Racionalismo y empirismo. Descartes y Hume.

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RENE DESCARTES

EL MÉTODO CARTESIANO

El método dice Descartes que es una serie de reglas ciertas y fáciles, tales que todo aquel que las observe exactamente no tome nunca a algo por verdadero, y, sin gasto alguno de esfuerzo mental, sino por incrementar su conocimiento paso a paso, llegue a una verdadera comprensión de todas aquellas cosas que no sobrepasen su capacidad".

El método deberá aplicarse, lógicamente, al modo de funcionar de la razón y ese modo es según Descartes nos propone aquí la intuición y la deducción como los dos únicos modos de conocimiento y, por lo tanto, como aquellos elementos sobre los que se debe construir el método, ofreciéndonos su definición en la Regla III: "Entiendo por intuición no la creencia en el variable testimonio de los sentidos o en los juicios engañosos de la imaginación -mala reguladora-, sino un concepto de la mente pura y atenta, tan fácil y distinto que no queda duda ninguna sobre lo que pensamos; es decir, un concepto no dudoso de la mente pura y atenta que nace de la sola luz de la razón, y es más cierto que la deducción misma".

La intuición es pues el elemento básico del conocimiento. La intuición establece, necesariamente, una relación directa con el objeto, de tal manera que debe destacarse su carácter de inmediatez. La intuición es una especie de luz o instinto natural que tiene por objeto las naturalezas simples: por media de ellas captamos inmediatamente conceptos simples emanados de la razón misma, sin posibilidad alguna de duda o error. Es la forma en que entendemos las verdades más simples

Dice que la intuición nos lleva de una manera inevitable a la deducción, que consistirá en una serie sucesiva de intuiciones, apoyadas en la memoria.

La deducción "consiste en una operación por la cual comprendemos todas las cosas que son consecuencia necesaria de otras conocidas por nosotros con toda certeza". Y más adelante nos dice que distinguimos la intuición de la deducción en que en ésta se concibe un movimiento y en aquélla no, ya que la deducción no necesita como la intuición una evidencia presente. En definitiva, la intuición nos ofrece el conocimiento de los principios y la deducción el de las consecuencias lejanas, a las que no se puede llegar de otro modo.

Reglas del método cartesiano:
Estas reglas del método pueden resumirse en cuatro fundamentales: la evidencia, el análisis, la síntesis, y el recuento.

1. Regla de evidencia <


2. Regla de análisis: Dividir cada una de las dificultades que examinase en tantas partes como fuera posible y como requiriese para resolverlas mejor.


3. Regla de síntesis: Conducir por orden mis pensamientos, comenzando por los objetos más simples y más fáciles de conocer para ascender poco a poco, como por grados, hasta el conocimiento de los más compuestos, suponiendo incluso un orden entre los que se preceden naturalmente unos a otros


4. Regla de comprobación: Realizar en todo unos recuentos tan completos y unas revisiones tan generales que pudiese estar seguro de no omitir nada


Conclusión: la verdad no depende de ninguna experiencia externa a nosotros mismos. El verdadero entendimiento es un concebir en la mente. Esto es el método: una serie de reglas de sometimiento de la mente a sus propias leyes. Descartes intenta escapar al error regresando a lo más absoluto, que es aquello que el espíritu, posee por sí mismo y no depende de ningún factor externo.

LA DUDA COMO MÉTODO

Descartes utiliza la duda tan sólo para buscar la verdad. Dudar de todo es sólo un procedimiento metodológico para encontrar una verdad indubitable.

Desconfianza ante la información procedente de los sentidos. Los sentidos se presentan como la principal fuente de nuestros conocimientos; ahora bien, muchas veces he constatado que los sentidos me engañan. Puedo considerar, pues, que no hay certeza alguna en esos conocimientos, y considerar falso todos los que se derivan de los sentidos.

Imposibilidad de distinguir cuándo soñamos o cuándo estamos despiertos. Sin embargo, podría parecerme exagerado dudar de todo lo que percibo por los sentidos, ya que me parece evidente que estoy aquí y cosas por el estilo; pero, dice Descartes, esta seguridad en los datos sensibles inmediatos también puede ser puesta en duda. La indistinción entre el sueño y la vigilia me lleva a ampliar la duda de lo sensible a lo inteligible, de modo que todos mis conocimientos me parecen ahora muy inciertos, y no sirven para fundamentar una certeza absoluta.

