrentamiento de las fuerzas de orden público con una manifestación de varios miles de personas, resultaron heridos más de veinte trabajadores y dos cayeron muertos. La reacción oficial y las explicaciones de la prensa culpaban de los acontecimientos a los “enemigos” tradicionales, a los comunistas. Las manifestaciones de repulsa por los hechos de Ferrol se extendieron por toda Galicia. Las huelgas, auténticas huelgas políticas e incluso revolucionarias, contribuyeron poderosamente al desprestigio y desgaste del régimen.  De este modo, en los últimos años de Franco aumentaría aún más la presión del  nuevo obrerismo, que reclamaba libertad sindical y el derecho de huelga.  Con la aparición de las primeras consecuencias  de la crisis del petróleo de 1973, aumentaría el descontento de los trabajadores.  La respuesta del régimen, igual que ante otros focos contrarios al franquismo, fue la represión: en ese sentido, no hay que olvidar el llamado “Proceso 1.001”, en 1973,  un juicio durísimo contra los principales dirigentes de Comisiones Obreras  (incluido el propio Camacho) , y que impuso a los acusados larguísimas penas de cárcel.

La oposición política

En cuanto al Documento 4 , este  representa el papel de las fuerzas políticas opuestas al franquismo, tanto desde la clandestinidad del interior, como desde los grupos del exilio. Recordemos, en primer lugar, que debido a la profunda represión franquista durante la posguerra, la oposición interior quedó duramente afectada y tardó tiempo en rehacerse.  La dictadura franquista causó miles de víctimas y penalidades inmensas a los supervivientes.  El régimen aprobó  las llamadas Ley de Responsabilidades Políticas (1939) y la Ley de Represión del Comunismo y la Masonería para castigar y controlar  a los enemigos de la dictadura. Posteriormente, en 1963, se crearía el TOP (Tribunal de Orden Público), para continuar la dicha política represiva. Sin embargo, la oposición democrática iría reorganizándose, poco a poco, sobre todo desde los tiempos finales de la II Guerra Mundial.  En la posguerra comenzarían a recomponerse las organizaciones de los vencidos en 1939 (PSOE, UGT, PCE, CNT).  La labor de los republicanos exiliados se manifestó en varias frentes:  desde el exilio, los republicanos llevaron a cabo una oposición política contra Franco a través de manifestaciones públicas en prensa y radio o denunciando la falta de libertades en el régimen español. 

Sin embargo, la situación entre los partidos y grupos políticos de la oposición exterior  y que participaran en la guerra contra el bando sublevado, era bastante compleja, por la falta de cohesión y objetivos comunes entre ellos (diferencias entre los comunistas, socialistas, anarquistas y monárquicos). Los comunistas vivían momentos de tensión por la jefatura del Partido, de la que salió vencedora Dolores Ibárruri, Pasionaria. Entre los anarquistas, unos se mostraban partidarios del comunismo libertario y otros estaban dispuestos a llegar a un acuerdo con los monárquicos para acabar con el régimen de Franco. Los monárquicos, bien vistos por las potencias occidentales, parecían tener más posibilidades de éxito; ante la negativa de Franco de restablecer la Monarquía, en un intento por  buscar los máximos apoyos posibles, los monárquicos suscribieron un pacto con los socialistas (Pacto de San Juan de Luz, 1948), que acabaría rompiéndose poco después.

En los años 60, por otra parte,  también se reorganizó la oposición política al franquismo. Los viejos partidos obreros, como el PCE y el PSOE , tuvieron una importante actividad clandestina, a pesar de la fuerte represión que sufrieron algunos de sus líderes y el encarcelamiento de muchos de sus militantes. La principal aportación de los comunistas fue la de imprimir a la lucha antifranquista un nuevo enfoque, más activo e incisivo, en el que tuvieron un destacado papel figuras como Santiago Carrillo. El PSOE tuvo una actividad menos intensa que el PCE. Además, tras la muerte de su dirigente Indalecio Prieto en 1962, tuvo problemas  de dirección y de liderazgo entre los socialistas históricos del exilio y los renovados del interior. Estos últimos consiguieron la dirección del partido, cuando en 1974 Felipe González fuera elegido Secretario General del PSOE. Junto a estos partidos clásicos aparecieron grupos nuevos, agrupando a monárquicos liberales (Unión Española), socialdemócratas, demócratas cristianos, o grupos de extrema izquierda (ORT, LCR, MC). En el período final del franquismo empezaron también a moverse partidos y grupos nacionalistas regionales en aquellos lugares donde existía una tradición anterior a la guerra civil: el PNV en Euskadi, ERC y Convergencia Democrática de Catalunya.

Los hechos más significativos de la oposición política de esta etapa fueron: el llamado el “contubernio de Munich”. (reunión en el exterior de las principales organizaciones antifranquistas en 1962, reclamando la democracia para España); y los procesos de unidad posteriores entre dichas fuerzas opositoras. Precisamente a estos hechos hace referencia el último documento de esta composición. Entre 1970 y 1975, los partidos y fuerzas políticas contrarias a la dictadura reforzaron su unidad con el objetivo de conseguir para España unas instituciones democráticas semejantes a las de la Europa occidental. Así, en 1974 nació en París (por iniciativa del líder comunista Carrillo), la Junta  Democrática (tal como se recoge en el  Documento 4).  En su programa quedan recogidas las principales reivindicaciones de las fuerzas políticas antifranquistas (un proceso de democratización, que trajera para nuestro país un sistema pluripartidista,  laico o aconfesional, con amplias libertades y derechos para la población,  con un modelo territorial descentralizado, y con un ejército que no interviniera en las actividades políticas de la  nación). Al  año siguiente de la Junta Democrática, se fundó la Plataforma de Convergencia Democrática (liderada por el PSOE), también con el objetivo de recuperar las liberdades políticas para España. Ambas dos  organizaciones decidirían, en octubre de 1975 (un mes antes de la muerte de Franco),  fusionarse en la llamada “Platajunta”, para reforzar su reivindicación de un auténtico sistema democrático y el inicio de un proceso constituyente (lo que se convertiría en el proyecto de la denominada “ruptura democrática” en los inicios de la transición, frente al modelo de reforma o cambio desde el mismo sistema vigente).

Balance final del franquismo

 El balance final del franquismo se vio con la muerte del dictador en 1975: terminaba así la dictadura más larga en la historia de España, al tiempo que se emprendió el camino hacia la recuperación de las libertades perdidas en 1936.  Es indudable que las fuerzas de oposición antifranquista tuvieron un papel importante como factor de desgaste y erosión  en la dictadura (junto a otros de tipo económico y de política exterior), así como de concienciación entre una población en gran medida a favor de un proceso democratizador tras la desaparición del general Franco.

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