Origen y evolución de la escritura carolina

Los primeros ejemplos documentados son de finales del siglo VIII (760 – 770), extendiéndose entre los siglo IX y XII. Parece que su origen gráfico llega de la minúscula del Bajo Imperio. Los autores del XIX lo estudian a partir de los nacionalismos. Ahora se cree en una idea de poligénesis de la escritura carolina en la zona entre el Loira y Rin. El motivo que existe para que se de el cambio gráfico es por la necesidad, pues la comunicación es un gran motor para la configuración política y religiosa, siendo el Imperio Carolingio el marco, más extenso que la Francia actual. Hay gran importancia de escuelas eclesiásticas y de la escuela palatina en Aquisgrán. No se trata de una creación puntual, sino que se da una evolución lenta y progresiva, poco conocida por los escasos testimonios conservados, teniendo semiunciales con tendencia cursiva.

Núcleos de creación

Hay dos grandes núcleos de creación: las ciudades romanas como Reims, Amiens, Metz y Lyon y los monasterios, como Saint-Denis, Cluny o Tours. Es importante Corbie, siendo destacable la Biblia de Maurdramne, que puede ser el primer libro carolino. Los primeros ejemplos son librarios (no documentos), inventarios de bienes (políptico del abad Irminón), eclesiásticos (evangeliario de Prum) o documentos solemnes (Arras de Otón III y Teofanu). La carolina se extiende a Aquisgrán, sedes episcopales como Maguncia, Colonia o Tréveris y monasterios como Fulda o Reichenau. En Italia solo llega a la zona Norte, Verona o Lucca. Por tanto, zona central, Norte de Italia y Alemania-Suiza. Fuera del Imperio se utilizará la carolina en Inglaterra tras la conquista normanda a fines del siglo XI (1066), mientras Irlanda mantiene la escritura insular. Al centro de Italia llegará a mediados del siglo XI, mientras al sur se mantiene la beneventana hasta el XIII y apenas se utiliza la carolina, pasando directamente a la gótica.

Rasgos de la escritura carolina

Son letras redondeadas y su trazado está poco contrastado. Módulo equilibrado y uniforme, utilización de ángulos rectos y separación de palabras, con pocos nexos y ligaduras, algo que llegará a su plenitud en el XIII (antes sí había algunas ligaduras). Es una escritura sin variedades internas.