Desconfianza de la razón. Parece haber ciertos conocimientos de los que razonablemente no puedo dudar. Sin embargo, Descartes plantea la posibilidad de que el mismo Dios que me ha creado me haya podido crear de tal manera que cuando juzgo que 2+2 = 4 me esté equivocando; de hecho permite que a veces me equivoque, por lo que podría permitir que me equivocara siempre, incluso cuando juzgo de verdades tan "evidentes" como las verdades matemáticas. En ese caso todos mis conocimientos serían dudosos y según el criterio establecido, deberían ser considerados todos falsos.

Hipótesis de un genio maligno empeñado en confundirme o equivocarme. Sin embargo, dado que la posibilidad anterior puede parecer ofensiva a los creyentes, Descartes plantea otra opción: la de que exista un genio malvado que esté interviniendo siempre en mis operaciones mentales de tal forma que haga que tome constantemente lo falso por verdadero, de modo que siempre me engañe. En este caso, dado que soy incapaz de eliminar tal posibilidad, puesto que realmente me engaño a veces, he de considerar que todos mis conocimientos son dudosos. Así, la duda ha de extenderse también a todos los conocimientos que no parecen derivar de la experiencia. Esta hipótesis equivale a suponer que tal vez mi entendimiento es de tal naturaleza que se equivoca necesariamente y siempre, cuando cree haber captado la verdad. Pero Descartes, como racionalista, opina que el hombre, utilizando adecuadamente su razón, puede llegar a la verdad en todos los campos del saber.

REALIDAD (METAFÍSICA)


LA PRIMERA CERTEZA: PIENSO LUEGO EXISTO

Como hemos visto, la duda ha puesto entre paréntesis incluso las certezas más habituales: Descartes desconfía ahora de todo. La duda no afecta, a pesar de su radicalidad, a una primera certeza absoluta: Yo soy. Si no existiera, no podría ser engañado. Por tanto, aunque al pensar me equivoque, es innegable que <>.


Del acto mismo de dudar surge una verdad indubitable pienso, luego existo. Esta verdad es tomada por Descartes como el primer principio evidente de la filosofía. Es una verdad clara y distinta de la que pueden deducirse todas las demás verdades.

Para Descartes pensamiento es todo aquello que ocurre en nosotros: dudar, entender, afirmar, negar… Todo pensamiento goza, del carácter evidente de la duda. Ello implica una postura subjetivista: la evidencia se da sólo en el interior del sujeto. Esta evidencia, "pienso, luego existo", no es el resultado de una deducción; es una intuición, es decir, una evidencia inmediata. Es un principio inmutable, del que no se puede dudar, absolutamente verdadero. Descartes en el pienso luego existo intuye que yo existe como una sustancia cuya total esencia o naturaleza es pensar. De este modo se empieza a construir la filosofía cartesiana a partir de esa primera verdad evidente, y utilizando un concepto fundamental: el concepto de sustancia.

Por tanto, tenemos ya el criterio de certeza: será verdadero todo lo que perciba con igual claridad y distinción.

David Hume

CONOCIMIENTO


- El origen del conocimiento y sus clases: El empirismo tomará la experiencia como la fuente y el límite de nuestros conocimientos. Ello supondrá la negación de que existan "ideas" que no procedan de la experiencia. En el caso de Hume, la experiencia está constituida por un conjunto de impresiones, cuya causa desconocemos y, estrictamente hablando, no debe identificarse con "el mundo", con "las cosas".

El empirismo tomará como punto de partida de la reflexión filosófica el análisis de la conciencia. Los empiristas comenzarán sus indagaciones analizando los contenidos de la conciencia.

- Impresiones e ideas: Hume encuentra dos tipos distintos de contenidos: las impresiones y las ideas. La diferencia que existe entre ambas es simplemente la intensidad con que las percibimos, siendo las impresiones contenidos mentales más intensos y las ideas contenidos mentales menos intensos. La relación que existe entre ellas es que las ideas derivan de las impresiones; las impresiones son elementos originarios del conocimiento.

Impresiones: datos inmediatos de la experiencia
Ideas: copias debilitadas de las impresiones en el pensamiento

Las impresiones pueden ser de dos tipos:
Las de sensación, cuya causa es desconocida, y son las que percibimos con los sentidos. Las de reflexión: son aquellas que van asociadas a la percepción de una idea.
Además, las impresiones pueden clasificarse también como simples o complejas; una impresión simple sería la percepción de un color
una impresión compleja, la percepción de una ciudad.

- Las leyes de la asociación de ideas: "es evidente que hay un principio de conexión entre los distintos pensamientos o ideas de la mente y que nos introducen a otros con un cierto grado de orden y regularidad". La capacidad de la mente para combinar ideas parece limitada. Pero por poco que nos hallamos detenido a reflexionar sobre la forma en que se produce esta combinación de ideas podemos observar cómo "incluso en nuestras más locas fantasías, esa asociación se produce siempre siguiendo determinadas leyes: la de semejanza, la de contigüidad en el tiempo o en el espacio, y la de causa o efecto.

