Los pueblos prerromanos de la Península Ibérica

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Los pueblos prerromanos: tartessos, celtas e iberos


Tartessos: entre la realidad y el mito


En la primera mitad del primer milenio a.C. apareció en el sureste de la Península una brillante cultura asociada al nombre de Tartessos, término que aparece mencionado en textos bíblicos y en escritores griegos como Heródoto. Tartessos ha sido asociado a lo largo del tiempo a un río, a una ciudad; o un vasto reino que ocupaba desde Huelva a Cartagena, y en el que gobernaban poderosos reyes.


Según todos los indicios, hay que asociar Tartessos al espectacular desarrollo logrado en la zona gracias a la confluencia de la gran riqueza mineral del territorio, y a la temprana relación comercial con los fenicios. Estas circunstancias permitieron el desarrollo de una poderosa aristocracia social y de unos poderosos monarcas. El único rey del que se tiene constancia histórica es Argantonio, aunque también su figura está envuelta en leyendas.


En los últimos años se han ido encontrando vestigios dispersos de Tartessos relacionados con ricos ajuares funerarios, como el fabuloso tesoro de El Carambolo, aunque todavía no se sabe, ni cuál era el centro vital del hipotético reino, ni tampoco están claras las razones de por qué desaparece completamente a partir del siglo V a.C. (agotamiento de las minas, ataque cartaginés…)


Los Iberos


Iberia es el nombre que dieron los griegos al territorio peninsular. Pero el término “ibérico” se aplica a la multitud de pueblos prerromanos que ocupaban la zona costera mediterránea y que tenían unas características comunes, como el uso de la misma lengua, el ibérico. La influencia de los pueblos colonizadores determinó muchos aspectos de la cultura, la sociedad y el sistema político y económico de los pueblos ibéricos.


La economía de estos pueblos se basaba en la agricultura, la ganadería, la minería y la actividad textil; y por el contacto directo con los colonizadores fenicios y griegos, desarrollaron un intenso comercio y aprendieron el uso de la moneda. La sociedad estaba muy jerarquizada y existían tres niveles, aristocracia, siervos y esclavos. La forma de gobierno más habitual era la monarquía, en la que los reyes ejercían su poder sobre una o varios poblados. Los poblados íberos se situaban en zonas altas de fácil defensa y estaban amurallados. Entre sus manifestaciones artísticas destacan las esculturas con finalidad religiosa o funeraria con influencias orientales, tales como la Dama de Elche, la Dama de Baza o la Bicha de Balazote.


Los Celtas


Los pueblos que habitaban el norte, oeste y centro de la península ibérica vivieron la influencia de los Celtas, pueblo indoeuropeo que llegó a la Península a comienzos del primer milenio procedentes del centro de Europa, y que introdujeron su idioma y la metalurgia del hierro; además sus rituales funerarios, que consistían en incinerar el cadáver y depositar las cenizas en urnas que después eran enterrarlas (campos de urnas). La principal actividad económica de los pueblos celtas era la ganadería; no utilizaban la moneda en los intercambios, y su organización social se basaba en tribus lideradas por un caudillo.


El término celtíberos hace referencia a los pueblos del centro peninsular cuyas características eran una mezcla de la influencia celta e íbera.

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