- Relaciones de ideas y cuestiones de hecho: Se plantea Hume la cuestión de determinar cuáles son las formas posibles de conocimiento. Nos dirá que todos los objetos de la razón pueden dividirse en dos grupos: relaciones de ideas y cuestiones de hecho.

a) Relaciones de ideas: Los objetos de la razón pertenecientes al primer grupo son "las ciencias de la Geometría, en resumen, toda afirmación que sea intuitiva o demostrativa". Las características de estos objetos es que pueden ser conocidos independientemente de lo que exista "en cualquier parte del universo". Dependen exclusivamente de la actividad de la razón.

b) Cuestiones de hecho: Las cuestiones de hecho, no pueden ser investigadas de la misma manera, ya que lo contrario de un hecho es, en principio, siempre posible. Si estamos convencidos de que un hecho ha de producirse de una determinada manera, es porque la experiencia nos lo ha presentado siempre asociado a otro hecho que le precede como su causa o efecto.

Podemos hablar, pues, de dos tipos de conocimiento en Hume: el conocimiento de relaciones de ideas y el conocimiento de hechos.

REALIDAD

- La crítica del principio de causalidad:
¿Pero qué contiene exactamente la idea de causalidad? Según Hume, la relación causal se ha concebido tradicionalmente como una "conexión necesaria" entre la causa y el efecto, de tal modo que, conocida la causa, la razón puede deducir el efecto que se seguirá, y viceversa. ¿Qué ocurra si aplicamos el criterio de verdad establecido por Hume para determinar si una idea es o no verdadera? Una idea será verdadera si hay una impresión que la corresponde. ¿Hay alguna impresión que corresponda a la idea de "conexión necesaria" y, por lo tanto, es legítimo su uso, o es una idea falsa a la que no corresponde ninguna impresión? Si observamos cualquier cuestión de hecho, por ejemplo, el choque de dos bolas de billar, nos dice Hume, observamos el movimiento de la primera bola y su impacto (causa) sobre la segunda, que se pone en movimiento (efecto); en ambos casos, tanto a la causa como al efecto les corresponde una impresión, siendo verdaderas dichas ideas. Estamos convencidos que si la primera bola impacta con la segunda, ésta se desplazará al suponer una "conexión necesaria" entre la causa y el efecto: ¿Pero hay alguna impresión que le corresponda a esta idea de "conexión necesaria"? No, dice Hume. Lo único que observamos es la sucesión entre el movimiento de la primera bola y el movimiento de la segunda; de lo único que tenemos impresión es de la idea de sucesión, pero por ninguna parte aparece una impresión que corresponda a la idea de "conexión necesaria", por lo que hemos de concluir que la idea de que existe una "conexión necesaria" entre la causa y el efecto es una idea falsa.

¿Cómo se produce, entonces, la idea de sustancia, sobre la que tantos filósofos han estado de acuerdo? La idea de sustancia es producida por la imaginación; no es más que una "colección" de ideas simples unificadas por la imaginación bajo un término que nos permite
recordar esa colección de ideas simples, una colección de cualidades que están relacionadas por contigüidad y causación. Para Hume la idea de sustancia es una idea falsa, tanto si es concebida como algo material como si lo es como algo espiritual, dado que a ella no le corresponde ninguna impresión. A la crítica de la idea de sustancia se añadirá el estudio de las supuestas ideas o conceptos abstractos. ¿Podemos aceptar la existencia de ideas, de conceptos abstractos, generales, universales? ¿O, por el contrario, todas nuestras ideas son particulares? Hablar de conceptos abstractos supone aceptar la posibilidad de representar de modo universal la realidad y, por extensión, la esencia, la sustancia de la realidad. Pero ¿tenemos realmente un solo concepto abstracto, una sola idea abstracta? ¿Es posible concebir un triángulo que no sea isósceles, escaleno o equilátero, pero que sea todos y cada uno de los triángulos que que pueden existir? No, nos dice Hume. Cuando hablo del concepto abstracto del triángulo tengo en la mente la imagen, la representación de un triángulo concreto, particular, al que añado la cualidad, la ficción, de que representa cualquier triángulo, del mismo modo que si concibo la idea de "perro" me represento un perro particular, al que añado la cualidad, la ficción, de representar todos los perros. Todas las ideas son, pues, particulares. Lo que llamamos conceptos o ideas abstractas, son el resultado de una generalización inductiva, procedente de la experiencia, por la que terminamos por dar el mismo nombre a todos los objetos entre los que encuentro alguna semejanza o similitud.

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